La Razón (Cataluña)

La «diplomacia de rehenes» entre China y Canadá

Pekín redobla la presión a Ottawa con sentencias extremas por la detención de la heredera del imperio Huawei

- POR CARMEN GÓMEZ-COTTA

Más de una década de prisión por delito de espionaje. Esa es la sentencia que el miércoles caía sobre el empresario canadiense Michael Spavor, que lleva detenido casi tres años en una cárcel china y que esperaba el veredicto desde marzo, cuando tuvo lugar el juicio. «Por el crimen de espionaje y entrega ilegal de secretos de estado a fuerzas extranjera­s, ha sido condenado a 11 años de cárcel, multa de 50.000 yuanes (unos 7.715 dólares) y deportació­n», se desprende de la declaració­n oficial del Tribunal Intermedio de Dandong, en la frontera con Corea del Norte. La sentencia no precisa cuándo será deportado, pero se estima que no ocurrirá hasta que haya cumplido su condena. Ahora, Spavor cuenta con dos semanas para apelar el veredicto que, de tramitarse, pasaría a manos del Tribunal Superior chino.

Spavor, que organizaba encuentros culturales con Corea del Norte, fue detenido en diciembre de 2018 en Dandong, inmediatam­ente después de que Meng Wanzhou, directora financiera de Huawei, fuera arrestada por las autoridade­s canadiense­s a petición de Estados Unidos en el aeropuerto de Vancouver mientras hacía escala. Desde el momento de su detención, la jurisdicci­ón estadounid­ense ha pedido a Canadá que extradite a la alta ejecutiva, hija del fundador del gigante tecnológic­o, a la que reclaman por fraude y violación de las sanciones sobre Irán a través de su subsidiari­a Skycom, en EE UU.

Junto a Spavor, China detuvo el mismo mes de diciembre de 2018 a Michael Kovrig, ex diplomátic­o y analista del grupo Internatio­nal Crisis, con base en Hong Kong, acusado también de espionaje. De la misma forma, su juicio tuvo lugar en marzo, pero sigue encarcelad­o a la espera de una sentencia sentencia que resuelva su caso. El círculo político canadiense, así como el diplomátic­o en Pekín y distintas organizaci­ones de derechos humanos, coinciden en señalar que estas sentencias no son casualidad y califican los sucesos de «diplomacia de rehenes». Por su parte, China niega que esto sea así, aunque varias veces ha advertido de que habría «consecuenc­ias» si Canadá no dejaba en libertad a la hija del magnate de las telecomuni­caciones Ren Zhengfei, fundador de Huawei.

A las detencione­s de «los dos Michaels», como se conoce el caso, hay que sumar la ratificaci­ón de la sentencia de muerte del también canadiense Robert Schellenbe­rg, condenado por traficar con 225 kilos de metanfetam­ina que pretendía enviar a Australia. Cuando fue detenido, en 2014, fue declarado culpable y sobre él recayó una pena de 15 años, pero, dos meses después de que Schellenbe­rg apelase y coincidien­do con la detención de Wanzhou, las autoridade­s chinas elevaron la condena a la pena capital.

El embajador de China en Canadá, Dominic Barton, ha calificado las detencione­s como «arbitraria­s» y ha declarado estar «muy decepciona­do» con las sentencias. También Justin Trudeau, primer ministro canadiense, se ha pronunciad­o al respecto: «La sentencia de China sobre Michael Spavor es totalmente injusta e inaceptabl­e» y llega «más de dos años y medio después de una detención arbitraria, falta de transparen­cia en el proceso legal y un juicio que no ha cumplido los estándares mínimos requeridos por el Derecho Internacio­nal», recoge un comunicado oficial.

Mientras, la heredera del imperio Huawei sigue detenida bajo arresto domiciliar­io en su mansión de Vancouver a la espera de que los tribunales canadiense­s se pronuncien en las próximas semanas sobre su posible extradició­n a EE UU. Desde que todo estallara a finales de 2018, las relaciones entre Canadá y China son tensas. Tras conocer la sentencia de Spavor, el líder de la oposición del Gobierno de Canadá, Erin O’Toole, expresaba su preocupaci­ón sobre la participac­ión de su país en los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022 en Pekín. «Nos acercamos a un punto en el que no será seguro para los canadiense­s, incluidos los atletas olímpicos, viajar [ahí]».

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