Teatralizar, no gracias
Cuando Francisco aceptó someterse a la delicada operación que tuvo lugar el 4 de julio impuso a todos sus colaboradores la máxima discreción y evitar la «teatralización» de su enfermedad.
Objetivo cumplido. Nada que ver con el despliegue mediático que rodeó las sucesivas estancias de Juan Pablo II en el policlínico Gemelli de Roma. A diferencia de aquellos años el equipo médico que ha intervenido quirúrgicamente a Bergoglio no ha comparecido ni una sola vez ante la prensa y toda la comunicación ha transitado a través de declaraciones del director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni, que tampoco se ha dejado ver ni ser grabado o entrevistado. Lo completamente opuesto a Joaquín Navarro Valls, quien personalizó, con su enorme profesionalidad, el caudal informativo que provocaban los achaques del papa Wojtyla .
Figura clave en esta opacidad ha sido Roberto Bernabei, nombrado el pasado mes de febrero médico personal de Bergoglio. Con 69 años, este especialista de medicina interna y geriatría sucedió como «arquiatra pontificio» al doctor Soccorsi, fallecido un mes antes por Covid. Su historia profesional está vinculada a la atención a las personas mayores y, además, está felizmente casado con la actriz Sydne Rome. Fue él quien después de haber sometido a su nuevo paciente a diversos análisis, descubrió la estenosis diverticular que ha llevado al Papa al quirófano.
El médico que ha operado a Francisco, el doctor Sergio Alfieri, es una luminaria de la cirugía con más de nueve mil intervenciones a su espalda. Durante las tres horas que empleó en extirpar la parte de colon afectada estuvo asistido por tres cualificados colegas. La anestesia, especialmente delicada en pacientes de cierta edad, corrió a cargo de Massimo Antonelli, con una larga trayectoria en esta especialidad y también se hizo ayudar por otros dos anestesistas.