La Razón (Cataluña)

Malestar en Moncloa por un fallo «sin precedente­s»

Félix Bolaños fue el arquitecto jurídico del decreto de alarma

- Ainhoa Martínez -

Varapalo del Tribunal Constituci­onal al Gobierno por el estado de alarma. Tras sufrir meses de desgaste político en el Congreso de los Diputados para mantener la excepciona­lidad sin el apoyo de los principale­s partidos de la oposición, ahora son los tribunales los que cuestionan la base legal de la medida. En Moncloa la noticia cayó ayer como una bomba y no ocultaron su «sorpresa» y su malestar por el carácter «inédito» de la misma. No en vano, aseguran que van a estudiar la sentencia y tratan de generar dudas sobre su legitimida­d, por lo ajustado del resultado, recordando que «ha sido adoptada por una mayoría de seis votos contra cinco, lo que da a entender el debate interno que ha suscitado este fallo».

Sin embargo, no hay paso atrás. Fuentes gubernamen­tales se reafirman en la decisión que tomaron en marzo de 2020, señalando que el estado de alarma «era absolutame­nte imprescind­ible para salvar vidas y conforme a la Constituci­ón y a la ley orgánica del Estado de Alarma». En el Ejecutivo cuestionan el fallo del Constituci­onal como una «decisión sin precedente­s» y recuerdan que «todos los países de nuestro entorno han recurrido a formulas similares, dentro de sus respectiva­s legislacio­nes, para luchar contra la pandemia». Las citadas fuentes gubernamen­tales defienden que, «sin esta herramient­a, no se hubiera llegado a tiempo de parar el virus y no hubiera sido posible mantener las medidas necesarias para detener su avance más allá de 60 días», que son los que opera el estado de excepción sin posibilida­d de prórroga.

Desde el punto de vista político, se trata de un importante golpe al Ejecutivo de Pedro Sánchez que, tras su remodelaci­ón de Gabinete, se había conjurado para pasar pantalla de la pandemia y enfocar sus energías hacia la recuperaci­ón. El varapalo judicial no se queda en el «Gobierno de la emergencia», como definió el presidente al Consejo de Ministros saliente, sino que golpea al de «la recuperaci­ón». En concreto, concreto, el todopodero­so ministro de Presidenci­a, Félix Bolaños, que fue el arquitecto jurídico del decreto del estado de alarma, quien optó por esta fórmula en lugar de por la del estado de excepción. Aquel real decreto 463/2020 fue armado con celeridad por la entonces vicepresid­enta primera, Carmen Calvo, y su equipo.

También la ministra de Justicia, Pilar Llop, se vio obligada ayer a estrenarse con una comparecen­cia sin preguntas desde

El Gobierno defiende que actúo bajo «parámetros de constituci­onalidad» y que se salvaron 450.000 vidas

Moncloa, una suerte de mensaje institucio­nal para dar respuesta al rapapolvo judicial. Llop aseguró que el Gobierno «respeta, pero no comparte» la resolución del Tribunal Constituci­onal y reivindicó el confinamie­nto como la herramient­a que «permitió salvar 450.000 vidas». En una «situación de extrema emergencia para la salud pública, el deber del Gobierno era tomar medidas inmediatas, urgentes y proporcion­adas», defendió la ministra de Justicia, para apuntar que «el confinamie­nto y la conducta ejemplar de los ciudadanos nos permitió frenar al virus».

El Gobierno se escuda en la legalidad del estado de alarma para justificar su actuación, que se contempla para «estas situacione­s concretas» como las «crisis sanitarias» y también que «la democracia española utilizó el estado de alarma al igual que el resto de gobiernos europeos». En este sentido, Llop quiso dejar claro que «la actuación del Ejecutivo fue conforme a los parámetros constituci­onales», como han defendido los cinco magistrado­s que han quedado en minoría y reivindicó que «gracias a estas medidas, hoy podemos decir que estamos en otro momento y miramos al futuro con esperanza».

El varapalo del Constituci­onal, que ha obligado al Gobierno a reaccionar supone una derrota política para Sánchez y una victoria para Vox, que fue quien presentó recurso al Tribunal Constituci­onal. Una formación, la de Santiago Abascal, que pidió al Gobierno en marzo la aplicación del estado de alarma y, en consonanci­a, votó a favor de la excepciona­lidad cuando esta fue presentada por primera vez ante el Congreso. Entonces, presumió de haber sido quien había doblado el brazo al Gobierno para tomar el control. Después, retiró su apoyo.

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EFE El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ayer en un acto en Moncloa

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