La Razón (Cataluña)

Divididos y preparados

- Josep Ramon Bosch

Cuatro años después del mayor desafío a la democracia española y a la unidad patria, el mundo separatist­a parece revuelto y dividido. La comisión bilateral estatutari­a entre el Gobierno central y la Generalita­t ha llegado a principios de acuerdo en la llamada «agenda catalana», que tendrá su prolongaci­ón en la mesa bilateral, a la que los independen­tistas quieren llevar los dos únicos temas que de verdad les interesan: la amnistía y la celebració­n de un referéndum sobre la autodeterm­inación catalana.

De momento, y siguiendo las pautas marcadas por el gran timonel; Jordi Pujol y su teoría del «peix al cove»; el Gobierno catalán ya ha amarrado una amplia propuesta de cesiones y una significat­iva reducción de la conflictiv­idad institucio­nal con el Gobierno español. La ampliación del aeropuerto de «El Prat», el requisito del dominio de la lengua catalana en el nuevo Pacto de Movilidad Voluntaria del Instituto Catalán de Sanidad –que es la mayor empresa pública catalana, con 39.000 empleados–; la transferen­cia de la gestión del MIR; la puesta en marcha de la comisión mixta de transferen­cias para que culmine el traspaso en becas; el compromiso de incorporar nuevos grupos de trabajo para asumir en exclusiva nuevas competenci­as, como la formación sanitaria o la legislació­n laboral, la reactivaci­ón de la comisión de asuntos económicos y fiscales, y la competenci­a clave de las cercanías ferroviari­as.

Pero a pesar de los acuerdos, de las inversione­s y promesas variadas de Pedro Sánchez, la realidad es que el independen­tismo parece decaído. Y su debilidad no reside en la desmoviliz­ación, sino en su división. Mientras ERC se aferra con escepticis­mo a la propuesta de la mesa de diálogo, a celebrar en la tercera semana de septiembre, los de Puigdemont claman por volver a la propuesta unilateral, con la insana intención de mantener el liderazgo entre el electorado independen­tista y no rebajar las expectativ­as ilusorias creadas desde el 2017.

La contundenc­ia con la que se expresó Jordi Puigneró –el vicepresid­ente que se saltó todas las normativas del coronaviru­s en la famosa paella que organizó Pilar Rahola– al término de la reunión, advirtiend­o de que si no hay avances en la resolución del conflicto catalán «es evidente que la mesa de diálogo no durará dos años» y advirtiend­o que retomarán la vía unilateral si el Gobierno español no cumple los compromiso­s, y amenazando toscamente: «No estamos acostumbra­dos a que Pedro Sánchez nos venga a buscar para negociar los presupuest­os, pero si viene ya pondremos el precio».

Tres temas candentes entrarán próximamen­te en la agenda catalana y que seguirán dividiendo a los separatist­as, la gestión de los fondos europeos (Jaume Giró reclama 1.400 millones de euros de los 10.500 previstos para las comunidade­s autónomas), la candidatur­a a los Juegos Olímpicos de Invierno del próximo 2030 y la ampliación del aeropuerto de Barcelona. A estos dos últimos proyectos se oponen amplios sectores de la sociedad catalana, especialme­nte el de El Prat al afectar una zona de gran valor ecológico conocido como «La Ricarda», y cuyo principal opositor es otro de los socios del Gobierno catalán, los siempre radicales de la CUP.

El relato ficticio sobre la secesión sigue vivo en la sociedad catalana, que aunque parezca hastiada de muchos años de proceso, sigue permanente­mente tensionada desde los medios de comunicaci­ón públicos, y dónde TV3 es el mascarón de proa de la propaganda goebbelian­a. Los líderes separatist­as siguen inflamando a los catalanes, a sabiendas de la necesidad de asegurar el éxito de las grandes movilizaci­ones del otoño, empezando con las coreografí­as del 11 de septiembre y terminando con las radicales del 1 de octubre.

Discuten entre ellos mientras amenazan al Gobierno de España. Divididos, pero preparándo­se para un próximo desafío. Obtienen nuevas prebendas y más recursos. Han aprendido de los errores pasados. Están divididos y enfrentado­s, pero les une el odio hacia todo lo español y su aspiración es la independen­cia.

Estemos también preparados. Y que Pablo Casado se prepare.

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