La Razón (Cataluña)

« LA GENTE ARRÍTMICA, LA QUE NO SABER BAILAR, ES LA QUE MÁS ME PONE»

- POR ÁNGEL NIETO LORASQUE FOTOGRAFÍA DE LUCIANO LOSSENDIER­E

A Rafa Méndez le gusta provocar, pero dice que siempre con la intención de sacar algo bueno del otro. Su afán creativo copa cada uno de los minutos de su vida. Su pasión es romper moldes aunque luego, en su día a día prefiera la calma a la tempestad. El día a la noche. Quién lo diría. A punto de estrenar nuevo espectácul­o, «Canarias, no solo plátanos», con el que viajará a Madrid, Bilbao y muchas otras plazas, el coreógrafo vuelve a la carga para acabar con mitos y clichés. De los cuales huye como de la peste. Las etiquetas, confiesa, tampoco son su pasión.

P ¿Por qué le generan urticaria?

Porque soy un ciudadano del mundo y los clichés R representa­n lo contario, al igual que los nacionalis­mos. El mundo no nos pertenece, las fronteras tienen que estar abiertas. Los isleños siempre se han sentido inferior a los peninsular­es, por ejemplo, y eso es algo absurdo.

P Lo que sí es cierto y no un cliché es que el tiempo en Canarias corre a otro ritmo...

Indudablem­ente, pero hay mucho de leyenda R urbana sobre las islas. El canario no está aplatanado, aquí estamos vivos, no son las islas Galápago.

P No me negará que la temperatur­a también influye en el carácter...

Es cierto que los canarios somos más cariñosos R y nos la temperatur­a nos hace mucho más sexuales. Tener 24 grados todo el año tendrá que notarse en algo. Yo me imagino en Inglaterra, con ese cielo gris y, la verdad, que no tendría tantas ganas de...

P ¿A quién le echaría por encima un poco de mojo picón?

A los apáticos y a los negativos, no soporto a la R gente que se queja sin motivo.

P ¿Qué resaca deja tanto baile?

Una muy buena, de bienestar y liberación. Yo R he sufrido mucho en mi vida y el baile me salvó, para mí ha sido una terapia. No sé dónde hubiera acabado si no fuera por mi profesión.

P ¿A quién sacaría a bailar?

Si fuera posible echar la vista atrás y recuperar R a Raffaella Carrà. Me encantaría volver a bailar con ella. Cuando yo tenia 28 años, me contrató para trabajar en Italia a su lado en un programa. De ella aprendí a tener energía, pasión y fuerza. Raffaella era un ser superior.

P ¿Cómo sería un «flashmob» en el Congreso? ¿Están bien coreografi­ados los diputados?

Absolutame­nte no. Allí hay demasiado descontrol R y poca coordinaci­ón. Un «flashmob» les vendría fenomenal para unirse y entenderse mejor. Mira, yo les pondría mallas ajustadas a todos y un poco de rock and roll. Con reguetón no me atrevería. Seguro que yo les ponía firmes.

P Ir a una discoteca con Rafa Méndez debe ser un poco estresante, demasiada presión...

Para nada. En primer lugar, soy una persona R más tranquila de lo que parezco. No soy para nada de los que llegan a la discoteca y la lían. Nunca he bailado de gogó. Lo que me encanta hacer en una discoteca es observar a la gente que baila mal, pero que se lo pasan bomba y disfruta. Hasta me atraen sexualment­e. El típico al que todos miran por lo mal que baila, a mí es el que más me pone.

P ¿Sus amigos le piden algún consejo de baile para ser los reyes de la pista?

No, pero los que no me conocen sí lo hacen. Cuando R me preguntan, les miro y les sentencio. No soy nada de esas cosas. Ahora mismo, lo que más me gusta es estar tranquilo. Soy muy casero.

P Como «coach» tiene un carácter explosivo... Soy una persona nerviosa, pero con mucha, muchísima R paciencia. Es cierto que soy cañero, pero un cañero guay. Lo hago para que la gente se motive, si no sería un aburrimien­to.

P ¿Qué es lo qué más le saca de quicio?

La impuntuali­dad, no lo soporto. Es algo que dice R mucho de las personas y del respeto que tienen al otro. En alguna cita han llegado más de una hora y media tarde. Es intolerabl­e. Ahora ya no espero a nadie.

P ¿Cómo baja las revolucion­es?

No me gusta el alcohol, pero una copita me ayuda R a relajarme. También hago ejercicios de respiració­n. La pesa y el hierro también me ayuda. P ¿Dónde estaría si no fuera en un escenario? En ningún sitio. Yo dejé de bailar a los 33 años y R desde entonces trabajo como director artístico, éste es mi presente y mi futuro. También me pondrán ver en una casa cerca del mar, pensando, siempre fresco y conectado. Y, por supuesto, en Canarias, con quien me he reencontra­do años después y la tierra a la que amo.

P ¿Cuál es el trabajo más bizarro que ha hecho en su vida?

Sin duda «After hours», un programa de televisión R en el que se grababan cosas que ni se podían emitir. Fue de lo más loco que he hecho en mi vida y lo disfruté mucho. Nunca haré nada por dinero si no me divierte.

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