Lolita Flores o la enésima reinvención del «lerele»
La cantante crea su propia productora y se convierte en empresaria teatral y productora musical
«Si una peseta diera cada español, no a mí, a quien tiene que darla, quizás saldría de la deuda». La ocurrente frase la hizo famosa, su madre, Lola Flores, quien veía en esta imaginativa solución una manera de saldar lo que debía a Hacienda y que ocupó las portadas de la época, cuando Carlos Solchaga era el ministro del ramo. Su hija Lolita nunca ha llegado tan lejos ni en sus obligaciones ni en su imaginación a la hora de pagarlas.
Tras años de deudas y embargos con la Agencia Tributaria, a los que la mayor de los Flores ha hecho frente de la mejor manera, una radiante Lolita se reinventa una vez más tomando los mandos de su carrera artística al crear su propia productora, Lerele Producción SL, (el nombre con el sus padres bautizaron el chalet familiar de La Moraleja). «El nombre del Lerele no lo escogí; yo di un montón de nombres, y dio la casualidad, aunque las casualidades no existen, que me dieron ese nombre», aseguraba en una entrevista en la Sexta Noche. Lolita reconoce que los inicios no han sido fáciles, «monté la productora durante el confinamiento, ensayábamos desde casa conectados por ordenador, no había otra forma de hacerlo hasta que por fin pudimos juntarnos».
La hija de La Faraona ha empezado de cero, sin ayudas. «Lo he montado todo a base de esfuerzo y de poner lo que ganaba por un sitio para meterlo en la productora. Yo soy así, al final nunca pido nada. Solo he pedido un crédito Ico para producir el disco de mi hijo Guillermo, ‘‘El Son’’, y esta obra». Lerele Producción, que nace con la vocación de producir «actividades cinematográficas y de video y la producción de las artes escénicas», incluye además en su objeto social otras actividades relacionadas «con la distribución y el comercio al por menor».
Una aventura empresarial que deja atrás momentos económicos delicados. Volcada en su faceta de actriz, Lolita no ha tenido reparos en admitir siempre sus problemas económicos reconociendo sin tapujos que tenía «cuatro diamantes empeñados» y que su madre solo le dejó «dos piernas maravillosas, mucho arte y mude cho amor, pero dinero nada de nada».
Su situación económica se complicó en 2010, cuando a una multa de 600.000 euros de la Agencia Tributaria, que la obligó a vender su casa, se sumaron los problemas económicos tras su boda con el actor cubano Pablo Durán. La pareja vendió la exclusiva del enlace en una revista del corazón y Hacienda les hizo una inspección imponiéndole una sanción que no tenía forma pagar. «He pedido ayuda a amigos y anticipos. No se me cae la cara de vergüenza. No tengo nada ahorrado. No tengo casa ni un colchón, pero la nevera la tengo llena. Para comer todavía tengo, pero no he ahorrado nada», sentenció entonces.
La Agencia Tributaria no la sido el único acreedor de la artista. En junio de 2012 un tribunal de Primera Instancia de Madrid la condenó al pago de 31.000 euros como resultado de una deuda contraída con varios proveedores de un negocio de diseño de ropa y complementos que la artista montó con su propio nombre por marca y que no tuvo éxito.
La deuda se sumaba a otra contraída en 2011 por el mismo negocio y que acabó con la venta de su chalet pareado de su propiedad en la calle Azalea (en el Soto de La Moraleja, de Madrid), para hacer frente a un pagaré por valor de 64.000 euros, cantidad que debía a sus proveedores. La casa se tasó en 1,2 millones de euros. Un inmueble que la artista había comprado con lo obtenido de vender a su hermana Rosario Flores su parte de «El lerele», la casa familiar del clan Flores en La Moraleja y que ambas habían recibido como herencia tras la muerte de su padre Antonio González, «El Pescaílla», fallecido en noviembre de 1999.
Hasta el cielo
Olvidados los problemas económicos y alentada por su éxito en los últimos años sobre el escenario y us colaboraciones en televisión, Lolita inicia su andadura como empresaria produciendo «Llévame hasta el cielo», su nueva obra de teatro donde comparte escenario con Luis Mottola, el actor argentino con el que forma tándem en el escenario. Un proyecto al que la actriz ha dedicado «mucho tiempo, cariño y ganas» y por el que se siente ilusionada pese a la «incertidumbre» que le produce estrenar en tiempo de pandemia. Animada por ese fatum en que el tanto cree, Lolita ve señales en el que será el estreno de su producción en Madrid; «casualidades de la vida, debutamos en Madrid en el Teatro Enrique San Francisco, mi Enrique, que era parte de mi familia». Otra señal del destino.