«LOS FONDOS ESTÁN PARA GANAR DINERO. LOS GOBIERNOS, PARA MEJORAR LA VIDA DE LA GENTE»
NoNo es cuestión de entrar en disquisiciones filosóficas sobre cuál debe ser el papel de los gobiernos en la conducción de la vida pública de las naciones, pero sí conviene advertir a la ministra de Trabajo del error estratégico que supone supone para cualquier Ejecutivo el exceso de cacofonía, mucho más cuando se trata de pedir dinero con el que mejorar la vida de la gente. Baste imaginar la perplejidad de unos gringos que manejan miles de millones de dólares ajenos, tanto de grandes inversores como de pequeños ahorradores, a quienes se les vende, nada menos que por el propio presidente del gobierno español, un mercado propicio, abierto y de beneficios seguros, y que, al mismo tiempo, escuchan a una de las ministras de ese mismo gobierno despachar displicentemente el encuentro con un «supongo que habrán hablado de impuestos», cuestión que en los Estados Unidos tiene muy mala prensa, sobre todo entre quienes deben asegurarse que los réditos de sus inversiones van, en efecto, a los propietarios iniciales del dinero y, de paso, a su propias cuentas corrientes, que para eso se hace uno ejecutivo agresivo. Que hay que entregar el debido tributo al fisco es algo que tiene asumido cualquier norteamericano, pero que ese tributo sea del tipo confiscatorio, que es el modelo fiscal que impera en la mayor parte de la vieja Europa, tiene un efecto fulminante. Porque, y ahí está el nudo de la cuestión, los fondos de inversión internacionales son libres a la hora de escoger dónde ponen el dinero. Libertad de la que carecen la mayoría de los españoles, a quienes el gobierno de su digna participación cruje a impuestos e, incluso, amenaza con gravarles hasta los ahorros. Lo dicho. Si Pedro Sánchez ha ido a sacarles la pasta a los gringos, lo mejor es no advertirles de que una parte del Ejecutivo español cree, piensa, opina y defiende que dónde mejor está el dinero no es en el bolsillo de los ciudadanos que lo ganan, sino en las arcas que maneja el Estado, para mejorar la vida de la gente. Incluso si hay que tirar de sus ahorros.