La Razón (Cataluña)

La orquesta del director Pedro Sánchez

«No se trata de una reconcilia­ción, sino de cerrar página y tomar el poder barriendo a los barones»

- Francisco Marhuenda

ComoComo era previsible, ha sido un cambio de gobierno que no ha gustado a la oposición. Lo excéntrico hubiera sido lo contrario. Sánchez ha conseguido el objetivo de recuperar la iniciativa, porque es una maratón y no una carrera de velocidad. Es una estrategia siempre recurrente cuando las encuestas van mal y, objetivame­nte, el gobierno estaba agotado por la pandemia. Otras interpreta­ciones me resultan imaginativ­as, pero poco sólidas, porque la victoria en las primarias andaluzas marcó claramente quién controla el partido y lo ha demostrado. No se si alguien pensaba lo contrario. He de reconocer que me dijeron hace días que saldrían Calvo y Ábalos, aunque acogí la informació­n con gran escepticis­mo. Sánchez quería una remodelaci­ón muy potente tanto en el gobierno como la que llegará al partido. En este caso alcanzaría incluso a Adriana Lastra y otros colaborado­res que parecían intocables. Como me ha sucedido muchas veces a lo largo de mi vida, me equivoqué, en este caso al olvidar que un presidente no tiene amigos en la política sino colaborado­res de los que tiene que ir prescindie­ndo a lo largo del camino para conseguir sus objetivos. Estoy seguro de que no le resultó fácil, pero no había otra salida.

Suárez, González, Aznar y Zapatero lo hicieron, porque no es lo mismo cuando se está en la oposición o en el gobierno, pero en este caso, además, hay diferentes etapas. Rajoy optó por el inmovilism­o y los enfrentami­entos internos. Fue una combinació­n letal. Sánchez afronta dos retos: la recuperaci­ón económica y la reelección. Los que han salido no le aportaban nada. Necesitaba caras nuevas que fueran un revulsivo ante la opinión pública. Lo mismo le sucede con el PSOE, porque quiere que sea una maquinaria bien engrasada, con un equipo afecto a sus intereses desde el comité federal hasta las organizaci­ones territoria­les. No se trata de una reconcilia­ción, sino cerrar página y tomar el poder barriendo a los barones que no están a su lado. Es un escenario lógico para un presidente que se juega la reelección. El PSOE y el gobierno han de estar bien coordinado­s como si fuera una orquesta interpreta­ndo la partitura que quiere su director. Nadie puede desafinar. No le preocupa Podemos y sus enredos, porque son útiles para mantenerse en el centro. Es mejor tenerlos dentro que fuera.

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