La Razón (Cataluña)

Italia gana en los penaltis su segunda Eurocopa

Donnarumma da la Eurocopa a los italianos 53 años después con sus paradas en la tanda. Inglaterra marcó pronto, pero pagó la racanería de Southgate

- Domingo García

Italia es campeona de Europa. Desde el punto de penalti, el mismo lugar desde el que se quitó a España de encima, liquidó a los ingleses. La única vez que el torneo se había decidido desde los once metros dejó la imagen de Panenka con el penalti que lleva su nombre. Esta vez el desenlace fue más sobrio. Rashford lanzó al poste el tercero de Inglaterra y después Donnarumma detuvo los disparos de Sancho y de Saka. Italia recibía el premio a su mejor fútbol. El nuevo portero del PSG corregía el error de Jorginho, que cerró la tanda como había hecho contra España.

Inglaterra veía castigada su cobardía. Esperaba ganar, por fin, un título 55 años después del triunfo en su Mundial, el de 1966. Pero no hubo gol de Hurst ni nada parecido. Aunque la final parecía haber elegido un héroe inesperado. Luke Shaw, un lateral izquierdo que ni siquiera es el mejor modelo para las ceñidas camisetas que luce la selección inglesa. Pero fue él el que puso al despertado­r al partido con un golazo. Una jugada que comenzó él mismo, que continuó Harry Kane convertido en organizado­r y que Trippier terminó poniendo en la pierna izquierda de Shaw para que marcara el primer tanto del partido con un remate perfecto.

La pelota viajó de un lateral a otro e Inglaterra anunciaba sus intencione­s: juego rápido, importante presencia de sus dos carrileros en el juego de ataque y Kane fuera de su sitio para despistar a Chiellini y a Bonucci y convertirs­e en un problema para Jorginho, el medio centro. Lo mismo que hizo Luis Enrique con Dani Olmo en la semifinal ante los italianos. La estrategia le duró a Inglaterra lo que tardó Italia en empezar a jugar. La pelota prefería los pies de los italianos, dispuestos a practicar un fútbol contra natura. Sólo España la obligó a recuperar el «catenaccio», le quitó la pelota y la encerró en su campo. Y eso hicieron los italianos con Inglaterra. En parte por obligación, forzados a buscar el gol desde que marcó Shaw en el minuto 2.

Inglaterra se escondió después de su gol y comenzó a brillar Chiesa. El italiano fue el mejor futbolista del partido, el único

que parecía dispuesto a hacer cosas que se salieran de la rutina. Pero el gol de los italianos llegó de una manera menos elaborada. Los italianos sorprendie­ron en un córner, Verratti remató al poste y Bonucci terminó empujando el tanto del empate.

Bonucci celebró el gol y Chiellini festejaba poco después la tarjeta amarilla que vio por frenar un contraataq­ue de Saka con un agarrón. Se marchaba el inglés en velocidad con medio campo por recorrer y sin ningún oponente por delante. Tenía motivos el capitán italiano para celebrar el castigo.

Inglaterra se había hecho pequeña, hundida en la mediocrida­d que emanaba del banquillo. Southgate parece incapaz de influir en los partidos, sus cambios son irrelevant­es y casi siempre a destiempo. Un entrenador muy por debajo del talento de su plantilla.

Italia perdió a Chiesa por lesión, igual que le sucedió a Portugal con Cristiano Ronaldo en la anterior edición del torneo. Pero el equipo de Mancini no renunció a jugar, siguió buscando el tanto que le diera la victoria antes de llegar a la prórroga. Y siguió buscándolo ya en el tiempo extra. Los penaltis empezaban a parecer un consuelo para los ingleses del que los italianos querían huir.

Para eso metió Southgate en el campo a Jadon Sancho y a Rashford cuando quedaban dos minutos para el final de la prórroga. Movimiento­s extraños los del selecciona­dor, que con un córner en contra quitó a dos jugadores defensivos, Walker y Henderson, para buscar el acierto desde los once metros. No le importaba desequilib­rar a su equipo en los últimos instantes para asegurar los lanzamient­os desde los once metros.

Fallaron Rashford y Sancho, los dos futbolista­s a los que Southgate había dado entrada en el partido para lanzar desde los once metros. Fue el cierre «perfecto» para la extraña dirección desde el banquillo del equipo inglés.

Inglaterra sigue sumando generacion­es que no han visto a su selección ser campeona. Sus jugadores se quedaron paralizado­s sobre el césped viendo a los italianos celebrar su triunfo, disfrutar de la fiesta que estaba preparada para ellos. Italia mereció más que Inglaterra. El fútbol no vuelve a casa, pero la Eurocopa va donde debe.

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EFE Los jugadores italianos celebran el triunfo en la Eurocopa

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