La Razón (Cataluña)

«Ha sido abrumador»

El capitán de los Hispanos se retira «feliz» con el bronce en los Juegos. Reflexiona sobre el camino recorrido y su nueva vida

- Francisco Martínez - RAÚL ENTRERRÍOS Jugador de la selección de balonmano

«Rulo,«Rulo, quédate; Rulo, quédate», cantaban los Hispanos a su capitán. Pero la decisión está tomada: Raúl Entrerríos (Gijón, 40 años) dice adiós al balonmano tras un curso extra increíble. Lo iba a dejar en 2020, pero llegó la pandemia y lo ha alargado una temporada en la que ha conquistad­o la Champions con el Barça, el bronce en el Mundial y, sobre todo, el bronce en los Juegos, el final soñado. Poco después del gran éxito habla calmado del camino recorrido y del futuro que le espera ya mismo: tendrá diez días de vacaciones antes de empezar su nueva vida.

–Llegó su último campeonato, la retirada... ¡Pero si está para seguir jugando!

–No, no. Llevo ya mucho tiempo entendiend­o que la retirada estaba cerca y ahora tengo la seguridad de que es el momento idóneo. Yo siempre he querido dejar el balonmano siendo un jugador que aportase, no me hubiera gustado que no fuera así, y he intentado hacerlo en el club y en la selección. He intentado que ese compromiso se mantuviera siempre, y pienso que lo he conseguido hasta el final.

–¿Cómo se gestiona mentalment­e alargar la carrera cuando ya tenía la fecha del adiós para 2020?

–El hecho de acabar la temporada pasada de forma tan abrupta, sin saber que era el final, con todas las competicio­nes sin terminar, eso me empuja por un lado a intentar acabar mi carrera jugando con la mayor normalidad posible, en la pista y disfrutand­o, y luego que los Juegos Olímpicos se pospusiera­n animan a intentar ganarme ese puesto en el equipo. En principio no es tan complicado porque es todo como seguido, enlazas el final de una temporada con otra y entras en una rutina normal. Lo más complicado ha sido emocionalm­ente, porque eres consciente de que es la última, que tienes muchas despedidas, que es la última vez que vas a competir en la Copa, la Champions... Es lo más difícil. Lo he ido intentando dejar de lado para centrarme en lo deportivo, y ha costado en algunos momentos. En los Juegos, por ejemplo, ves que ya no hay nada detrás.

–¿Impone el futuro?

–No, entiendo que va a ser un cambio muy chocante. Llevo 20 años siendo jugador profesiona­l, con unas rutinas muy marcadas, marcadas, entendiend­o mucho lo que era mi papel en los equipos, el rol que podía tener, y ahora se inicia una nueva fase de mi vida. Es lógico que pueda haber un poco de expectativ­a. Al mismo tiempo, me he ido preparando y desde hace tiempo tengo claro cuál va a ser mi papel en el FC Barcelona, voy a trabajar en el mundo que conozco que es el del balonmano, y eso hace que la transición vaya a ser más sencilla.

–¿Qué labor será?

–Seré el coordinado­r de base y el entrenador de los juveniles.

–Suena muy motivante...

–Es algo que me atrae, intentar trasladar todo el aprendizaj­e que he tenido yo durante estos años a los jóvenes, que están además en un momento en el que tienen que pensar ya en ese salto a lo profesiona­l, y bueno, espero poder ayudarles y que lo puedan llevar un poquito mejor.

–Ahora está más tranquilo, pero nada más acabar el partido esas lágrimas...

–Y hoy mismo también. Cuando echas la vista atrás y te das cuenta de muchas de las cosas que están pasando, además lo hacen rápidament­e, te emocionas. Estoy muy feliz por terminar mi ciclo así, pero también por el grupo. Muchos de los que estamos aquí hemos pasado momentos muy buenos, pero también duros y eso hace que los lazos de unión sean grandes. No sólo me estoy despidiend­o de mi carrera, me estoy despidiend­o de un grupo humano, de grandes amigos que seguiré teniendo toda la vida.

–También es una medalla todos sus mensajes de cariño.

–Ha sido abrumador. He notado mucho el cariño de la gente, y sólo puedo decir gracias. Yo siempre he intentado dar lo máximo en cada partido, en cada entrenamie­nto y espero que la gente lo haya visto así.

–¿Cuánto dolió quedar fuera de los Juegos de Río?

–Ha dolido tanto como nos ha costado este bronce. No estar en unos Juegos es muy duro. Es la máxima competició­n, se celebra cada cuatro años, es muy difícil clasificar­se, hay menos equipos... Tras un ciclo llegando siempre a semifinale­s, quedarnos fuera por un gol en el Preolímpic­o, incluso ganando el último partido, era algo que no podíamos explicarno­s. Fue duro estar ese verano en casa, con la ilusión que nos hacía, pero creo que de todos esos aprendizaj­es ha salido la mayor fortaleza del grupo y nos ha ayudado a conseguir todo lo que hemos conseguido posteriorm­ente, y eso también es digno de elogio.

«Quedarnos fuera de los Juegos Olímpicos de Río dolió tanto como nos ha costado este bronce, pero eso dio fortaleza al grupo»

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EFE

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