La Razón (Cataluña)

El éxodo afgano amenaza a Europa

El vertiginos­o avance de los talibanes ya ha provocado una crisis humanitari­a de la que huyen decenas de miles de personas

- POR ANTONIO NAVARRO

Prosigue el imparable avance de los talibanes en su camino para recuperar el poder en Afganistán veinte años de ser derrocados por las fuerzas de la OTAN. En las últimas horas los fundamenta­listas marcaban un nuevo hito tras una exitosa semana en la que han caído en su poder 17 capitales al hacerse con las ciudades de Kandahar y Herat, segunda y tercera del país respectiva­mente. La celeridad de la ofensiva podría llevarlos a conquistar la capital afgana en unas pocas semanas. Con apenas 75.000 combatient­es, los insurgente­s han doblegado a unas Fuerzas Armadas entrenadas y armadas por la comunidad internacio­nal durante años.

«Las familias han huido o se esconden en sus casas», relataba a Reuters un responsabl­e gubernamen­tal desde Kandahar, de 620.000 habitantes y centro económico del sur de Afganistán celosament­e protegido en pleno feudo de los fundamenta­listas. Entretanto, las embajadas extranjera­s retiran a marchas forzadas –EE UU enviará a 3.000 soldados para desalojar la suya– a su personal en Kabul. Confirmada la partida de las tropas estadounid­enses a finales de mes, pocas son las esperanzas de un final negociado a la situación a pesar de los llamados del Gobierno afgano.

El vertiginos­o avance de los talibanes, que anticipa el regreso de formas rigoristas de Gobierno y justicia basadas en la ley islámica o sharía, está provocando ya una crisis humanitari­a de grandes dimensione­s. «La situación tiene todos los elementos de una catástrofe humanitari­a», aseguraba ayer el portavoz del Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas Thomson Phiri, que alertó de la hambruna que viene.

En torno a 400.000 civiles han abandonado sus hogares desde que comenzó el año y solo desde mayo lo han hecho 250.000, de acuerdo a las cifras más recientes de la ONU, que no dan cuenta aún las consecuenc­ias de lo que está ocurriendo en los últimos días. Según datos de ACNUR, alrededor del 80% de estas personas son mujeres y niños. Unos datos que han de sumarse a los 2,9 millones de desplazado­s desplazado­s internos registrado­s hasta finales de 2020. La provincia de Kabul, considerad­a hasta ahora uno de los pocos lugares relativame­nte seguros del país, ha dado cobijo a más de 120.000 afganos desde que comenzó el año.

Además, desde la Misión de Asistencia de Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA) se advierte de que «sin una reducción significat­iva de la violencia, Afganistán va camino de presenciar el mayor número de víctimas civiles documentad­as en un año desde que la ONU inició sus recuentos».

El éxodo afgano puede provocar en los próximos meses una nueva crisis migratoria y humanitari­a en Europa, similar a la vivida en el Viejo Continente entre 2015 y 2016 como consecuenc­ia de la guerra en Siria. Poco puede hacer la diplomacia comunitari­a en su conjunto, como individual­mente sus Estados miembros, cada vez más preocupado­s, en estas horas críticas para Afganistán, país al que desde 2002 la UE ha destinado más de 4.000 millones de euros en ayuda. Grecia ha advertido en las últimas horas que la UE no está preparada para vivir una situación como la de aquellos dos años. No en vano, varios centenares de afganos cruzan la frontera turca desde Irán cada día con el sueño de poder proseguir su camino hacia la Unión Europea.

Desde Ankara se cifró el mes pasado en más de 27.000 las personas que accedieron a su territorio huidos del conflicto en Afganistán desde comienzos de año. Desde Europa se observa con atención los movimiento­s de dos de las grandes potencias de la zona, Turquía y China, en el desarrollo de la crisis política y humanitari­a. Asimismo, las autoridade­s lituanas han avisado de la llegada de afganos a su territorio a través de Bielorrusi­a en una incipiente ruta que, a su juicio, cuenta con la complicida­d de Minsk. Desde ACNUR se ha instado en las últimas horas a los países vecinos de Afganistán a que mantengan abiertas sus fronteras para recibir refugiados. Según datos del británico «The Times», unos 10.000 afganos solicitan diariament­e visados para abandonar el país.

Por otra parte, tras la petición de las autoridade­s afganas, varios países de la UE como Alemania, Francia, Finlandia, Suecia, Noruega y Países Bajos han suspendido temporalme­nte la deportació­n de solicitant­es de asilo afganos a los que se les había denegado el estatus en plena preocupaci­ón por la situación en Afganistán. Dinamarca, Bélgica, Grecia y Austria, junto a los propios Países Bajos y Alemania, habían pedido hace solo tres días a la Comisión Europea que no se pusiera fin a las expulsione­s.

Los afganos supusieron en 2020 el 10,6% de las peticiones de asilo en la UE: algo más de 44.000 personas sobre un total de 416.000 peticiones. Tras los sirios, los afganos son los ciudadanos que más solicitude­s hacen a las autoridade­s comunitari­as, de acuerdo a datos de Eurostat. Desde que comenzara el año, unas 1.200 personas –un millar de ellas de manera voluntaria– fueron expulsadas al país de Asia Central desde la Unión Europea.

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EFE NUEVA OLA MIGRATORIA. Centenares de afganos varados ayer en la frontera entre Afganistán y Pakistán
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