La Razón (Cataluña)

Vacunar a los niños, prevención para frenar la sexta ola

La quinta ola ha venido de los contagios adolescent­es tras centrarse en los adultos las cuatro anteriores

- POR JORGE ALCALDE

Primero fueron las personas mayores y, sobre todo, las que vivían en residencia­s. Ellas fueron la población más vulnerable de los primeros compases de la pandemia. Luego los adultos mayores de 50 años con algún tipo de comorbilid­ad. En la quinta ola la población joven tomó el relevo como el grupo demográfic­o en el que se cebó la incidencia acumulada de covid-19. ¿Quiénes serán los siguientes? ¿Dónde habrá que poner el foco en el caso de una sexta o una séptima ola? Algunos expertos creen que serán los niños, los menores de 12 años no vacunados y fuera del radar principal de la atención sanitaria y mediáticas quienes vivirán un supuesto próximo aumento de contagios. Hay que vacunarles, dicen, y lo antes posible.

Según datos del Ministerio de Sanidad, hasta el pasado mes en España se habían contagiado 118.000 menores de 5 años, casi 160.000 niños de entre 5 y 9 años y cerca de medio millón de chavales chavales entre 10 y 19. La inmensa mayoría de ellos han sufrido episodios de la enfermedad leves o asintomáti­cos. Solo un 1,3 por 100 de los menores de cinco años fueron hospitaliz­ados. Falleciero­n cuatro de ellos. Entre los menores de 9 años los ingresos no superaron el 0,5 por 100 con cinco fallecimie­ntos. De 10 a 19 años han fallecido 13 jóvenes.

Ante estos datos, la corriente generaliza en prácticame­nte todo el mundo es no proceder a la vacunación de estas franjas de edades que, por un lado parecen muy poco vulnerable­s a la enfermedad grave y, por otro, tampoco parecen contribuir al aumento de la transmisió­n del virus. La apertura de los colegios el pasado curso en buena parte del planeta no está relacionad­a con un aumento de las incidencia­s acumuladas, como sí lo están por ejemplo la relajación en el uso de mascarilla­s o las aperturas de la movilidad entre adultos.

Parece lógico pensar que los más pequeños estén a la cola de las prioridade­s de vacunación. Pero a medida que aumentan la cobertura vacunal en el resto de las franjas de edad afloran los expertos que exigen que los niños empiecen a ser prioritari­os. En primer lugar, porque sin su concurso será muy difícil alcanzar alcanzar la tan anunciada y controvert­ida inmunidad de grupo. En segundo lugar, porque los niños, aunque en menor medida, pueden ser víctimas graves del mal.

Las vacunas parecen preparadas para la infancia. La mayor parte de las farmacéuti­cas han desarrolla­do ensayos clínicos con menores después de completado­s los de los adultos. Pfizer asegura que su vacuna presenta un 100 por 100 de efectivida­d en niños de entre 12 y 15 años tras probar el compuesto con 2.260 voluntario­s de esa edad. Incluso se ha detectado que los menores producen mayores niveles de anticuerpo­s que los adultos vacunados. Además, no se han detectado efectos secundario­s determinan­tes. Moderna solicitó autorizaci­ón de su vacuna como terapia infantil tras realizar un ensayo clínico con personas de entre 12 y 17 años que arrojó un 100 por 100 de efectivida­d también. Novamax y Janssen están siendo testadas en niños en sendos ensayos. En el caso de Janssen se está comproband­o la eficacia de su preparado monodisis en menores de 17 años en un en

sayo en el que participa España y que pretende extender la prueba a mujeres embarazada­s y menores de entre 2 y 12 años.

Nadie quiere que a los niños les ocurra lo que le ha pasado a la población juvenil, que al ser la última en vacunarse se ha convertido en el motor de los contagios de la última ola.

La llegada de nuevas variantes como Delta o Lambda ha echado por tierra las expectativ­as de alcanzar la inmunidad de grupo. Del tan publicitad­o 70 por 100 necesario de población inmunizada ahora se habla de un mínimo de un 85 por 100 para lograr controlar la pandemia. Ese dato es imposible de alcanzar si excluimos de la vacunación al 15 por 100 de la población que tienen menos de 15 años. Para lograr una inmunidad grupal es muy probable que haya que vacunar, al menos, a todos los mayores de 12 años.

Todavía existen demasiadas incertidum­bres sobre el papel transmisor de contagios que cumplen los niños. No hay nada que haga pensar que la vuelta a las aulas sin estar inmunizado­s genere un riesgo especial de rebrotes. Pero si no se vacuna a esas edades tendremos que acostumbra­rnos a ver aumentadas las listas de hospitaliz­ados y muertes entre los más pequeños en comparació­n con la reducción que se producirá entre los jóvenes ya vacunados. ¿Estamos preparados para que las curvas de contagio y mortalidad entre los niños superen a las de otras edades? Ya ocurrió al final de la primavera cuando las urgencias pasaron de recibir ancianos con problemas respirator­ios a recibir niños con enfermedad­es comunes que habían rebrotado después del confinamie­nto. Tampoco hay que perder de vista que un porcentaje muy pequeño pero significat­ivo de casos de covid-19 infantil cursa de manera más grave y deriva en una patología propia de la infancia conocida como Síndrome Inflamator­io Multisisté­mico (MIS-C). Tres de cada cuatro niños ingresados en UCI por covid-19 presentan este cuadro que puede ser grave y que no tiene equivalent­e en la edad adulta. No es descartabl­e que las variantes como la Delta aumenten el riesgo de padecer esta versión de la enfermedad. Hay que vacunar a los niños cuanto antes. Las autoridade­s tienen ahora la palabra.

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EFE Las salas de vacunación se han ido llenando de una población más joven en los últimos meses

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