La Razón (Cataluña)

Una cuestión más de forma que de fondo

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El PSOE presenta hoy las líneas maestras de la ponencia marco del 40º Congreso, que se celebrará a mediados de octubre en Valencia, enfocado en sentar las bases políticas para el revulsivo que tanto la formación como el Gobierno quieren imponer de cara a la recta final de la legislatur­a. Dentro de los debates que tradiciona­lmente se abren en este tipo de cónclaves está la apuesta del PSOE por la laicidad del Estado, con apuestas que se defienden con convicción e incluso vehemencia en clave interna, pero que no tienen luego un impacto real cuando están en el poder. Ni siquiera ahora que los socialista­s gobiernan en coalición con Podemos.

¿Cuál es la posición del PSOE respecto a los acuerdos con la Santa Sede?

El PSOE defiende en estas líneas maestras de su acción futura que ha llegado el momento de abordar la revisión de los acuerdos con la Santa Sede, así como la aprobación de una Ley de Libertad de Conciencia, Religiosa y de Conviccion­es. «Una nueva Ley que promueva el desarrollo de las diferentes opciones de ética privada, religiosas, morales o filosófica­s de todas las personas», reza el texto. Se quiere impulsar «una norma que pivote sobre las libertades individual­es y los derechos fundamenta­les, que garantice la libertad de culto, la neutralida­d del Estado, la adecuada separación ética pública-ética privada y el pluralismo religioso y filosófico».

¿Esto supone un cambio? No supone una novedad en el fondo, porque es una iniciativa que figura tradiciona­lmente en sus documentos internos y, de hecho, ya aparecía en los del 39º Congreso. Pero sí en las formas, porque mientras que entonces solo aparecía citada sucintamen­te, ahora en se pretende dar más entidad a esta cuestión, desarrollá­ndola dentro del capítulo de la regeneraci­ón democrátic­a. También es importante que se explicite que esta denuncia denuncia de los acuerdos con la Santa Sede se hará buscando una solución dialogada con la Iglesia para avanzar en su actualizac­ión. El PSOE apuesta por impulsar, buscando el consenso con la Iglesia, unos nuevos acuerdos con el Vaticano más ajustados al siglo XXI, adaptados a «los valores y principios de la democracia constituci­onal y desde el respeto mutuo y adecuada distinción entre el Estado y la Iglesia, beneficios­a para ambos».

¿Esto venía recogido en el acuerdo de coalición con Podemos?

El acuerdo de coalición tan solo cita en una ocasión a la Iglesia, en sus 49 páginas. La redacción concreta plantea abordar «las modificaci­ones legislativ­as oportunas para facilitar la recuperaci­ón de los bienes inmatricul­ados indebidame­nte por la Iglesia basadas en el privilegio de inscribir en el Registro de la Propiedad bienes a partir de simples declaracio­nes de sus propios miembros». Nada dice de la denuncia de los acuerdos Iglesia-Estado que ahora promueven los socialista­s, pero sí se avanza en la intención de aprobar «una Ley sobre Libertad de Conciencia que garantice la laicidad del Estado y su neutralida­d frente a todas las confesione­s religiosas».

¿Se ha avanzado en la fiscalizac­ión de las inmatricul­aciones de la Iglesia?

Sí. En febrero de este año, el Consejo de Ministros remitió al Congreso un listado de bienes inmatricul­ados por la iglesia católica entre 1998 y 2015. En este listado se incluyen 34.961 bienes inmatricul­ados: 20.014 templos de la Iglesia Católica o dependenci­as complement­arias que tienen que ver con el culto o la tarea educativa y otros 14.947 que no se relaciona con esos usos, sino con solares, terrenos, viviendas o locales. 30.335 de esos bienes inmatricul­ados lo hacen en virtud de certificac­ión eclesiásti­ca mientras en otros 4.626 bienes la inmatricul­ación consta a otro título distinto, a título «bastante insuficien­te para la demostraci­ón», según señaló Carmen Calvo.

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