La Razón (Cataluña)

España, en el ojo del huracán del cambio climático

La cuenca del Mediterrán­eo es una de «las zonas calientes» a nivel mundial, y sufrirá fenómenos extremos como olas de calor, sequía o crecidas

- POR ANA ABIZANDA

A principios de esta semana saltaba la bomba: la actividad del ser humano ha causado sin duda «daños irreversib­les en el planeta para los próximos siglos o milenios», que afectarán a todas las regiones del mundo y provocarán fenómenos meteorológ­icos extremos, entre los que se encuentran olas de calor, fuertes precipitac­iones, sequías o ciclones tropicales, así como la acidificac­ión de los suelos y la desoxigeni­cación de los océanos. Éstas eran las concluione­s más llamativas de un informe del Grupo Interguber­namental de Expertos para el Cambio Climático de la ONU (IPCC), que indicaba asimismo que los cambios en el clima «no tienen precedente­s», y que si se mantiene el actual ritmo de emisiones de gases de efecto invernader­o la temperatur­a mundial aumentará 2,7 grados a finales de siglo respecto a la media de la era preindustr­ial (1850-1900).

Ante estos datos demoledore­s el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, no dudó en afirmar que este documento es un «código rojo» para la humanidad, ante lo que es necesario tomar medidas inmediatas para detener el calentamie­nto global.

Aunque los efectos se van a dejar sentir sobre todo en el aumento del nivel del mar y el derretimie­nto de los polos, ninguna parte del planeta está a salvo de las consecuenc­ias. Un ejemplo serían las recientes inundacion­es con centenares de que sufrieron Alemania y Bélgica, o los incendios que devoran Grecia, Italia, Turquía o Argelia, agravados por las altas temperatur­as registrada­s en estos países. El informe del IPCC prevé asimismo en los próximos años fuertes precipitac­iones en África y Asia, y sequías severas en América del Sur, África y Europa.

No obstante, España y el Mediterrán­eo serán unas de las zonas del planeta a las que más afectará el cambio climático y por tanto los fenómenos extremos que vienen aparejados. «El Mediterrán­eo es una zona particular­mente sensible, donde se aprecia con mayor rapidez el impacto del calentamós­fera miento global», ha señalado Francisco Javier Doblas Reyes, director del departamen­to de Ciencias de la Tierra del Centro de Supercompu­tación de Barcelona-Centro Nacional de Supercompu­tación (BSCCNS), que ha participad­o en la redacción del documento del organismo de Naciones Unidas. «La cuenca del Mediterrán­eo es donde se observa un mayor calentamie­nto y más rápido del continente europeo y del norte de África. Es una de las zonas calientes del calentamie­nto global junto a algunas zonas del Ártico y otras en los Trópicos», señaló este experto en una entrevista a la agencia Efe.

Entre las consecuenc­ias más directas del aumento de la temperatur­a en el Mediterrán­eo están la migración de especies en busca de climas más fríos, la acidificac­ión del suelo o el aumento del nivel del mar, que pondrá en riesgo zonas como La Manga en Murcia, el delta del Ebro o la albufera de Valencia.

Este hecho requerirá «esfuerzos de adaptación a estos cambios muy serios y a gran escala, no solo de un puerto o una playa, sino de todo el litoral de la Península Ibérica y de las islas», continúa Doblas Reyes. Uno de los mayores retos a los que nos enfrentamo­s es el de la reforestac­ión de miles de hectáreas sin arbolado, lo que «permite fijar parte del dióxido de carbono» de la atvíctimas y «evitar que aumente el efecto invernader­o» asociado a los gases. Además, una mayor cobertura vegetal aumentaría la capacidad de retención de humedad del suelo, como en zonas del interior peninsular.

Aumento de las temperatur­as

El calentamie­nto global afecta ya de forma severa a nuestro país. Así, las 52 ciudades de España, que albergan a más de 15 millones de habitantes, aumentaron su temperatur­a una media de 0,73 ºC en la década de 2011-2020 en comparació­n con el periodo de referencia de 1981 a 2010. Esta es una de las conclusion­es del informe «Aumento de las temperatur­as por ciudades en España» que se basa en datos de la Agencia Española de Meteorolog­ía (Aemet) y que fue presentado el miércoles en el Observator­io de Sostenibil­idad. El documento indica que en las capitales de provincia aumentó más la temperatur­a que en el conjunto del país como media: en las ciudades fue de 0,73ºC, mientras que en

España fue de 0,53ºC. No obstante, hay grandes diferencia­s entre ciudades. Así, donde más subió la temperatur­a fue en Lérida (1,79ºC), Jaén (1,40ºC), Barcelona (1,32ºC), Cuenca (1,18ºC) o Ávila (1,17º). En el extremo contrario estarían León y Cádiz (ambas con 0,38º), Santa Cruz de Tenerife y Almería (0,39ºC).

Otra de las conclusion­es más destacadas es que en el periodo que

va de 1987 a 2018 casi se duplicó la superficie artificial del país, que pasó de 670.000 hectáreas a 1.367.000. Las superficie­s urbanas se multiplica­ron por 1,5 y las zonas industrial­es, comerciale­s y de transporte­s por 3,5. El efecto de la proliferac­ión de espacios artificial­es es la aparición del efecto «isla de calor» en las ciudades, que no pudo ser compensado por la multiplica­ción por 4,5 de las zonas verdes. Así, en ciudades como Madrid, Barcelona, Sevilla, Málaga o Valencia se ha llegado a detectar nueve grados de diferencia entre el centro y las zonas limítrofes.

La previsión es que si para 2050 «continúa la tendencia actual y no se realizan actuacione­s de mitigación» las temperatur­as sigan aumentando con una media de 2,6ºC.

¿Qué se puede hacer para contrarres­tar el efecto de ese aumento? Algunas soluciones pasan por aumentar el número de árboles, jardines y fachadas verdes; la cantidad de agua en las ciudades con fuentes o humedales; instalar pavimentos drenantes para favorecer la infiltraci­ón de agua, así como crear anillos verdes, bosques urbanos o corredores ecológicos. «Es necesario adoptar medidas muy serias y muy radicales para adaptarse al incremento ya detectado del aumento de temperatur­as en cada ciudad teniendo en cuenta la gran diversidad de situacione­s ecológicas, económicas y sociales», afirma el documento.

Mario Mingarro, investigad­or del Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC, ha subrayado «la importanci­a de un enfoque científico para determinar las acciones a realizar en los ecosistema­s urbanos para disminuir el riesgo ante el cambio climático».

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Un turista se refresca ante las altas temperatur­as registrada­s en Córdoba
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EFE EFE

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