Nueve años después, España vuelve a la final
La selección femenina de waterpolo supera a Hungría en la final e intentará conseguir el título olímpico que se le escapó en la final de Londres 2012
Árbitros: Nenad Peris (Croacia) y Bojin Putnikovic (Serbia). Amonestaron a Miki Oca por protestar. Excluyeron por tres expulsiones a Bea Ortiz. Parciales por cuarto: 2-0, 3-2, 3-2 y 0-2. Incidencias: Segunda semifinal del torneo femenino de waterpolo disputado en el Centro Acuático Tatsumi. España se clasifica para la final.
«No me lo creo, mi sueño era llegar a la final olímpica y lucharemos hasta el último momento», reconocía Judit Forca tras el partido. El oro olímpico es el paso que le falta por dar al waterpolo femenino español. La plata de Londres 2012 fue el impulso definitivo para selección que entrena Miki Oca, que al año siguiente consiguió el oro en el Mundial de Barcelona. Japón es la confirmación definitiva del éxito de este deporte. Tres veces ha participado España en los Juegos y está a punto de jugar su segunda final.
España superó en la semifinal a Hungría, un rival al que se ha acostumbrado a dejar fuera de las finales en los últimos tiempos. Con sufrimiento, con muchas inferioridades por la expulsiones del equipo español, pero sin permitir nunca que las húngaras se pusieran por delante. Sin dejar que su juego rápido, un poco alocado y buscando siempre el contraataque les contagiara.
La selección española se mostró fuerte desde el comienzo, segura en defensa y contundente en ataque. Las húngaras no conseguían aprovechar las superioridades que se producían prácticamente en cada uno de sus ataques en los primeros minutos. El acierto de Anni Espar en los lanzamientos y la seguridad de Laura Ester en la portería dieron a España una ventaja inicial de 3-0 que ya fue imposible de remontar para las húngaras.
Hungría se apoyó en el remate de Dorottya Szilagy para apretar el marcador, pero España volvió a marcharse hasta el 5-2. Al brazo de Anni Espar se unía el de Elena Ruiz, una joven de 16 años a la que no le tembló el pulso en los lanzamientos. Marcó dos goles en la semifinal ante las húngaras sin que la edad se le notara nada más que en un descaro adolescente.
Tan superado se veía el preparador de Hungría que pidió un tiempo muerto cuando quedaba poco más de un minuto para el final del segundo cuarto. Todo sumaba para que España llegara al final del tercer cuarto con una ventaja de 8-4, doblaba en el marcador a las húngaras y la final parecía muy cerca. Laura Ester había detenido dos contraataques de las húngaras que permitieron a la selección llegar con una ventaja cómoda al último cuarto.
Pero no fue tan sencillo el final. España se atascó en el ataque y tampoco tuvo suerte con los palos. Las húngaras trataron de acelerar el partido, de buscar ataques rápidos que impidieran a las españolas reorganizar la defensa y a ellas les permitieran ganar tiempo para la remontada.
España no consiguió marcar en el último cuarto y las húngaras consiguieron dos más para comprimir el marcador hasta el 8-6 final y llevar un poco de angustia al equipo español, pero la selección de Miki Oca, aunque no acertó con los disparos, encontró la paciencia necesaria para no entrar en el juego de las rivales. Laura Ester hizo todo lo demás para aguantar la ventaja española y asegurar la medalla. Su trabajo en la portería fue fundamental desde el comienzo hasta el final del partido.
Ella fue una de las pioneras que descubrieron en 2012 que el waterpolo en España también tenía nombre de mujer. Ahora está preparada para dar un paso más y superar aquella plata de Londres. «Nueve años después volvemos a revivir este momento», reconocía la portera española después del partido. «Tengo la sonrisa de volver a jugar en una final olímpica», añadía.
Laura Ester no es la única superviviente del ciclo glorioso del waterpolo femenino español. Annie Espar, una de las jugadoras decisivas del equipo, como Bea Ortiz, Marta Bach, Maica García, Pili Peña y Roser Tarragó. «Tenemos la piel de gallina», reconocía la boya Maica García.
Para ellas, la final de mañana es la oportunidad de superar lo que consiguieron en 2012. Para otras, la ilusión de que su primera medalla olímpica sea de oro.