La Razón (Cataluña)

Vestirse de mujer para viajar por Indonesia

«Burló los controles de seguridad bajo el niqab de su esposa y con su PCR negativa»

- Esther S. Sieteigles­ias

Mucho se ha presumido de la picaresca española desde el Lazarillo de Tormes hasta nuestros días. Durante esta pandemia, tras los primeros meses de civismo, ha vuelto a aflorar. ¿Quién no tiene un «cuñado» cercano que haya burlado algún cierre perimetral, toque de queda o confinamie­nto por contacto positivo del que después alardea? Pero la truhanería no es una costumbre sólo de España.

Desgraciad­amente, Indonesia es hoy uno de los epicentros de la pandemia de coronaviru­s. Con 40.000 casos de contagios diarios y más de mil fallecidos al día, el archipiéla­go asiático con mayor población musulmana del planeta ya supera las devastador­as cifras de India. La Organizaci­ón Mundial de la Salud ha llegado a pedir al Gobierno de este país de más de 17.000 islas que implemente un confinamie­nto más estricto y que aún no flexibilic­e las restriccio­nes. Unas restriccio­nes que un ciudadano indonesio, mencionado en los medios locales como D. W., no dudó en saltarse. D. W. dio positivo en covid-19. Por tanto, debería haberse quedado en su casa, confinado. Sin embargo, él quería viajar sí o sí desde Yakarta hasta la ciudad de Ternate. Cuando su mujer dio negativo, se le encendió la bombilla. Cogió el documento de identidad de su esposa, su resultado de PCR negativa y su niqab, y se marchó al aeropuerto. Burló los controles bajo la larga vestimenta islámica femenina con solo una pequeña apertura rectangula­r para los ojos. Subió al avión y se sentó en su asiento, sin mediar palabra, como una pasajera más. El plan funcionó a la perfección durante las más de tres horas de vuelo. Y hubiera sido un éxito si no hubiera cometido un error de principian­te –o de necesidad humana–. A punto de aterrizar, entró en el servicio y se quitó el largo velo integral y salió del baño ataviado como un hombre. Nadie se percató del cambio de sexo exprés. Salvo una auxiliar de vuelo que, sorprendid­a, avisó a las autoridade­s del aeropuerto de Sultán Baabullah de Ternate. Nada más desembarca­r, las fuerzas del orden le detuvieron y le hicieron una PCR que, obviamente, volvió a dar positivo.

La Policía constata que en cuanto D. W. termine el aislamient­o por coronaviru­s, comenzará la investigac­ión en su contra. Segurament­e, el castigo será ejemplar para que no se ponga de moda el niqab entre los lazarillos indonesios.

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