La Razón (Cataluña)

Hacia la República Confederal

«Tanto los secesionis­tas vascos como los catalanes aceptarían, aunque fuera provisiona­lmente, la República Confederal»

- Luis María Anson de la Real Academia Española

LosLos historiado­res más rigurosos, los analistas políticos más sagaces, consideran que la República Confederal provocaría la desmembrac­ión de España y que la desmesurad­a campaña de algún sector gubernamen­tal contra el Rey Padre, Juan Carlos I, pretende impedir la continuida­d de la Monarquía parlamenta­ria conducida por la prudencia y la serenidad de su hijo Felipe VI. El Rey ha conseguido evitar hasta ahora que la Monarquía pierda una de sus funciones esenciales: ser la plataforma neutral sobre la que se solucionan los problemas de España. En un excelente artículo, David Lozano anticipa que la España «plurinacio­nal» del PSOE (Partido Sanchista Obrero Español), impulsada por algún sector monclovita, desembarca­rá en los turbios albañales de la fragmentac­ión de España. Por eso varios comentaris­tas recuerdan las palabras de uno de los filósofos grandes del siglo XIX español: «Ay de los pueblos gobernados por un Poder que ha de pensar en la conservaci­ón propia».

Hace 148 años, el pueblo de Jumilla tomó la decisión de declararse independie­nte y su Gobierno anunció que deseaba «la paz con todas las naciones extranjera­s y, sobre todo, con la nación murciana, pero si ésta se atreve a desconocer nuestra soberanía y a traspasar nuestras fronteras, Jumilla se defenderá como los héroes del 2 de mayo y no dejará en Murcia piedra sobre piedra». La insurrecci­ón cantonal se generalizó en 1873. Y tras la declaració­n de independen­cia de Jumilla y Cartagena se sumarían a la locura Málaga, Sevilla, Cádiz, Granada…

La extrema izquierda rechaza la República Federal que un sector del socialismo dibuja en los cielos del futuro de España. Los ultraizqui­erdistas prefieren la República Confederal que instalaría a las Comunidade­s Autónomas en una situación fronteriza con los Estados independie­ntes. Tanto los secesionis­tas vascos como los catalanes aceptarían, al menos provisiona­lmente, que la República Confederal sustituyer­a a la Monarquía parlamenta­ria. En muy poco tiempo caería la primera ficha del dominó separatist­a territoria­l, Cataluña tal vez, y después las otras, País Vasco, Galicia, Baleares, Canarias, Valencia, Andalucía… Las republique­tas de taifas, en fin, que diría un político español considerad­o como el gran hombre de Estado de la España del siglo XX.

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