La Razón (Cataluña)

Hugo González piensa a lo grande en la piscina

Reconoce que le costó dar el salto desde júnior, donde era una estrella. Nació en Mallorca y aquí cuenta su aventura desde Madrid a Estados Unidos. Las tres medallas que logró en el Europeo le hacen pensar en algo grande

- Francisco Martínez

«Me marché a Estados Unidos porque en Madrid veía que tenía que elegir entre nadar o estudiar»

HugoHugo González (Mallorca, 22 años) saltó a todas las portadas con sus tres medallas en el Europeo el pasado mayo, pero hasta llegar ahí ha vivido un camino apasionant­e. Desde sus éxitos de júnior hasta los problemas para dar el gran salto y su viaje a EE UU, donde estudia Ingeniería Informátic­a y se entrena. Ha pasado por tres universida­des: Auburn, Virginia y, ahora, California. Allí está a las ordenes del preparador jefe del equipo estadounid­ense que está en Tokio. Hugo competirá en la capital de Japón en 100 espalda y 200 estilos con una mentalidad distinta a los Juegos de Río. Allí apenas era un chaval.

–Oro, plata y bronce en el Europeo. ¿Mantiene el regustillo de las medallas?

–Está ahí, pero es mejor pensar de cara al futuro. El pasado está bien para recordarlo, pero ahora están los Juegos.

–¿Qué le dan esas medallas? –Sobre todo confianza. No sólo por el hecho de ganarlas, más bien por las marcas, por poder estar peleando con gente que tiene buen nivel y eso me ha costado estos últimos años hasta ahora, desde la etapa júnior.

–Nació en Mallorca, ¿cómo fue su viaje a Madrid y de allí a Estados Unidos?

–Viajo a Madrid porque a mi padre le destinaron en el trabajo y fuimos toda la familia. El viaje a Estados Unidos fue un poco por la natación, después sí que quise buscar algo más, poder labrarme un futuro sin tener que sacrificar la natación, porque aquí se pueden compaginar muy bien y no tienes que sacrificar nada. Pero el principal motivo fue ese, porque el primer Mundial júnior que hice me salió bien y es cuando empecé a pensar en moverme. En Madrid me veía o estudiando o nadando, no las dos cosas. Porque, bueno, las Universida­des no tienen equipos de deportes competitiv­os, sí tienen equipos de deporte, pero la gente de nivel en España no está en esas universida­des, está en clubes, y mirando desde fuera en Estados Unidos mucha gente buena salía de la universida­d y daba igual si era una universida­d buena o mala, me decidí.

–¿Con quién se ha enfrentado en esos campeonato­s universita­rios?

–De nombres el que más está sonando a nivel mundial es Caeleb Dressel. Competí contra él cuando estuve el primer año en Auburn. Fue la única vez y es cuando batió el récord americano de 200 estilos, y yo estaba justo al lado. El resto de nombres quizás ahora no suenan mucho, pero en unos años lo harán en podios olímpicos y mundiales. Sin ir más lejos, tengo un compañero de la uni que se llama Bryce Mefford que está en el equipo olímpico, y con él que también compito compito y entreno todos los días...

–Estar cada día con gente así le hace mejor a usted...

-Sí, sí, sí. Claro, al final eso impulsa, hace que sea muy difícil conformart­e con los resultados. Ves marcas que a priori parece que están a años luz y que todos los compañeros las hacen en los entrenamie­ntos y te motiva a decir: «Si esta gente lo está haciendo y yo estoy con ellos, no te digo que vaya a lograrlo, pero sí es más probable que lo consiga que estando en otro sitio». –¿Dónde están los ingresos de un nadador?

–En España no hay universida­des con equipos, no hay una liga que tenga unas reglas de cómo ser nadador. En España y casi en cualquier parte del mundo, tú puedes tener patrocinio­s con marcas, contratos con quien quieras, y los ingresos te los quedas. En Estados Unidos acaba de cambiar, pero hasta hace dos semanas si estabas en la Universida­d no podías recibir dinero de ningún tipo, excepto la beca de la universida­d que te cubría las clases, te puede cubrir el alojamient­o y tal. Pero como ha cambiado estoy buscando patrocinio­s con alguna marca. Hasta hace pocos, ingresos técnicamen­te cero. Sólo recibo la beca para poder estudiar y vivir aquí. Ahora en principio sí vamos a poder cobrar de imagen. –Pero la Beca ADO...

–Si viene por parte de un Gobierno se permite. La suerte es que la beca ADO sí la recibo. –¿Qué le motiva para nadar? –Antes eran un poco más retos personales y ambición por llegar alto, ahora es casi más al revés, por la gente que tengo alrededor, por mis amigos, mis compañeros, mi familia y mis entrenador­es que me apoyan, pero muy poca parte la hago por mí solo. –¿Mantiene contacto con sus entrenador­es de Madrid?

-Sí, en especial con José Ignacio González, Taja, entrenador del Canoe. Con él sí que hablo bastante, porque no es sólo que sea el entrenador de mi club español sino que cuando voy al Campeonato de España de verano o la Copa de Clubes en invierno voy a competir y me quedo unos días entrenando con él.

–En EE UU su técnico es Dave Durden, jefe del equipo americano en Tokio 2020...

–Sí, el principal de los chicos, así

que imagínate, la confianza es plena, lo que diga el 99 por ciento de las veces va a tener razón.

–¿Es un método diferente en Estados Unidos y en España?

–Yo creo que sí. Por lo que yo he vivido en Auburn y California es diferente en el sentido de que los entrenamie­ntos no se enfocan tanto a buscar el aeróbico largo, series largas, entrenamie­ntos de dos o tres horas, se busca más la calidad. De hecho, es raro que hagamos un entrenamie­nto que dure más de dos horas, que parece poco, pero mientras el trabajo esté bien y dé resultados...

–¿Trabaja mucho fuera del agua?

–Sí, esa es otra de las diferencia­s. Al gimnasio se le da mucha importanci­a, por las tardes, por ejemplo, la sesión principal es la del gimnasio y la hacemos antes de tirarnos al agua. Técnicamen­te llegamos más cansados al entrenamie­nto

del agua porque queremos que el gimnasio esté bien hecho, y eso es algo que no es tan frecuente en España, aunque habrá clubes que lo hagan.

–¿Es difícil el salto desde júnior, donde lo ganó todo?

–Yo creo que es un poco personal, hay talentos que ya desde júnior tienen marcas para ganar absolutos, no creo que para ellos la transición fuera difícil, pero para mí sí porque recuerdo que mi última competició­n de todas en el etapa júnior fue el Mundial y lo hice bien, me llevé tres medallas de oro, pero el paso difícil fue entender que esas medallas están bien, sí, pero son de categoría de edades. Esas medallas lo mismo no te meten ni en una final de un campeonato absoluto. Es cambiar la mentalidad, decir: «Vale, hasta aquí hemos llegado y ahora hay que hacer algo distinto para conseguir el mismo éxito en las dos etapas». No es para nada lo mismo.

–¿Qué mejoras cree que tiene que hacer?

–Un poco el conjunto. Al final el objetivo no es nadar más rápido que esta temporada, es acercarnos lo más posible a lo que hice en el Europeo. Buscamos un poco repetir la preparació­n. Si hay detalles que mejorar, salidas o lo que sea, se lo dejó al entrenador, si me dice que cambie algo, lo hago. Es un poco más simple de lo que la gente pueda ver desde fuera. Yo voy a entrenar y si el entrenador me dice que cambie algo, lo cambio. Si no, es practicar. Normalment­e, si no me dice nada, no cambio nada.

–¿Y es difícil mantener el pico de forma dos meses después? –No sé... Mentalment­e, sí. Hace menos de un mes que estuve en buena forma e hice buenas marcas. Desde luego que mentalment­e si no hubiera tenido este mes diría: «La última vez que nadé bien fue hace un año o dos, no sé si voy a poder repetirlo». Pero al haberlo hecho hace un mes, mentalment­e es más fácil. Físicament­e ya te lo diré después de los Juegos.

–¿Qué aprendió de los Juegos de Río?

–Aprendí poco, fue para disfrutar más bien. De lo que he aprendido muchísimo ha sido de estar aquí en Estados Unidos a nivel deportivo. Los Juegos estuvieron bien, pero era demasiado pequeño para considerar que aprendí cosas.

–¿Cuál es la diferencia respecto a ahora?

–Te diría que la mayor parte, madurez y motivación. Mi entrenador de ese momento no fue; al no ir estaba pendiente de lo que me decían otros entrenador­es con los que no trabajaba. No sabía qué es lo que tenía que hacer, qué quería mi entrenador que hiciese... Lo bueno es que ahora, aunque hay comunicaci­ón con mis técnicos actuales en Estados Unidos, no necesito hablar con ellos todos los días para saber qué tengo que hacer, cómo calentar, comer, descansar... En Río era un poco novato, fui como improvisan­do. Ahora, aparte de la motivación de querer competir y no sólo disfrutar, sé qué rutinas debo hacer en cada momento.

«Hasta hace poco, mis ingresos técnicamen­te eran cero. En EE UU si estudiabas no podías tener patrocinad­or»

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