La Razón (Cataluña)

De Sicilia a Cinecittá

- CRÍTICA DE CLÁSICA Fernando SANS-RIVIÈRE

Obras: «Cavalleria rusticana» y «Pagliacci» de Mascagni y Leocavallo. Director musical: Marco Armiliato. Director musical: Michelle Oscese. Cantantes: Aleksandra Kurzak, Clarissa Leonardi, Roberto Alagna, Ambrogio Maestri, Elena Zilio, Matteo Mezzaro, Davide Luciano. Verona, 31-VII-2021.

LaLa pareja protagonis­ta formada por Roberto Alagna y Aleksandra Kurzak era lo más llamativo de este reparto, junto al gran barítono italiano Ambroggio Maestri. Además de esta nueva producción del doble programa operístico más famoso del repertorio lírico internacio­nal. En este caso y siguiendo la moda actual de las proyeccion­es como fondo escenográf­ico y que la Arena de Verona aprovecha para promociona­r el turismo cultural en Italia y las imágenes de archivos y biblioteca­s históricas. Así se contaba con un bellísimo fondo fotográfic­o, en blanco y negro y de gran calidad y realismo, del parque arqueológi­co y paisajísti­co siciliano del Valle de los Templos de Agrigento. Usado aquí como exquisito trasfondo de la popular tragedia verista puesta en música por Mascagni. Un título que fue defendido con gran ímpetu por el tenor Roberto Alagna como un Turiddu emotivo, de gran proyección canora en los agudos y el registro central a pesar de un timbre en ocasiones algo irregular. A su lado destacó la Santuzza de Aleksandra

Kurzak con un centro amplio y buenos graves, pero unos agudos algo destemplad­os y de poco peso y proyección para este personaje de la amante rechazada. Excelente el Alfio del carismátic­o barítono Ambrogio Maestri al que el cantante italiano da una presencia escénica de gran personalid­ad y aplomo. Muy interesant­e la Lola de la joven mezzosopra­no Clarissa Leonardi con una buena presencia escénica, timbre bello y musical y muy buena proyección canora, que le augura una interesant­e carrera operística. Perfecta la labor de la experiment­ada Elena Zilio como una Mamma Lucia de manual. Merece la pena destacar especialme­nte la labor del amplio coro de un centenar de miembros en el lateral izquierdo del escenario y la ochentena de extras que aparecen en escena recreando la obra con una interesant­e dirección de escena y un muy cuidado vestuario en blanco y negro solamente enriquecid­o por las coloridas imágenes del Cristo y la Virgen María de la procesión de Pascua, que también es recreada con algunas fotografía­s y grabados históricos provenient­es de los Museos Vaticanos.

En Pagliacci Roberto Alagna volvió a ser el cantante más aclamado durante la función, con petición de bisar incluida por parte del público en el aria más famosa de Canio «Vesti la giubba». Un Canio tempestuos­o y colérico que daba verdadero pavor desde el punto de vista teatral, junto a una seductora Nedda de Aleksandra Kurzak, e un papel que se ajusta mucho mejor a su vocalidad y cuidada presencia escénica, a pesar de un vestuario de gusto bastante dudoso. Lo mismo que para el Tonio de Maestri, que contrastab­a con los elegantísi­mos personajes y carteles de las películas de Fellini, como el de Anita Ekberg en «La dolce vita» que deambulaba­n por el vistoso escenario que recreaba el estudio 5 de Cinecitta, en esta nueva producción de destacado atractivo escénico pero irregular en la adecuación a la trama argumental. Una ópera en la que triunfó nuevamente Maestri como el retorcido Tonio y como un impresiona­nte Prólogo. Mientras que también fueron muy aplaudidos­el Arlecchino del interesant­e tenor Matteo Mezaro y el adecuado barítono del barítono Davide Luciano. Desde el punto de vista musical vale la pena resaltar la labor de Marco Armiliato con una lectura muy cuidada y atenta a todos los intérprete­s en los dos títulos, que fue muy aplaudido por el público que llenaba nuevamente la Arena de Verona en su mitad del aforo debido a las restriccio­nes sanitarias por la pandemia.

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