2023: teléfono rojo en Moncloa
El PSOE ha dejado de ser la fuerza más votada y se arriesga a perder el poder
El calendario electoral de Moncloa ha cambiado. Iván Redondo era partidario de enrocarse y resistir, no hasta noviembre de 2023, sino incluso celebrar elecciones generales en enero de 2024, lo máximo que le permitiría la ley. El Gobierno tiene los Presupuestos aprobados y cuenta con la prerrogativa de aplazarlos dos años consecutivos, si fuese necesario. Por lo que cubrirían 2022 y 2023 sin necesidad de arrastrarse nuevamente ante independentistas y comunistas. También están a salvo de cualquier moción de censura orquestada por las derechas, seguros de que ni UP ni los separatistas permitirían que triunfara.
En cuanto al dinero que llegará de Europa, la mitad hay que devolverlo y por la otra mitad hay que pagar un altísimo precio; ejecutar las reformas que necesita este país y que se interrumpieron con la llegada de Sánchez en junio de 2018. Por lo tanto el Gobierno se enfrenta a un periodo de desgaste electoral, principalmente por el giro social que debe acometer en 2022 y 2023. Tiene que «ponerle el cascabel al gato» y esto tendrá consecuencias; fin del Gobierno de coalición con la salida unilateral de UP. Ruptura de las alianzas parlamentarias con independentistas, y vuelta al unilateralismo en Cataluña, ante el deterioro social que supondrá la retirada de subvenciones y subsidios a una región inviable desde el punto de vista económico. El estallido social en Cataluña es inevitable y el Gobierno independentista volverá a las tácticas de Arturo Mas cuando explotó el 15M en Cataluña, y las últimas de Puigdemont: España nos roba. Y vuelta a empezar con el referéndum ilegal y posterior declaración unilateral de independencia. Son tan previsibles que el guión está ya escrito. Es un deja vu. De hecho es la principal preocupación en Moncloa.
Sánchez también teme a las consecuencias de la política económica y social neoliberal a la que se verá obligado implementar. implementar. O se compromete con Bruselas a cumplir o nos intervienen y sustituyen a Sánchez por un Mario Draghi español para asumir las funciones de Presidente del Gobierno.
Sería el fin de la ideología y su sustitución por lo pragmático. El PSOE quedaría completamente desarmado. Porque Sánchez ha llegado donde está azuzando ideología y adquiriendo votos mediante el clientelismo electoral. Y ese es el dilema de Moncloa, para seguir en Moncloa hay que hacer de neoliberal y destrozar el PSOE, o de lo contrario hay que dimitir y convocar elecciones para que las derechas asuman los siguientes cuatro años de ajustes y reformas.
Desde un punto de vista simple algunos estrategas del PSOE supondrían que esa legislatura de Gobierno de las derechas, marcada por la austeridad y reformas, allanarían el camino para una vuelta del PSOE al Gobierno en cuatro años. Pero se equivocan. Las reformas permitirían aflorar la economía sumergida y reducir el paro nominal, así como las prestaciones y subsidios sociales. España pasaría de 19 a 23 millones de cotizantes. El gasto público caería y la recaudación se dispararía. Sin incrementar los impuestos actuales se llenarían las arcas públicas y se aseguraría el sistema de pensiones.
Aznar recibió un país con una tasa de desempleo del 19,1% y se marchó dejando el paro en el 8,9%. Rajoy heredó de Zapatero una España con un paro del 22,9% y cuando lo echaron con la moción de censura la tasa la había rebajado el 15,1%. Esta es la carta de presentación de la derecha, trabajo para todos. El PSOE se ha dejado en el último año y medio varios puntos en intención de voto y ha dejado de ser la fuerza política más votada. Volviendo el PP a ser el primer partido nacional, circunstancia que no se daba desde las elecciones generales de 2016. De celebrarse elecciones generales hoy las derechas recuperarían el poder.
Nos hallamos ante un escenario como el de 2011. Con elecciones municipales y autonómicas en mayo y generales en noviembre. Las encuestas nacionales llevaban dos años pronosticando la victoria por mayoría absoluta de Rajoy en las generales. El error de Zapatero de no adelantar aquellas elecciones generales supuso que la ola del sunami popular golpease primero en las locales y regionales, sufriendo el PSOE la mayor derrota de toda la democracia en este ámbito. Seis meses después esa misma ola le daría la mayoría absoluta a Mariano Rajoy.
El PSOE conocedor de lo sucedido en 2011, sabe que se expone en 2023 a la pérdida de gran parte de su poder territorial (ayuntamientos, diputaciones y autonomías) y a tener que entregar la Moncloa al PP. Los recursos con los que cuenta para revertir esta situación son limitados. Ya le queda poco humo que vender. El cambio limitado de ministros forma parte de esta estratagema. El volver a contar con el partido, ninguneado y amordazado desde la reelección de Sánchez como secretario general en 2017, es también parte del teatro. Pero estas argucias no pueden dar por si solas un vuelco a los resultados de las encuestas.
Los recursos del Gobierno para evitar entregar la Moncloa al PP son limitados. El cambio de ciclo se impone