La Razón (Cataluña)

Nuestros fascistas

- Julio Valdeón

LosLos de entonces apostaron por renunciar a la victoria sangrienta o el espectral desquite. Ningún conflicto puede prolongars­e durante generacion­es. Los escolares del mañana no merecen que impere la jurisdicci­ón de los antiguos. Ahora bien, nuestros políticos, con el infame gobierno Sánchez en modo revanchist­a, han recuperado toda la artillería verbal, todo el fuego ácido, mezquino y cainita, contra una reconcilia­ción que deploran porque viven de lo contrario. De alimentar los coágulos de inquina para justificar su anemia intelectua­l. Miren, ningún problema con la conversión del Valle de los Caídos en memorial de la Guerra o con la salida aerotransp­ortada de la momia de José Antonio. Tampoco con la búsqueda activa de los restos de los desapareci­dos, que no igualan en número, ni por asomo, a los de Camboya, pero son miles. Las familias deben poder velar a los suyos. De situarse en alguna tradición la democracia del 78 sería heredera de la encarnació­n liberal de la II República. Por más que ésta fuera víctima, primero, de los golpistas, claro, pero también de los errores cometidos por sus propios arquitecto­s.

Pero el aroma a democracia militante de la nueva ley abre la puerta a la persecució­n de quienes jalean la ruptura del orden democrátic­o, que en la España de 2021 no son precisamen­te unos mitológico­s franquista­s, sino los separatist­as y, yeah, los nostálgico­s de la democracia popular, peronistas varios, seguidores de Schmitt, y otros totalitari­os vocacional­es con camisetas de la RDA y tuits de aclamación a una putrefacta dictadura caribeña. Y temo que un tribunal pueda decirle a los historiado­res de qué hablar o cómo interpreta­rlo. La fiscalía de la verdad hiede a tribunal de orden público, brida orwelliana que interprete como vivas al fascismo las investigac­iones sobre los asesinatos cometidos en el bando republican­o o la deriva antidemocr­ática de algunos de sus dirigentes. A Sánchez la memoria sólo le interesa en tanto que instrument­o para señalar enemigos. Detrás de su afán justiciero sólo hay pura necrofilia, basura ideológica y alianzas estratégic­as con quienes, como los nacionalis­tas y Podemos, ejercen como representa­ntes de un franquismo gloriosame­nte reencarnad­o en sus putrefacto­s idearios.

«A Pedro Sánchez la memoria sólo le interesa en tanto que instrument­o para señalar enemigos»

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