«LA VIDA DE UNA PERSONA VALE MUCHO, QUIZÁS NO SEA LO MISMO PARA EL CRITERIO DE DÍAZ AYUSO»
SeñoraSeñora presidenta, en su comunidad, en sólo tres días de este mes de julio, entre el 16 y el 19, para ser exactos, el MoMo,el instrumento del Instituto Carlos III, que monitoriza el exceso de mortalidad en España, daba cuenta de 34 fallecimientos fallecimientos más sobre las muertes esperadas, lo que supone un 41 por ciento. El último informe del MoMo referido a Madrid, señala que entre el 10 de enero y el 3 de marzo de este año, en pleno invierno, el exceso de mortalidad de la región que preside Isabel Díaz Ayuso, fue del 20 por ciento. En otros períodos de 2020 monitorizados en Baleares, cuando su gobierno mantenía severas medidas restrictivas al comercio y la hostelería –que, por cierto, usted se saltó– los excesos de mortalidad fueron del 31 y el 47 por ciento, cifras nunca alcanzadas en la Comunidad de Madrid desde mayo de 2020 hasta ahora. Y, sin embargo, habría que ser muy miserable para responsabilizar le de esa tragedia y poner en duda sus esfuerzos y su voluntad en la lucha contra la pandemia. Si algo nos ha enseñado el maldito virus, y mucho me temo que vamos a tener que seguir aprendiendo, es lo errático de su comportamento y la ineficacia general de las medidas de contención. Por supuesto, se puede encerrar a todo el mundo en sus casas, pero se ha demostrado que, al menos, hasta la llegada de las vacunas, sólo sirvió para aplazar las nuevas oledas de la infección.Creáme cuando le digo que Díaz Ayuso, antes de que el Gobierno decretara el estado de alarma y el confinamiento, fue la primera que puso en marcha las restricciones que estaban en su mano, desde el cierre de los colegios a la clausura de los centros de atención a los mayores, y que se levantaba de madrugada para recibir los aviones que traían de China las mascarillas y los equipos de protección para los sanitarios. Que se la vio llorar en las morgues de los palacios de hielo y que la creación del Ifema y, luego del Zendal, fue, sobre todo, un acto de rebeldía contra la muerte. Y lo siento, pero hay que tener muy poca empatía para decir lo que usted insinúa.