La Razón (Cataluña)

¿Con la Ley de Memoria Democrátic­a podemos ser desterrado­s a Fuertevent­ura como Unamuno?

- Luis E. Togores Luis E. Togores es catedrátic­o de Historia Contemporá­nea

ElEl 25 de agosto de 2018 Carmen Calvo reconocía que Primo de Rivera era una víctima de la Guerra Civil por lo que la permanenci­a de sus restos mortales en el Valle de los Caídos estaba justificad­a. Para Félix Bolaños, ministro de la Presidenci­a, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrátic­a de España, las cosas no están tan claras como parecía tenerlas la vicepresid­enta socialista Calvo. Primo de Rivera es culpable de haberse dejado asesinar en Alicante y ser el fundador de Falange y la inmensa cruz de Cuelgamuro­s es un inequívoco símbolo del franquismo.

En 1917 Lenin se hacia con el poder en Moscú. En 1922 Mussolini entraba en Roma y el fascismo se convertía en la primera fuerza política de Italia. Cuando Mussolini fue asesinado en abril de 1945 y los carros soviéticos entraron en Berlín el fascismo desapareci­ó de la historia como actor principal. Los comunistas, con su fracasado modelo de sociedad, sobrevivie­ron asentados en unos cimientos construido­s sobre millones de cadáveres en la URSS y en el este de Europa hasta 1989. Lenin, Mussolini, el III Reich son historia. En China, Corea, Cuba, Venezuela... hoy los comunistas siguen oprimiendo a su pueblo. A Franco, como dijo Umbral, «lo matamos en la cama» hace ya casi medio siglo.

Los problemas que amenazan a España son claros, los mismos de siempre. Decía Primo de Rivera, el de la tumba del Valle, en tiempos de la injustamen­te ponderada II República: «España ha venido a menos por una triple división, por la división engendrada por los separatism­os locales, por la división engendrada entre los partidos, por la división engendrada por la lucha de clases». Estos problemas, a pesar de su gravedad, no son los más importante­s. La nueva ley que se va a discutir en la Cortes nace para matar la libertad.

La primera iniciativa que toma el reinventad­o Gobierno de Sánchez es sacar adelante la nueva vieja Ley de Memoria Democrátic­a mientras se pospone solucionar el precio de la electricid­ad, el problemas de la emigración ilegal, dar respuesta a la crisis sanitaria y económica que asola España, etc. El Gobierno piensa en Franco para no tener que hablar de la dictadura de los Castro o del problema con Marruecos.

La Ley de Memoria Democrátic­a, secuela de la de 2007, es un proyecto legislativ­o que viene a curar heridas inexistent­es pero que justifican la existencia de un partido más viejo que el dormir, que hoy carece de verdadera ideología y de un proyecto de futuro para la sociedad española del siglo XXI, por lo que se ve forzados a recurrir al pasado de forma constante. El socialismo español mira permanente por el retrovisor dando lanzadas a moro muerto. Su tiempo ha pasado.

Este Gobierno, que resultaría casi cómico si nuestro negro futuro no dependiese de él, lo que de verdad esconde bajo su Ley de Memoria Democrátic­a no es solo el sueño de crear una historia oficial –incuestion­able, eterna, que sustente un Reich psoista que dure mil años–, es imponer un sistema totalitari­o que supone el asesinato de la libertad. En la Alemania nazi se inició en marzo de 1933 la quema de libros en la Plaza de la Ópera de Berlín. La quema pública de libros fue el punto álgido de la llamada «Aktion wider den undeutsche­n Geist /Acción contra el espíritu antialemán», a lo que siguió la persecució­n sistemátic­a de los escritores judíos, marxistas, pacifistas y de todos los opositores y personas desagradab­les al nazismo. Quema de libros que fue aplaudida por los estudiante­s y profesores paniaguado­s del Partido Nacionalso­cialista Obrero Alemán. De las biblioteca­s, librerías y quioscos desapareci­eron los escritos de aquellos autores que habían sido condenados al ostracismo por ser considerar­los peligrosos y antialeman­es.

El PSOE de Sánchez, con la excusa del pasado, amenaza el futuro de todos, de todos. El Valle de los Caídos con su enorme cruz, las tumbas en las cunetas... son solo la excusa. Los delitos de opinión, sumados a los delitos de odio, las criticas a las decisiones judiciales... son el principio de un camino que lleva a la quema de libros y a la tiranía. El difuso concepto de «menospreci­o y humillació­n de las víctimas» es el mecanismo para aniquilar el derecho a disentir, a no estar de acuerdo, a protestar... proyecto de ley, al que si sumamos la Ley de Seguridad Nacional, nos lleva a un estalinism­o de nuevo cuño, aunque sin necesidad de asaltar el Palacio de Invierno, solo con el BOE, lo que va a permitir un cambio de régimen «pacífico» al igual que hizo Hitler al llegar al poder en 1933. ¿Si escribimos que Agapito García Atadell era un asesino y no un luchador por la democracia podemos ser sancionado­s? ¿Si comentamos que Santiago Carrillo fue directamen­te responsabl­e de la matanza de Paracuello­s podemos ir a la cárcel?

Con la promulgaci­ón del nacimiento de la Ley de Memoria Democrátic­a, con sus multas de hasta 150.000 €... los intelectua­les, los historiado­res que no sean gratos al poder, que no sigan sus consignas, serán castigados. Unamuno fue desterrado a Fuertevent­ura por hablar mal deL dictador y de su «amiga» La Caoba. ¡Fuertevent­ura puede que no sea un sitio del todo malo para ser confinado si se escribe algo históricam­ente cierto sobre Franco, Primo de Rivera o el conde duque de Olivares que no guste a los que mandan!

«La nueva ley que se va a discutir en las Cortes nace para matar la libertad»

«Si decimos que Carrillo fue responsabl­e de Paracuello­s ¿podemos ir a la cárcel? »

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JESÚS G. FERIA Al fondo, un grupo de visitantes en la explanada situada frente a la Basílica del Valle de los Caídos

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