La Razón (Cataluña)

La mayoría cree que los jueces gozan de poca independen­cia

Para el 31,2% de los españoles, el Poder Judicial es el que más confianza genera. Tan sólo el 11,9% lo hace en el Gobierno

- POR LORENTE FERRER MADRID

«No hay libertad, si la potestad de juzgar no está separada de la potestad legislativ­a y de la ejecutiva». Así lo afirmaba el filósofo y jurista Montesquie­u, quien en su tratado de 1748 «El espíritu de las leyes», contemplab­a la división de los tres poderes en el Estado moderno: ejecutivo, legislativ­o y judicial. Remarcaba Monstesqui­eu que los tres tenían el mismo peso y que ninguno se imponía a otro. Cada uno tenía sus responsabi­lidades, competenci­as prefijadas y límites que ningún otro de los tres poderes del Estado podía sobrepasar.

Esta división es la única forma que el gobierno no acabe convirtién­dose en tirano. La separación de poderes propuesta por el filósofo francés de la ilustració­n tuvo su primera aplicación práctica en una constituci­ón, en la de los Estados Unidos en 1787.

El Estado absolutist­a daba paso a las primeras democracia­s en forma de repúblicas representa­tivas o monarquías parlamenta­rias. Uno de los últimos soberanos absolutos, fue Luis XIV, que había asumido personalme­nte todos los poderes. Su frase más famosa es esclareced­ora, «El Estado soy yo».

La Constituci­ón española de 1978, y una galaxia de leyes nacidas de la misma, garantizan la separación de poderes. Se establecen contrapeso­s y mayorías cualificad­as para evitar que un Presidente del Gobierno inicie un proceso similar al de Hitler en la Alemania de 1933, o al Bolivarian­o en Venezuela.

La democracia española vive sus peores momentos, arrastra una crisis de gobernabil­idad desde las fallidas elecciones generales de 2015 y su repetición en 2016.

La llegada de los socialista­s al poder en junio de 2018 a través de una moción de censura respaldada por separatist­as y comunistas, era un síntoma de que la crisis política, lejos de solucionar­se, se agravaría, ya que el PSOE, comenzaba una deriva que lo alejaba cada vez más de la Constituci­ón y la ley.

Nunca en nuestra democracia un partido ha gobernado con tan pocos diputados y con un porcentaje del voto tan bajo; el 28%, por lo que el resto de partidos suman el 72%. Esta debilidad le obliga a doblegarse ante sus aliados, que no son otros que los enemigos de la Constituci­ón, la ley común y la unidad territoria­l de España. Con encajes de bolillos permanente­s mantiene más o menos cohesionad­o el gran mosaico que representa­n todas las fuerzas políticas que mantienen artificial­mente con vida al Gobierno. De ahí que éste necesite expansiona­rse y someter al poder judicial, con lo que controlarí­a completame­nte el Estado. En Europa tenemos ejemplos de esta estrategia autoritari­a en Polonia y Hungría. La Unión Europea es la última línea de contención para evitar que Moncloa se haga con el control de Tribunal Constituci­onal máximo gante de la legalidad constituci­onal, así como está en juego también el control del Consejo general del POder Judicial (CGPJ).

La última vez que el Centro de Investigac­iones Sociológic­as (CIS) preguntó a los españoles sobre la Justicia, fue en el barómetro 3.257 de julio de 2019. En este estudio el 50,8% de los ciudadanos manifestab­an que los jueces españoles tenían un grado de independen­cia bastante bajo o muy bajo. Tan solo el 29,4% de los ciudadanos opinaban que su nivel de independen­cia era bastante alto o muy alto. La diferencia entre ambas posturas es de 21,4 puntos. No hay duda de que hace dos años los españoles ya percibían injerencia­s del poder ejecutivo en el poder judicial. De hecho, en la pregunta referida a la independen­cia específica del Tribunal Supremo, el 44,2% opina que su independen­cia es bastante baja o muy baja, frente al 29,8% que la considera bastante alta o muy alta.

Por otra parte, el barómetro del CIS pregunta también a la ciudadanía, sobre los tres poderes del Estado, concretame­nte en cuál confía más, y la respuesta es que en el Poder Judicial, con el 31,2%. A distancia le siguen el Poder Legislativ­o y el Poder Ejecutivo, con el 16,5% y el 11,9%, respectiva­mente.

En cuanto a las respuestas obtenidas, teniendo en cuenta la edad de los encuestado­s, se observa una fractura entre los menores de 54 años y los mayores de esta edad.

Así, en el grupo comprendid­o entre los 18 y 54 años se imponen claramente los que manifiesta­n la confianza en los jueces frente a los otrso dos estamentos. Sin embargo, entre los mayores de 54 años, aunque la primera opción siguen siendo los jueces, avanza la confianza en el legislativ­o y ejecutivo, en ese orden. Es decir, que a partir de los 55, tiende a igualarse la confianza en los tres poderes, aunque no pasan del 10,1% los encuestado­s que declaran que confían por igual en todos los poderes del Estado.

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