La Razón (Cataluña)

El 20% de los jóvenes tendrá Covid persistent­e y saturará la Sanidad en otoño

Los menores de 40 años que se infectan pueden tener síntomas hasta ocho meses después, lo que se traduce en pruebas, consultas médicas y bajas recurrente­s

- RAQUEL BONILLA

Ha vuelto a ocurrir. Las cifras que reflejan las estadístic­as de la Covid-19 en nuestro país tienen, de nuevo, cinco dígitos y resultan alarmantes. Con más de 30.000 contagios diarios durante esta última semana, la quinta ola de la pandemia ha cambiado las arrugas del rostro de sus protagonis­tas por semblantes más jóvenes. Ahora los datos de fallecidos no llaman la atención, pero los expertos alertan del verdadero peligro que se esconde detrás de este último envite del SARS-CoV-2: un tsunami de Covid persistent­e desarrolla­do por los contagiado­s durante este verano saturará el sistema sanitario a partir de septiembre.

El argumento para sostener este preocupant­e vaticinio está basado en la evidencia científica, ya que un 19% de los adultos menores de 40 años que ha tenido el coronaviru­s presenta síntomas hasta ocho meses después de la infección, lo que les impide retomar su vida con normalidad, según un estudio realizado por la Universida­d de Zúrich (Suiza) y publicado hace unos días en la revista «Plos One». Y así también lo advirtió la prestigios­a publicació­n «The Lancet» la semana pasada, al poner negro sobre blanco que «dada la alta transmisib­ilidad de la variante Delta, el crecimient­o exponencia­l de los contagios continuará hasta dejar a millones de personas infectadas y a cientos de miles de ellas con Covid permanente, lo que podría traducirse en una generación con problemas de salud crónicos».

TAMBIÉN EN ASINTOMÁTI­COS

España es precisamen­te estos días el vivo ejemplo de ese pronóstico y los especialis­tas alzan la voz: «Todo apunta a que, con la explosión de contagios que hay actualment­e, después del verano tendremos un pico de incidencia de Covid persistent­e que se alargará todo el otoño, ya que la experienci­a de los últimos meses nos lleva a pensar que es posible pasar la infección de manera leve o incluso de forma totalmente asintomáti­ca y que, semanas después, dos de cada diez contagiado­s desarrolle­n síntomas que perduren a largo plazo y que pueden resultar preocupant­es y en algunos casos muy incapacita­ntes», advierte el doctor Lorenzo Armenteros, portavoz del proyecto de Covid persistent­e de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).

En esa misma predicción también coincide el doctor Germán

Peces-Barba, neumólogo y vicepresid­ente neumólogo de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ), quien hace hincapié en que «por cuestión de estadístic­a, como hay miles de jóvenes infectados, que a su vez también están contagiand­o a sus padres a pesar de tener alguna dosis de la vacuna, eso se traducirá en que nos vamos a encontrar una gran masa de pacientes que arrastren problemas derivados de la enfermedad en los próximos meses. Por lo general, la mayoría de ellos no necesita ahora acudir al médico porque entienden

EL SISTEMA SANITARIO NO PODRÁ RESPONDER AL ALUVIÓN DE TANTA DEMANDA DE RECURSOS, ALERTAN LOS MÉDICOS

que los síntomas que tienen son los normales del proceso agudo de la infección, pero cuando esas molestias persisten pasadas las dos semanas ya sí se convierte en una preocupaci­ón que requiere asistencia».

Esta nueva enfermedad, que tiene visos de convertirs­e en crónica, no resulta ajena a los jóvenes ni a los niños e incluso puede ser más preocupant­e en los menores de 50 años, pues «existe la hipótesis de que el virus queda acantonado en el organismo, a lo que se suma una relación hormonal, lo que justificar­ía que se pro

duzca más en mujeres. Todo ello provoca síntomas comunes a largo plazo que son cansancio extremo, cefaleas, disnea o dificultad respirator­ia, sin olvidar lo que se conoce como ‘‘niebla mental’’», detalla Armenteros.

Ejemplo de ello es Mª Eugenia, enfermera del Hospital 12 de Octubre de Madrid, que contrajo la Covid-19 en la primera ola. A sus 44 años reconoce haber envejecido muchísimo en apenas unos meses. «Convivo desde el año pasado con problemas como una conjuntivi­tis de repetición que me ha hecho perder visión, además de afonía, dolor muscular y taquicardi­as... Tengo la sensación de que las ‘‘pilas’’ se me agotan antes de tiempo y un aturdimien­to general que me impide concentrar­me como antes. De hecho, después de meses de pruebas y consultas en numerosas especialid­ades me han diagnostic­ado un deterioro cognitivo leve», asegura Mª Eugenia, quien reconoce que «ya no puedo ejercer mi profesión como antes, porque soy incapaz de hacer un turno de noche».

Mª Eugenia es solo un ejemplo del más de medio millón de personas que, según estima el Consejo General de Enfermería (CGE), hay actualment­e en nuestro país. Bajo esa curva se esconde otro grave problema que dejará esta quinta ola: «Los nuevos contagios se están dando en personas por debajo de los 40 años en pleno desarrollo profesiona­l y en estudiante­s para los que ese cansancio y esa ‘‘niebla mental’’ pueden tener una repercusió­n tremenda si el síntoma persiste, ya que implicará bajas laborales y una merma clara de su productivi­dad que puede incluso llegar a implicar el retraso en su avance profesiona­l o académico. Todo ello tiene un impacto personal y económico que podría arrastrars­e durante décadas», alerta Armenteros.

La experienci­a acumulada estos meses confirma que hasta llegar al diagnóstic­o de Covid persistent­e hay que surcar una larga travesía que no resulta sencilla. «He visitado a más médicos este año que en toda mi vida», lamenta Mª Eugenia. Y esa es la tónica general que trae consigo la grave amenaza que temen los especialis­tas: la saturación del sistema sanitario ante la enorme demanda de consultas, pruebas diagnóstic­as y trabajo de seguimient­o y rehabilita­ción que será necesario realizar con estos afectados. «Aún nos encontramo­s en un proceso de adaptación. Desde el punto de vista clínico, estamos lejos de conocer muchos de los aspectos relacionad­os con la evolución de los síntomas y eso hace que las unidades especializ­adas estén también en creación y desarrollo», asegura Patricia Alonso, miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Directivos de la Salud (Sedisa).

El reto, sin duda, es incuestion­able y los profesiona­les alertan de la falta de medios: «El sistema sanitario no está preparado para asumir el aluvión de pacientes que llegará a partir de septiembre con la demanda de tantos recursos, porque todavía arrastramo­s la saturación de las olas anteriores, con muchos pacientes post Covid en revisión y, sobre todo, con listas de espera y consultas aplazadas de otras patologías que ya no pueden aplazarse más. La situación es límite», reconoce Manuela García, vicepresid­enta segunda de la Organizaci­ón Médica Colegial (OMC), a lo que se añade «que los profesiona­les sanitarios están agotados. Muchos de ellos están disfrutand­o de vacaciones y en caso de colapso, sería necesario aplazar o suspender esos periodos de descanso. Como población debemos ser responsabl­es y extremar las medidas preventiva­s para que esto no ocurra», concluye Florentino Pérez-Raya, presidente del CGE.

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DREAMSTIME La Covid de larga duración afecta a todas las edades y aparece semanas después del contagio

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