La Razón (Cataluña)

Las lágrimas son de plata y el bronce monta las juergas

- EL VOLEÓN Lucas Haurie

La paradoja del podio dicta, y así lo aceptan todos los deportista­s, que es más feliz la medalla de bronce que la de plata, ya que el tercero es el que se encarama a última hora al palmarés mientras que el segundo termina frustrado por no haber sido primero. España luce dos preseas que confirman el lugar común, puesto que la de Adriana fue recibida entre lágrimas y la de David, acogida con alborozo. Al bastetano lo asesora Carlos Coloma, el último medallista español en Río, y se notó porque se subió al cajón de idéntico modo: con una remontada tan sigilosa como loca. Su mentor dio un recital de espontánea felicidad en la recta de meta: se golpeó con la mano la bandera nacional del maillot –un patriota–, simuló un natural con la muleta –taurino– y se agarró con brío el paquete –machote–. Él no se atrevió a tanto, pero ahí queda la gesta.

Otro bronce feliz fue el del kuwaití Abdullah Alrashidi. El tirador árabe, oficial del ejército cuando

Sadam Husein invadió el emirato, está a punto de cumplir 58 años y casi le dobla la edad al tricampeón de su prueba, el estadounid­ense Vincent Hancock, que tiene 32 y se colgó su primer oro en Pekín, antes de llegar a la veintena. En Río, ya fue tercero en la modalidad de skeet y se ganó el cariño del público carioca, que lo llamaba «mostache» debido a su poblado bigote, bajo el que jamás falta una sonrisa de abuelo encantador. Como su comité olímpico estaba sancionado, participó en 2016 como atleta independie­nte y se permitió el lujazo de competir en la final con la camiseta del Arsenal, equipo londinense del que es fan impenitent­e. Ayer sí pudo disparar bajo su pabellón nacional.

La venerable edad de Alrashidi multiplica el mérito de su tercer puesto, pero, ni mucho menos, fija una plusmarca. Para batir el récord olímpico de medallista más longevo de la historia, nuestro amigo kuwaití debería subirse al podio en los Juegos de 2036. Sólo así superaría al sueco Oscar Swahn, plata en Amberes 1920 con nada menos que 72 años cumplidos. El escandinav­o también practicaba el tiro, aunque una modalidad que desapareci­ó del programa olímpico en París 1924: la caza del ciervo por parejas. Antes de que hiperventi­len los ecologista­s, conviene aclarar que el «animal» era metálico y se movía por un raíl de veinticinc­o metros que cubría en menos de cuatro segundos, casi como Usain Bolt. No debía ser fácil derribarlo desde cien metros, que era la distancia desde la que disparaban los cazadores.

Si el tiro es un deporte viejuno, el skateboard se ha revelado como una disciplina «new age», casi infantil. Ayer se disputó la prueba femenina del monopatín –sí, el término periclitad­o desvela la decrepitud del firmante– y resulta que Alrashidi tiene quince años más de los que suman las dos impúberes de trece y la adolescent­e de dieciséis que se subieron al podio. Está muy bien que el CIO quiera adecuarse a los nuevos tiempos, de acuerdo, pero alguna eminencia gris en Lausana debiera plantearse si no es contraprod­ucente dar la posibilida­d de ser campeón olímpico, con el componente mercantil e icónico que ello acarrea, a niñas casi de guardería. Ni citius ni altius ni fortius... le cuelgan una medalla de oro al más gracioso del parque. Un mocoso que recién empieza la ESO, ¿en qué es equiparabl­e a un deportista de élite? No sé, creo que sería bueno darle una pensada al asunto.

Alrashidi tiene quince años más que las tres medallista­s de la prueba femenina de skateboard... juntas

 ?? EFE ?? Abdullah Alrashidi, bronce en tiro con 57 años
EFE Abdullah Alrashidi, bronce en tiro con 57 años

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