Biden se retira de Irak
El presidente de EE UU y el primer ministro iraquí acuerdan el fin de las operaciones de combate de las tropas estadounidenses
Primero fue Afganistán, ahora podría ser Irak. La misión militar estadounidense en el país afgano concluirá definitivamente el 31 de agosto, tal y como anunció el presidente Joe Biden. Pero no será la única retirada de tropas progresiva que Estados Unidos se ha planteado anunciar este verano.
El presidente de EE UU y el primer ministro iraquí, Mustafa al Kazimi, anunciaron ayer el fin del despliegue de soldados estadounidenses en suelo iraquí. En principio, ambos mandatarios discutieron ayer «una nueva fase» de la presencia militar estadounidense en Irak. Según indicaron, las tropas de combate de Estados Unidos dejarán Irak a final de año, aunque permanecerán en el país un número indeterminado de soldados para asesorar y entrenar al Ejército iraquí. «No vamos a estar a final de año en una misión de combate (en Irak)», aseguró el mandatario estadounidense en declaraciones a la prensa en el Despacho Oval de la Casa Blanca y en presencia de Al Kazimi.
Esta maniobra no sería ni completa ni definitiva, ya que EE UU mantendría todavía una destacada presencia de soldados en Irak, estableciendo una transición entre la amplia presencia de sus militares y una misión de entrenamiento y asesoramiento para finales de este año, según fuentes de la Casa Blanca. Cerca de 2.500 soldados estadounidenses continúan presentes en labores de entrenamiento en Irak, habiéndose desplegado la mayoría de la presencia militar de EE UU (enviada en 2014 como parte de la coalición internacional de ayuda a Bagdad para derrotar al EI). «Irak ha pedido, y nosotros estamos totalmente de acuerdo, que continúen las operaciones de entrenamiento, el apoyo logístico, el apoyo de inteligencia, el apoyo de asesoramiento… Todo eso continuará», señaló un alto funcionario del Gobierno. Dejar a Irak sin la presencia de tropas estadounidenses de manera progresiva no es una opción que contemplen ninguno de los dos países, puesto que Washington lidera la coalición internacional que combate al Estado Islámico en Siria. Además, las crecientes tensiones con Teherán tampoco permitirían a EE UU dejar a Irak a merced de la influencia iraní.
Pero faltan sólo tres meses para que tengan lugar las elecciones legislativas en Irak, lo que ha motivado al primer ministro a reexaminar la presencia de tropas estadounidenses en territorios que Mustafa al Kazimi espera recuperar de manos de las facciones pro Irán (en contra de la presencia militar de EEUU) en la próxima cita con las urnas. Con su visita a la residencia presidencial, el primer ministro iraquí pretende, según los expertos, concretar nuevos acuerdos con EE UU, reforzar su imagen y presionar a las crecientes facciones chiíes que están atentando en su país bajo la exigencia de la retirada completa de las tropas estadounidenses.
Aunque, de manera paralela, la actual situación que vive Afganistán tras la reciente retirada de los militares de EE UU, desplegados desde hace décadas en el país, no augura que la retirada completa de Irak pueda ser una realidad cercana. Biden no se fía de los talibanes y cree que ni los repuntes de violencia ni el conflicto cambiarán como consecuencia de la retirada de sus tropas. El presidente de EE UU y su Gobierno no pretende «mandar a otra generación a la guerra en Afganistán sin expectativas razonables de lograr un resultado diferente», dijo Biden desde la Casa Blanca. «Ninguna nación ha unificado nunca Afganistán. Ninguna nación. Hay imperios que han ido allí y no lo han conseguido», añadió el mandatario. Lo cierto es que los talibanes se fortalecen a nivel militar desde que comenzó, en mayo, la salida progresiva de las tropas de EE UU y la OTAN.
La intervención militar estadounidense en Afganistán, motivada por el ataque del 11 de septiembre de 2001, se ha convertido en la guerra más larga de la historia de EE UU. Tras la retirada definitiva a finales de agosto, cerca de 650 soldados permanecerán allí para garantizar la seguridad de la Embajada de EE UU en Kabul y proteger el aeropuerto internacional de la capital afgana. Ya con el 90% de las tropas retiradas, la meta de Biden es completar ese objetivo coincidiendo con el 20 aniversario de los mayores atentados sufridos en Estados Unidos.
Aunque esa salida definitiva ha provocado gran inquietud en Afganistán por el avance de los insurgentes talibanes, que han capturado cerca de 150 de los 407 distritos del país a las fuerzas afganas. Es más, el número de víctimas civiles en Afganistán aumentó de forma «especialmente preocupante» desde el inicio de la retirada de las tropas internacionales, según denunció ayer la ONU. La Misión de Asistencia de Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA) advirtió que 2021 podría convertirse en el año más sangriento para la población civil desde que comenzó a recabar datos en el país en 2009, mientras la formación insurgente continúa ganando terreno. Entre mayo y junio, 783 civiles murieron y 1.609 resultaron heridos.