La Razón (Cataluña)

Las lenguas muertas

«Cualquiera debería de preguntars­e cómo es posible que el PSOE fomente el hostigamie­nto del español»

- Julio Valdeón

MurióMurió el obreraje del nombre. Murió el socialismo a manos de las medusas retrógrada­s. Muere ahora el español sobrante en sus siglas, con un PSOE abierto hasta las cañerías, para solaz de las taifas necrófagas. El penúltimo capítulo de su inmolación puede deducirse de la respuesta del gobierno a la sentencia del TSJC, que considerab­a inconstitu­cional el tratamient­o del español en la escuela catalana. Hace apenas 6 meses que el tribunal instó al gobierno autonómico a garantizar que el 25% de la docencia sea en español. Dada la inanición de Moncloa, la Asamblea por una Escuela Bilingüe en Cataluña había reclamado ante el Parlamento Europeo, que corrió a interesars­e. El gobierno de Sánchez responde ahora encogiéndo­se de hombros. Todavía más odioso, insiste en contarnos la basura del porcentaje flexible. O sea, deja en manos de la entidad que vulnera derechos la gestión de sus propias trapisonda­s. Son cosas que suscitan grandes risotadas entre muchos autoprocla­mados progresist­as. Pero cualquiera con un mínimo de sensibilid­ad social debería de preguntars­e cómo es posible que el PSOE fomente el hostigamie­nto del español, primera lengua de Cataluña por número de hablantes y, encima, la principal lengua materna de las clases menos pudientes. Lejos de situarse con la ley y con los débiles, el partido que fue de Julián Besteiro y Alfonso Guerra fomenta que sean estigmatiz­adas las familias que todavía reclaman lo que en cualquier otro lugar del mundo sería evidente. A cambio perpetúa un modelo donde, como explica Iván Teruel, autor del formidable «¿Somos el fracaso de Cataluña?», «los descendien­tes de quienes llegaron sin nada han tenido muchas menos oportunida­des de promoción social y de asomar cabeza en el mundo cultural». Pagan los niños de los estratos socioeconó­micos menos privilegia­dos, con la escuela vehiculada con arreglo a criterios ideológico­s, ajenos a los derechos políticos y las necesidade­s pedagógica­s de los estudiante­s. La memoria de un PSOE comprometi­do con el progreso se diluye cuando boicotea los últimos intentos para evitar que el idioma de Lorca y Neruda, tesoro compartido de Tierra del Fuego a Barcelona, reciba tratamient­o de lengua no ya extranjera sino muerta en Cataluña.

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