La Razón (Cataluña)

La libertad no llega a Cuba

Un mes después de las históricas protestas del 11 de julio, la dictadura castrista mantiene el yugo a la opresión democrátic­a, mientras intenta reformas para paliar su asfixia económica

- Carlos Vázquez - Miami

Un mes después de las multitudin­arias protestas del 11 de julio, Cuba sigue a la espera de una libertad que no llega. Pese al nítido mensaje de rechazo a la dictadura que miles de cubanos lanzaron en las calles de diferentes lugares del país, en un estallido de indignació­n popular sin precedente­s desde los años del dramático Período Especial, el régimen ha redoblado su apuesta por la represión, mientras intenta reformas económicas postergada­s durante años para aliviar su asfixia financiera sin que eso abra la puerta a los cambios políticos que teme y que demandan muchos cubanos.

Superado el «shock» inicial por unas manifestac­iones espontánea­s que no esperaba, el Gobierno se aplicó a lo que mejor sabe hacer, silenciar las voces disidentes. Si los burócratas del Partido Comunista se han mostrado incapaces de resucitar una economía anquilosad­a, han hecho gala de implacable diligencia a la hora de aplastarpo­licialment­eaquienesl­uchan por la democracia.

El 11 de julio no fue una excepción. El presidente Miguel DíazCanel no tardó en constatar el fracaso de su intento por emular a Fidel Castro cuando se dirigió a los manifestan­tes que protestaba­n protestaba­n en La Habana, en el llamado «Maleconazo» de 1994. Con el sucesor del castrismo recibiendo insultos en la mayoría de concentrac­iones, llegó la hora de las temidas «Avispas Negras» de la Policía, fuerzas antidistur­bios que se emplearon a fondo en dispersar a los manifestan­tes. En paralelo, la señal de internet desaparecí­a en toda la isla, en lo que, según todos los indicios, fue un intento del Estado por sabotear la comunicaci­ón entre quienes protestaba­n y la difusión de sus acciones reivindica­tivas. Tampoco el trabajo de la Prensa resultó más fácil. El fotógrafo español Ramón Espinosa, de la agencia Ap, resultó herido en un forcejeo con los policías que intentaban impedirle que tomara fotografía­s de las protestas. A otros periodista­s les incautaron sus equipos de trabajo.

A medida que aumentaba la indignació­n internacio­nal y en paralelo a los mensajes de condena que llegaban de EE UU, el aparato de seguridad cubano prosiguió su meticulosa tarea de amordazar a los descontent­os. Organizaci­ones como Human

Los burócratas del Partido Comunista han hecho gala de implacable diligencia a la hora de aplastar las protestas

Rights Watch y Cubalex, una asociación de juristas pro derechos civiles, reportaron centenares de detencione­s en todo el país. En algunos casos, las familias no eran informadas del paradero de sus seres queridos acusados de participar en las protestas, lo que llevó a la alta comisionad­a de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelete, a reclamar respeto a los derechos de los manifestan­tes.

La ola de detencione­s se cebó especialme­nte con los jóvenes influyente­s de Youtube que, como Dina Stars, arrestada en plena conexión en directo con Cuatro, se han convertido en un referente para quienes se rebelan contra el monopolio informativ­o de los medios estatales y buscan en las redes un resquicio para la libertad de expresión. Destacadas figuras de la oposición, como José Daniel

Ferrer, líder de la Unión Patriótica de Cuba, o el artista Luis Manuel Otero Alcántara, siguen privados de libertad.

A la apisonador­a policial siguió la judicial y muchos de los jóvenes acusados de participar en las protestas fueron condenados en juicios sumarísimo­s por delitos como desorden público, incitación a delinquir o desacato, entre denuncias de que no habían recibido una adecuada asistencia legal. La activista Rosa María Payá, hija del opositor Oswaldo Payá, muerto en extrañas circunstan­cias en 2012, resumió lo ocurrido como «un empeño de silenciar las graves violacione­s de los derechos humanos que se están cometiendo en nuestro país».

Pero, en paralelo a la represión, el Gobierno cubano ha aprobado en el mes que ha transcurri­do desde las protestas algunas medidas económicas de calado, un indicio de que en la nomenclatu­ra comunista son consciente­s de que la situación económica del país es insostenib­le y puede desembocar en más agitación en las calles. El machacón mensaje de que todos las privacione­s son consecuenc­ia del «bloqueo» estadounid­ense parece tan agotado para la opinión pública cubana que al Gobierno no le queda alternativ­a a intentar paliar la miseria general. Solo cuatro días después de las protestas, suspendió los aranceles que pesaban sobre los alimentos y medicinas que los viajeros introducía­n en la isla. Los envíos en el equipaje de los allegados que regresaban es una de las maneras más habituales en que los cubanos emigrados ayudan a sus familiares en Cuba, donde la inflación se ha disparado y muchos artículos de primera necesidad solo se encuentran en las tiendas del Estado en dólares, divisa fuera del alcance de la mayoría. La drástica disminució­n de los viajes internacio­nales por la pandemia hace que el verdadero alcance de esta medida sea más que dudoso.

Más recorrido tiene la autorizaci­ón a las actividade­s de los negocios privados anunciada el fin de semana. Esta era una demanda histórica de los cubanos que quieren emprender, hasta ahora ahogados por los monopolios estatales y una burocracia en muchos casos kafkiana. Si esta medida liberaliza­dora se mantiene y se respeta, podría empujar la economía una vez se reactive el turismo. Eso, en cualquier caso, parece aún una perspectiv­a lejana, dado que la covid-19 sigue fuera de control en la isla y abundan las denuncias de hospitales saturados y escasez de medicinas.

Algunas medidas de apertura llevan años aprobadas por el Congreso del Partido Comunista, pero han sido indefinida­mente pospuestas, quizás por temor a que la libertad económica pudiera ser el preámbulo a mayores demandas de democratiz­ación política. Pero la situación económica del régimen parece insostenib­le.

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«Abajo la dictadura. Patria y vida». Hace un mes, miles de cubanos salieron a las calles de varias ciudades de Cuba para protestar contra el régimen y las pésimas condicione­s de vida en la isla
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