EN TIEMPOS DE LA GUERRA FRÍA
LaLa joven de la fotografía, la velocista Krystsina Tsimanouskaya, solo quiere que la dejen competir. Su mensaje es claro, como reza la camiseta que sujeta: «Solo quiero correr». Algo sencillo siendo atleta, cabría pensarse, pero es que Krystsina es bielorrusa y las cosas por su país están como en tiempos de la Guerra Fría, porque la aventura que ha tenido que vivir esta atleta de 24 años es digna de un guion de película de espías y agentes dobles. A Krystsina no se le ocurrió otra cosa que protestar porque los organizadores de su selección olímpica le cambiaron la prueba en la que iba a competir en los Juegos de Tokio el pasado lunes, algo que parece ser no gustó al hijo del presidente de Bielorrusia, que ha heredado de su padre la gestión del Comité Olímpico Nacional, y tras acusarla de falta de espíritu de equipo y de desequilibrio mental, la obligaron a abandonar la capital nipona llevándola escoltada al aeropuerto. Como en una escena de película, la deportista pidió ayuda a la policía japonesa, que al principio no entendía lo que pasaba. Tras leer el traductor del teléfono de la joven, se la llevaron y la dejaron a buen recaudo en la embajada de Polonia. Tras unos días allí, pudo volar a Varsovia, vía Viena, un pasillo seguro teniendo en cuenta los antecedentes, cuando Lukashenko obligó a un vuelo de pasajeros a aterrizar para detener a un disidente. Ahora, ya en Polonia, con su marido que también se ha tenido que refugiar allí, Krystsina solo piensa en volver a la competición, aunque de momento está en un lugar seguro y bajo protección, por lo que pueda pasar. La historia continuará...