« A MONTERO LE CANTARÍA UNA BULERÍA DE CÁDIZ IRÓNICA, PUÑETERA»
Confiesa el de Ayamonte en mitad de una festiva conversación marcada por la asfixiante canícula que a finales de año se irá a vivir a Punta Cana con su familia por la proximidad de lugares tan profesionalmente jugosos para un artista como Estados Unidos y Hispanoamérica. Pero Pitingo siente español cada pelo de su cuerpo y durante estos días exprime en Madrid los ensayos de un homenaje musical a la gran Chabuca Granda que tendrá lugar mañana en el patio de Conde Duque dentro de la programación estival de los Veranos de la Villa.
P ¿A qué huelen, suenan y saben los veranos de Pitingo?
R Mira, huelen a dama de noche, que es el olor de mi tierra, Ayamonte. ¿A qué saben? A pescaíto frito, que me gusta también mucho. Y suenan a muchas cosas, a todas las músicas del mundo. Suena a flamenco, a gospel, a música latina.
P ¿Cuál ha sido su relación con la de Granda?
R Pues conocía de Chabuca lo que mucha otra gente: «La flor de la canela», «Fina estampa»... Desde los Veranos de la Villa me ofrecieron este proyecto, contactamos con su guitarrista, Lucho González (lleva con la artista desde los 17 años), y cuando empezó a explicarme la vida de ella y el porqué de cada canción, la historia real que existía detrás de cada tema, dije: sí, quiero. Ahora mismo, como yo digo, estoy «enchabucao» perdido, no te puedes imaginar lo que me ha cautivado esta mujer.
P Ella además gozaba de grandes amistades progresistas como César Calvo. ¿Es posible confraternizar hoy con el que piensa distinto?
R (Risas) Por mi parte no hay problema. Yo tengo amigos, gente e incluso mis músicos que piensan de forma diferente a como puedo pensar yo políticamente y nos llevamos bien. Pero ahora la cosa es complicada, y ya no el hecho de poder ponernos de acuerdo, sino conseguir respetarnos. Para mí la palabra más importante es respeto.
P Teniendo en cuenta su estrecha vinculación ya no solo con el cante, sino con el baile, ¿qué nota le pondría a los movimientos sincopados del nuevo ministro de Cultura, Miquel Iceta?
R ¡Uf, pues no lo sé! (risas) Si te soy sincero, necesito un poquito más de tiempo para decirte algo. De momento no sé cómo va de ritmo ni cómo está de compás. Vamos a ver cómo mueve las piernas y por dónde van sus pasos…
P Si hay una herramienta que utiliza para desahogarse sin miramiento, sin duda es Twitter. ¿Qué consecuencias le ha traído decir lo que piensa a través de las redes sociales?
R Hace unos 13 años, a raíz de mi participación en un concierto homenaje a las víctimas de ETA, parte de la sociedad ya me etiquetó. Nos llamó Rajoy y fui encantado a Baracaldo con toda la banda. A mí me daba igual el presidente que me llamara para acudir, fui porque soy hijo de Guardia Civil y porque viví muy de cerca todo lo de ETA. Nunca he tenido nada en contra de la izquierda, nunca, pero lo que no me gusta nada es lo que está pasando ahora. Todo se ha radicalizado mucho y hay que diferenciar la idea que pueda tener Antonio fuera del escenario a la que muestre Pitingo encima de uno.
P En su biografía se puede leer: «Español hasta la médula».
R Para mí ser español es estar enamorado de tu tierra, de la gente, de la cultura, de la diversidad. Respeto que alguien quiera llevar una bandera de España. Cuando viajas tanto te das cuenta de que como España no hay nada, aunque ahora parezca que decir eso es de fachas. Hasta el último pelo de mi cuerpo es español, andaluz, gitano y payo. ¿Participaría en un mitin de Vox? P
R No, pero ni de Vox ni de ningún partido. ¿Yo que hago cantando en un mitin? No, no, para nada. Hombre, si me pagan mucho dinero, sí (risas). Para darle de comer a mi gente y a mis treinta músicos, que somos muchos. Pero, hablando en plata, no. Algún partido que no ha sido Vox me lo ha ofrecido, no te creas, pero he dicho que no.
P Ha sido especialmente crítico con Irene Montero. ¿Le cantaría por bulerías?
R ¡Uy! Le cantaría unas cuantas letras flamencas de la época, sí, pero sobre todo una bulería graciosa. No una bulería gitana, sino de Cádiz, con mucha ironía, puñetera, con mucho nervio. En mi casa hay un auténtico matriarcado y yo estoy a favor de la igualdad, pero no entiendo nada de lo que está pasando.
P Siendo usted de Huelva y, como diría la gran Rafaella Carrá, ¿es verdad eso de que para hacer bien el amor hay que venir al sur?
R (Risas) Tenemos el sol, el calor, la gracia. El sur es diferente, pero, si te digo la verdad, yo creo que eso se puede hacer bien en cualquier lado.