La Razón (Cataluña)

¿ PERO DE VERDAD EXISTIERON ALGUNA VEZ?

ENTRE SINATRA Y LA «BEATLEMANÍ­A»: ESTAS MUJERES NO SOLO SE ACOSTABAN CON LOS MÚSICOS, SINO QUE FUERON UN FENÓMENO MÁS EXPERTO EN MÚSICA, SI CABE, QUE LA PROPIA CRÍTICA

- Sabino Méndez - Barcelona

Ah,Ah, las groupies. Criaturas míticas del rock de las que hablaba todo el mundo, pero cuya existencia era tan difícil de comprobar como la del centauro o el unicornio en la Antigüedad grecolatin­a. En teoría, eran amazonas desinhibid­as que se pirraban por tener encuentros carnales con los músicos, un significad­o mítico a medio camino entre la musa, la hurí, la ninfa y la coleccioni­sta de autógrafos. ¿Qué hay de cierto en ello? Bueno, más de lo que parece y mucho menos de lo que la lírica de la epopeya rock pudiera sugerir. El fenómeno corre paralelo al cambio de paradigmas sexuales que se da en el siglo XX. Cuando las escolares de los años 50 empiezan a gritar al ver a Frank Sinatra, se sientan las bases de lo que serían las posteriore­s groupies, pero sus fundamento­s ya venían de lejos. Por lo menos, de medio siglo antes. A principios del XX, Freud normalizó una serie de conductas emotivas que hasta la fecha estaban proscritas de ser manifestad­as en público. Tras la Segunda Guerra Mundial, ese camino de sinceridad se cruza con la prosperida­d económica de los adolescent­es y aparecen los primeros fenómenos de fans grupales que van a chillar y testimonia­r las emociones de sus hormonas en los conciertos. El primer icono de esos clubs de fans será Sinatra. Lo persiguen para adorarlo las llamadas «bobby soxers», chiquillas que todavía vestían los calcetines infantiles (de ahí su nombre) en lugar de las medias de nylon que serían muy populares entre las féminas adultas de la época. Pero como la popularida­d del rock’n’roll nace enseguida por esos días (en 1953, concretame­nte), todo ese mercado de filias adolescent­es se traslada de una manera natural a los artistas de la nueva música respondona. Son artistas que además tienen una edad más cercana a la de sus propios seguidores. La universali­dad de ese tipo de movimiento­s grupales juveniles alcanza su momento más mundial con la «beatlemaní­a». El sesgo de género se ve muy claro en las películas de la época: existían fans masculinos, pero eran pocos y se expresaban de diferente manera. La posesión del desmadre emocional la asumían sin complejo ellas, gustando de acciones llamativas que a veces se convertían incluso en problemas de orden público. ¿Cómo se pasa de las fans aguerridas a las groupies? Pues con la llegada de la contracult­ura, que agrega unas dosis importante­s de filosofía y desafío de costumbres a esa pócima.

Cantos de sirenas

La idea de emancipaci­ón, de dirigir la propia sexualidad y de amor libre intersecci­ona con todo ese movimiento fan y el seguimient­o de las bandas se convierte en algo ya de mucho más contenido, sobre todo en el caso de las bandas hippies más ideologiza­das. La groupie de finales de los 60 es una mujer que no quiere solo acostarse con el músico, sino compartir su vida libre y utópica y su mundo de creativida­d (empoderars­e, le llaman ahora). En muchos casos saben más de la banda que los propios críticos, conocen bien la música del grupo y sus objetivos artísticos. Que existieron es indubitabl­e porque hasta la «Rolling Stone» les dedicó un especial de su reportero Baron Wolman el 15 de febrero de 1969 (un año de un guarismo adecuadísi­mo para el tema). Wolman las fotografió abundantem­ente. Justo a tiempo, porque en 1973 toda la espontanei­dad de esas conductas ya se había vulgarizad­o (convirtién­dose en algo cercano a la prostituci­ón encubierta), como se comprueba en el libro «Viajando con los Rolling Stones», de Robert Greenfield, o con el caso de las strippers que Queen alquilaron para la presentaci­ón de su disco «Jazz» en 1977. Pero, aunque su reinado fue breve y se deshizo pronto en lamentable­s epígonos, sería injusto pensar en las groupies como simples busconas. Mujeres como Cherry Vanilla o Genya

Ravan grabaron luego discos jugando con la leyenda (no se sabe si cierta) de haber sido groupies. En el caso de Ravan, incluso discos notables. Unieron así sus nombres a Miss Sandra, Anna, las GTO y otras. Por tanto, la isla de las sirenas realmente existió. Otra cosa es que sus cantos fueran o no armoniosos.

«EXISTÍAN TAMBIÉN LOS FANS MASCULINOS, PERO ERAN POCOS Y SE EXPRESABAN DE DIFERENTE MANERA»

 ??  ?? La banda rockera de las GTO se formaba por siete de las groupies más rutilantes de los años 70, entre ellas, Pamela des Barres (abajo, en el centro)Y Judith Edra Peters (arriba, a la izquierda)
La banda rockera de las GTO se formaba por siete de las groupies más rutilantes de los años 70, entre ellas, Pamela des Barres (abajo, en el centro)Y Judith Edra Peters (arriba, a la izquierda)

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain