«ENTRE TODOS TENEMOS QUE EVITAR UN NUEVO EMBARGO DE NUESTROS REFERENTES POLÍTICOS»
ElEl dinero es una cosa muy seria, sobre todo para el que lo posee. No es un objeto con el que frivolizar. Quienes semanejanconligerezaofatuidad suelen ser aquellos que guardan una relación esquiva con la pasta y prefieren siempre la de otros. En el caso de la dirigencia separatista, su querencia y obsesión es con el erario. O sea con lo público, ese que, según la vicepresidenta relevada, era propiedad de un ente desconocido. Una fortuna anónima. El Tribunal de Cuentas no entiende de las francachelas y las componendas políticas y pretende cobrarse las fianzas impuestas a 34 exaltos cargos secesionistas por la acción exterior desempeñada entre 2011 y 2017, 5,4 millones, euro arriba, euro abajo. Los indultados y allegados movieron sus hilos para que el gobierno independentista, en un escandaloso manejo fraudulento del peculio de los catalanes, creara un fondo con que cubrir la factura que era un agujero. Pero, hete aquí, que la solidaridad crematística, la mensurable, es una especie que cotiza bajo incluso en el gremio separata, porque con las cosas de comer no se juega. Ninguna entidad financiera con implantación en Cataluña ha aceptado avalar el engendrofinancieropara socorrer a los morosos del Tribunal de Cuentas. El secretario general de Junts, Jordi Sànchez, ha tranquilizado al personal y ha apuntado que el Govern podrá disponer de un aval por parte de una banco extranjero «en unas semanas» sin quehayaconcretadoqueentiende por extranjero, ¿Murcia, Cuenca, Orense, Sevilla? Y como la cosa no puede esperar, ha removido afectos y conciencias con una cuestación entre los patriotas catalanes que, sinceramente, llega al corazón: «Entre todos tenemos que evitar un nuevo embargo de nuestros referentes políticos, entre ellos Carles Puigdemont, y también del expresidente Artur Mas». El papel de limosnero no es agradecido, pero si la causa es buena... A quien le dé por pensar en Puigdemont en su palacio de Waterloo o en Mas y sus vacaciones de ensueño en el Mediterráneo a bordo de un yate de más de 7.800 euros al día, pues que medite que la procesión va por dentro, muy hondo, claro.