Día D en Wembley
El ahora seleccionador falló el penalti decisivo en 1996, la última semifinal europea que jugó Inglaterra
Inglaterra busca una final en casa 25 años después
Como sucedió con Vicente del Bosque cuando condujo a España a ganar el Mundial, en Inglaterra ya ponen al seleccionador Gareth Southgate como ejemplo que deberían seguir los políticos para avanzar en estos tiempos de polarización en todos los países. «Me alegraría mucho por él si llegáramos hasta la final. Ganar era el objetivo antes del torneo y sigue siendo el objetivo», aseguraba Harry Maguire, una de las claves del equipo. «No puedo expresar todo lo que siento por Gareth y lo que ha hecho por mí y por este equipo», continuaba. Se elogia su capacidad para llevar al grupo, para unir sensibilidades, cambiar jugadores siempre en busca del bien común y su forma de llevar hasta los asuntos espinosos como, por ejemplo, arrodillarse por el Black Lives Matter.
El técnico ha conseguido que la ansiedad del país no se contagie a sus futbolistas y ha creado un grupo unido con el que aislarse del ruido de una afición que ve más cerca que nunca un título por el que lleva años suspirando. La Copa del Mundo del 66 es su único trofeo y las semifinales del Mundial de hace tres años volvieron volvieron a ilusionar a la Inglaterra futbolística. Southgate forma parte del mapa de las frustraciones, porque en las semifinales de la Eurocopa de 1996, la que se disputó en Inglaterra y la última vez que llegó tan lejos en Europa, le tocó lanzar el sexto penalti después de que el rival, Alemania, y los ingleses hubiesen marcado los cinco. El defensa pegó al balón con el exterior de la derecha, flojo, a la derecha del guardameta Andreas Köpke, que lo paró. Fue el único fallo de la tanda. Inglaterra, que había eliminado por penaltis a la España de Javier Clemente en la ronda anterior, se quedaba fuera de la final. «Me digo que el tiempo ha pasado, que a la gente ya no le importa el penalti. Y entonces estoy en la recepción de un hotel y una chica le dice a su novio: “Creo que ese es el tipo que falló el penalti», recogía «El País» en un fragmento de sus memorias.
Hoy llegan las semifinales contra la inesperada Dinamarca y el favoritismo de Inglaterra es tan mayoritario que una derrota sólo podría crear una huella tan profunda como aquel penalti de 1996. Por si acaso, los ingleses han estado preparando la tanda, aunque por la salud del país es mejor que no lleguen a ese punto.
Inglaterra no ha recibido un gol y ha ido ganando confianza a medida que pasaban lo partidos. La victoria contra Alemania fue el punto de inflexión de un equipo al que al principio se acusaba de defensivo, pero al que ahora no se le reprocha nada. Todo lo que haga el técnico (que, sobre todo, ha ido cambiando a los hombres de delante de los dos mediocentros) parece correcto.
Southgate pasó de jugador a entrenador en un día, cuando el Middlesbrough le pidió que se hiciese con el banquillo y dejara de jugar. «Una de las cosas más difíciles de ser nuevo como entrenador es que no tienes ninguna prueba de lo que funciona. Tienes en la mente una idea de cómo crees que se deberían gestionar las cosas, pero uno no tiene evidencias reales de los resultados hasta que experimentas», aseguraba sobre esos días que moldearon al entrenador que es hoy, con un interés y una apuesta por los jóvenes. Mantuvo al equipo dos años en la élite y al siguiente descendió y se marchó. En 2013 cogió la sub’21 y desde 2016 conduce a la absoluta con un éxito al que no estaban acostumbrados los ingleses.
Hoy es el paso definitivo. En Inglaterra la canción «It’s coming home» (vuelve a casa) ya se tararea en las casas. Aunque antes, hay que acabar con algún fantasma del pasado.