La Razón (Cataluña)

La ratonera de Annual PRIMER DESASTRE EN EL MONTE IGUERIBEN

EL MISMO DÍA EN EL QUE EL GENERAL NAVARRO ATERRIZA EN LA LOCALIDAD MARROQUÍ, LOS HARQUEÑOS EMPIEZAN A LANZAR SUS ATAQUES

- Luis E. Togores -

ElEl 20 de julio, el coronel Manella, jefe del Regimiento Alcántara, se hace cargo del mando de Annual. Los harqueños encienden hogueras en los montes llamando a otras cabilas para unirse al combate contra España. Desde Annual salen tres columnas con el fin de socorrer a Igueriben pero fracasarán en su intento. La compañía del capitán Del Rosal llegará a las inmediacio­nes de las posiciones españolas, pero los harqueños los diezman, no están dispuestos a que entre ni una sola gota de agua ni una bala en Igueriben. Manella ordena el repliegue de las columnas. El sargento Francisco Martín Prieto y cincuenta voluntario­s se ofrecen para jugarse el todo por el todo para socorrer a los camaradas. Sus mandos les prohíben realizar el intento al considerar­lo un suicidio. Ese mismo día, el general Navarro llega a Annual para hacerse cargo del mando de las operacione­s. En la zona occidental, El Rausini está prácticame­nte vencido. Ese mismo día los harqueños comienzan a lanzar sus ataque sobre Annual en la zona oriental. Los soldados moros de Regulares están inquietos. El comandante Benítez, jefe de Igueriben, y sus hombres se encuentran al borde de su capacidad de resistenci­a. Carecen de agua, alimentos y casi de munición. Para colmo de males, un proyectil de artillería disparado por los rifeños destruye dos de las cuatro cajas de munición que les quedaban. En la noche del 20 al 21 de julio llueve, lo que alivia en algo la situación de los defensores. Navarro comienza a planificar la retirada. No solo resulta imposible llegar a Alhucemas, sino conservar lo ya conquistad­o. La posibilida­d de quedar sitiados es una realidad. Para la retirada se crea una nueva posición, la C, que tiene que asegurar que el camino a Izumar quede abierto y libre de enemigos. El 21, en Dar Drius, están concentrad­os los escuadrone­s de Alcántara con órdenes de permanecer a la espera de acontecimi­entos. Al mando del regimiento está el teniente coronel Fernando Primo de Rivera, ya que el coronel Manella está en

Annual. Annual es atacado en fuerza. Navarro informa a Silvestre de que sus tropas están en inferiorid­ad numérica y con la moral muy baja, son soldados de cuota y los regulares y la policía indígena dan muestras de que a la menor oportunida­d se pueden pasar al enemigo. Silvestre se dirige a la ratonera de Annual para hacerse cargo directamen­te del mando, al tiempo que de los aduares van llegando más guerreros para unirse a la harcas que luchan contra los españoles.

Las cosas no marchan bien

Siete y cuarto de la mañana del 21, Navarro escribe desde Annual: «La situación del enemigo y el terreno obligan a dividir las fuerzas en dos columnas (...) débiles, y si añado que el espíritu de las tropas no es todo el necesario para compensar la debilidad, me creo en el deber de exponer la desconfian­za de conseguir el objetivo que desde el momento que llegué a esta posición he perseguido...». Las cosas no marchan bien. Silvestre ordena marchar a Annual a los jinetes de Alcántara y a un tabor de Regulares. A Melilla empiezan a llegar noticias de lo que ocurre en Annual y el miedo, como una mancha de aceite, lentamente, empieza a extenderse por la ciudad. Navarro va a hacer un último y desesperad­o esfuerzo para socorrer a Igueriben. Manella se pone al frente de una fuerza de tres mil hombres. Mientras, el regimiento Alcántara deja Dar Drius para escoltar a Silvestre hasta Annual acompañado de un tabor de Regulares. Los de Alcántara llegan al desfilader­o de Izumar. Abandonan su equipo en tierra ante la posibilida­d de entrar en combate: «Dejamos todo cuanto entorpece la marcha y el combate si llegara el caso (...) haciendo alto el Regimiento entre los campamento­s de Annual». Silvestre ya casi ha llegado. Puede ver el avance muy lento de las columnas de Manella que sufren muchas bajas, por lo que monta a caballo para llegar al galope a Annual. Silvestre quiere entrar en batalla con las tropas aún disponible­s en Annual, con los regulares y los jinetes de Alcántara que llegan de refuerzo. Navarro intenta disuadirle, las columnas están clavadas ya sobre el terreno, pero el coronel Manella, en un último esfuerzo, logra llegar a Igueriben. Los de Alcántara piden entrar en combate. Silvestre lo impide. Se ha liberado Igueriben a un enorme precio, pero Silvestre se da cuenta de la terrible situación en la que se encuentran las tropas. Silvestre ordena a sus ayudantes que sorteen quiénes de ellos se queda con él. Los dos piden seguir en Annual, pero la decisión de Silvestre es firme. Sabe lo que se aproxima. Navarro parte para Melilla para hacerse cargo del mando en persona en previsión de lo que va a ocurrir. El espíritu numantino de los españoles flota en el ambiente. Silvestre ordena evacuar Igueribe. El comandante Benítez obedece, pero le escribe diciendo que nunca esperó recibir esa orden. La tropa se retira abandonand­o a su suerte a enfermos y heridos. La salida de los defensores se realiza luchando cuerpo a cuerpo. Muchos oficiales permanecen en Igueriben combatiend­o hasta el último momento en la alambrada, donde se dan muerte para no caer en manos de los rifeños. De los oficiales de Igueriben solo sobrevivió el teniente Casado Escudero, herido en un pie, que fue hecho prisionero. Benítez logra una laureada a título póstumo.

«EN EL MOMENTO EN EL QUE EMPIEZAN A LLEGAR NOTICIAS A MELILLA, EL MIEDO, LENTAMENTE,

SE VA EXTENDIEND­O»

 ?? EJÉRCITO DE TIERRA ?? VIII bandera con regulares defiende posición en Alhucemas, 1926
EJÉRCITO DE TIERRA VIII bandera con regulares defiende posición en Alhucemas, 1926

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