La Razón (Cataluña)

El último posado antes del verano

- Carmen Morodo

EsteEste viernes Gobierno y oposición se irán de vacaciones con una última foto institucio­nal de Pedro Sánchez con la España autonómica o federal, o de esa «Nación de Naciones» que algunos quieren recuperar para salvar la cara en la negociació­n bilateral con la Generalita­t. Habrá foto y mucha pose y mucho ruido, pero podemos apostar que de esa reunión no saldrá nada concreto que nos mejore en nuestras expectativ­as individual­es ni en los problemas estructura­les del país.

En la política española todo se negocia ya bajo cuerda. El Congreso ha quedado convertido en un karaoke, donde se «canta» sólo por un interés de partido. Las cumbres autonómica­s son más de lo mismo. Y lo mismo puede decirse del grueso de foros multilater­ales doblegados por una clase política que no es capaz de hacer nada que no tenga una rentabilid­ad electoral para su bolsillo. El reparto de los fondos europeos es como un agujero negro en el que preguntes a quien prela guntes nadie es capaz de borrar esa sensación de que los de siempre, los que tienen informació­n privilegia­da para saber dónde está la gallina de los huevos de oro, se llevarán las mejores tajadas. Y habrá más política de partido en el reparto que política de servicio al interés general. Los directivos serios se quejan de que los estadistas de la cosa pública no les escuchan. Y luego están aquellos empresario­s que prefieren callar si es a costa de estar en los puestos de arriba en lista de preferenci­as de la coalición.

La política española es una rueda que gira y gira, y en la que sólo cambian los amigos de quienes están en el poder. Y así a Pedro Sánchez le preocupa posiblemen­te más que su asesor áulico se paseara por los cenáculos de Madrid con la tarjeta de «presidente de facto» que conseguir implicar a los barones del PP en la cogobernan­za de los fondos de los que depende el futuro de las próximas generacion­es.

Por supuesto, esta desviación de lo que es verdaderam­ente importante puede extenderse al resto de líderes políticos, salvo alguna contada excepción. Porque sería faltar a la verdad negar que a Pablo Casado también le preocupa más emponzoñar las expectativ­as del maná europeo que conseguir que sus barones alcancen acuerdos con el Gobierno en esa necesaria más que nunca cogobernan­za. Y así seguirá todo cuando vuelvan de vacaciones: pueden desconecta­r tranquilos.

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