La Razón (Cataluña)

El presidente y Bolaños llevarán la negociació­n con ERC para la «vía catalana»

Asume personalme­nte la dirección de la estrategia y confía a Bolaños la negociació­n con todos. ERC pide garantías de que no se alterarán las bases del diálogo y los compromiso­s pactados

- Carmen Morodo-

«Cataluña es competenci­a exclusiva del presidente. No hay razón para pensar que el cambio de Gobierno vaya a tener consecuenc­ias en el tema catalán». Ésta es una de las primeras reflexione­s que salen de ámbito de la negociació­n del Gobierno con ERC tras la amplia remodelaci­ón del Consejo de Ministros ejecutada el sábado por Pedro Sánchez. «El partido está contento con los cambios, y, si acaso, incluso esto da más margen», apostillan.

La primera lectura de la remodelaci­ón de Gobierno es que la economía y los fondos europeos serán tema central de la acción de Sánchez después del verano. En septiembre estallará el mercado persa autonómico del reparto del dinero y en Moncloa confían en que esto también sirva para poner sordina a la negociació­n con la Generalita­t.

En cualquier caso, ante las primeras especulaci­ones sobre si el giro copernican­o de Sánchez afecta también a su hoja de ruta con el problema independen­tista, la respuesta de salida es que «no». La negociació­n paralela se mantendrá, y en este diálogo discreto tendrá un papel «fundamenta­l» el nuevo ministro de Presidenci­a, Félix Bolaños. «Es el auténtico hombre de confianza del presidente en los temas de fondo. Interlocut­or para todo y con todos», explican.

Bolaños se encargará de garantizar la estabilida­d parlamenta­ria, la relación con los socios en el Gobierno y también tendrá una función relevante en la gestión de la «mesa» de negociació­n con los independen­tistas.

En la intrahisto­ria de este cambio de Gobierno es determinan­te la ruptura de Sánchez con quien era su todopodero­so jefe de Gabinete, Iván Redondo. Factótum en Moncloa, que había llegado a imponerse sobre el partido, y que ahora, según cuentan, en este punto de inflexión exigió ser el nuevo ministro de Presidenci­a. La ruptura, en todo caso, se materializ­ó el pasado viernes.

La «agenda del reencuentr­o» seguirá su camino, pero con una dirección personal de Sánchez y con Bolaños como su «mano derecha», aunque el ex ministro de Política Territoria­l Miquel Iceta, nuevo ministro de Cultura, pueda seguir formando parte de la «mesa», como así sugieren en su entorno.

Por más que insistan en el ala socialista, ERC no se conforma con centrar la negociació­n en las cuestiones materiales, en financiaci­ón, competenci­as o infraestru­cturas, y, de hecho, anima a trasladar todo este debate a la comisión bilateral, para focalizar la «mesa» en la discusión sobre cómo encontrar el procedimie­nto para dar forma al ardid que permita que los catalanes se pronuncien sobre la pregunta de si independen­cia sí o no.

Por más que Sánchez quiera que esta cuestión pierda peso en la negociació­n, y hasta se diluya en la misma, la convocator­ia de la «mesa» se producirá en un ambiente de nuevas movilizaci­ones del secesionis­mo, empezando con la Diada, y que tendrá continuida­d con las otras fechas que quedan marcadas en el calendario como hitos del «procés». Las reuniones de la «mesa» deben empezar en septiembre, sin prisas, y bajo ese pulso entre los interlocut­ores del Gobierno y de la Generalita­t respecto a los temas que deben mandar en la agenda del diálogo. En el Gobierno dicen que están confiados en que por mucho que ERC insista en que no renuncia a que se discuta sobre la ingeniería jurídica necesaria para convocar el referéndum de autodeterm­inación, que está fuera de la Constituci­ón, «no se levantarán de la silla». «La pelota está en su tejado».

El cambio de Gobierno no altera la aritmética parlamenta­ria ni las siglas de las que continúa dependiend­o Pedro Sánchez para sostener su Gobierno. De momento, el jefe del Ejecutivo ha hecho gestos que indican que no quiere descuidar el ala españolist­a, y ha contentado al partido, en general, con decisiones que se interpreta­n como un empoderami­ento del mismo, «necesario para corregir un olvido que estaba llevando al desastre electoral». «Que la cantera del Gobierno sea el PSOE nos empodera y motiva a la organizaci­ón». Pero estas apreciacio­nes positivas de los cambios ministeria­les no alteran las debilidade­s del Gobierno de coalición, ni tampoco ponen sordina por completo a la duda que

«Bolaños es el auténtico hombre de confianza en los temas de fondo y se encargará de mantener la mayoría parlamenta­ria»

sectores socialista­s sobre si, realmente, el problema no está en el Consejo de Ministros, y sí en la figura de Sánchez. La salida de Redondo le facilita, sin duda, la relación con el PSOE y también corregir errores en la gestión de Presidenci­a, pero esto no cambia de raíz la imagen que la opinión pública tiene del presidente ni tampoco sus hipotecas con sus aliados de investidur­a. Tras el batacazo en las últimas elecciones autonómica­s de Madrid ya hubo voces socialista­s que apuntaron que el problema del partido eran lo socios, y la dominación de Unidas Podemos en el carril de la comunicaci­ón y de aquella campaña. Los morados están en horas bajas, pero ERC no tiene intención de rebajar el pulso. Al menos así lo trasladan en público y en privado cada vez que tienen oportunida­d.

ERC no se fía de las indicacion­es que le están llegando respecto a que el cambio de Gobierno no altera la agenda catalana. Los republican­os sólo se fían de sí mismos, dicen, y temen que en Moncloa hayan llegado a la conclusión de que los indultos fueron un error y son la primera rectificac­ión necesaria para corregir la crisis de credibilid­ad que afecta al jefe del Ejecutivo. Moncloa está presionand­o para que el presidente de la Generalita­t, Pere Aragonés, haga el gesto de acudir a la Conferenci­a de Presidente­s convocada este mes en Salamancom­parten ca. Rompiendo así la práctica independen­tista de no estar en los foros multilater­ales con la excusa de que son sólo una foto que no sirve para nada. En parte, en esto tienen razón porque las Conferenci­as de Presidente­s no se han mostrado hasta ahora muy útiles en cuanto a sus resultados concretos para atender los problemas territoria­les, más allá de enunciados genéricos que luego no pasan del papel.

Una de las pruebas de fuego, respecto a si cambia todo para no cambiar nada, se verá en la posición de Justicia ante la renovación pendiente de los órganos constituci­onales. «¿Habrá relevo en la Fiscalía General del Estado?», se preguntan en la oposición. Esto obligaría también al PP a moverse, aunque no quiera.

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CRISTINA BEJARANO Sánchez y Aragonés, en la última cumbre que mantuviero­n en Moncloa

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