La Razón (Cataluña)

Salvados por los pelos

España es el segundo país del mundo, tras Holanda, con más problemas de calvicie, sobre todo en los hombres. Y la covid ha agravado el problema ya que es una de sus secuelas.

- POR MAYKA SÁNCHEZ

¿Quién no recuerda las célebres escenas de los ambulantes vendedores de «milagrosos crecepelos» de las películas del Oeste americano? En un congreso internacio­nal de medicina estética celebrado en Madrid se presentó un estudio epidemioló­gico que revelaba que la gran mayoría de los varones caucásicos valoraban mucho más tener un buen cabello que una sonrisa perfecta. Y más teniendo en cuenta que uno de las secuelas más habituales de la covid es su caída. No obstante, como apunta el doctor Luis Navarro, especialis­ta especialis­ta de la Unidad de Salud Capilar de la Clínica Dermatológ­ica Internacio­nal, de Madrid, España es el segundo país del mundo con más problemas de calvicie, con un 47% de la población adulta, solo adelantada por Holanda (49%). «Realmente, no sabemos por qué es esto pero los datos epidemioló­gicos son concluyent­es. Y es sobradamen­te conocido que Estambul es la capital mundial de los injertos de cabello, donde realizan unas 200.000 cirugías al año. Como dato curioso, al llegar al aeropuerto de la antigua Constantin­opla, al igual que en los Estados comunitari­os existe un control especial para pasajeros de la Unión Europea, allí lo hay para los que van a hacerse un tratamient­o capilar. Ahora, el nivel de la medicina española es incomparab­lemente superior al de la turca y, aunque en España solo hacemos 10.000 cirugías capilares anuales, somos mucho más rigurosos en la indicación y en las técnicas».

Del mismo modo se pronuncia el doctor Carlos Gómez, director médico de Hospital Capilar, al afirmar que en Turquía «descubrier­on este negocio y se pusieron manos a la obra, hasta el punto que el gobierno apoya a las clínicas y han hecho un gran márketing, de ahí que sean conocidos en prácticame­nte todo el mundo».

Ambos expertos coinciden plenamente en que una indicación básica para optar por un tratamient­o quirúrgico es «la plena estabiliza­ción de la caída del cabello», condición imprescind­ible non para la cirugía, puesto que esta si no sería un fracaso. Asimismo están de acuerdo en que el tipo de alopecia más frecuente es la androgénic­a o androgenét­ica, directamen­te relacionad­a con los procesos hormonales que, en general, afecta al 80% de los hombres y al 40% de las mujeres, con pequeñas diferencia­s de presentaci­ón. Después destaca la llamada fibrosante, caracterís­tica de la mujer postmenopá­usica, con gran aumento del tamaño de la frente al retraerse notablemen­te la línea de comienzo del pelo y producirse una pérdida notable y difusa de la densidad del cabello. Presenta peor pronóstico para los tratamient­os quirúrgico­s. Finalmente, se encontrarí­an los distintos tipos de alopecia areata, cuya primera línea de tratamient­o, según los expertos consultado­s por LA RAZÓN, nunca sería el quirófano, sino más bien irían las terapias farmacológ­icas orales o tópicas en función del tipo y, por lo mismo, de su gravedad.

Tanto el doctor Luis Navarro como su colega el doctor Carlos Gómez desean hacer llegar un mensaje claro y veraz en tanto en cuanto «esto no es industria, ni márketing, ni mucho menos un negocio; es ante todo medicina, seria, rigurosa, cuyo principio inmediato es hacer una selección correcta del candidato a la cirugía capilar, en el momento adecuado, y con las técnicas quirúrgica­s más avanzadas y homologada­s en virtud virtud de los criterios de la EMA o Agencia Europa de los Medicament­os y de los altos estándares de la Unión Europea, puesto que ante todo es un acto médico-quirúrgico. «Pese a que nuestra actividad –añade el doctor Navarro– entre en la llamada medicina estética, esto no significa, ni mucho menos, que los criterios científico­s sean más bajos que los de cualquier acto otro médico-quirúrgico. En España se exigen los mismo estándares porque, repito, no es una industria cuyo fin principal es ganar dinero».

Para la doctora Greter Pérez Orta, especialis­ta del Instituto Médico Dermatológ­ico, de Madrid, hay que distinguir entre las tres técnicas quirúrgica­s de tratamient­o capilar: injerto, implante y trasplante, si bien advierte de que a veces los propios profesiona­les los emplean como sinónimos para redensific­ar el cabello, aunque haya unas diferencia­s semánticas muy claras entre los tres conceptos.

Según el doctor Gómez, el injerto es la intervenci­ón por la que se redensific­a el cabello en las zonas receptoras, en los varones, que integran la mayoría, en las llamadas entradas y en la coronilla, mediante las técnicas conocidas como FUE o FUSS se extraen unidades foliculare­s de las zonas donantes (occipital o parte posterior de la cabeza, y temporal, detrás de las orejas). «A veces usamos la

Hasta la covid, el tipo de alopecia más frecuente era la androgénic­a, directamen­te relacionad­a con procesos hormonales

Los precios de los tratamient­os de injertos según la técnica empleada oscilan entre 3.000 y 7.000 euros

terminolog­ía microinjer­to capilar, cuya principal diferencia es que éste se refiere a que tanto la extracción como la implantaci­ón se practican tan mínimament­e que las incisiones no dejan cicatriz a simple vista», aclara.

El conocido como implante, en palabras del especialis­ta de la Clínica Dermatológ­ica Internacio­nal, se refiere a este tipo de intervenci­ón, pero «la diferencia estriba en que el implante incluye el proceso de introducir la unidad folicular en la zona que se va a implantar; de hecho se puede hacer el tratamient­o, aunque más raramente, con implantes de material sintético de calidad que sustituye al propio cabello natural». Por último, el trasplante que, por extensión, registra la definición de la extracción de una estructura para implantarl­a en otra localizaci­ón, se asemejaría al injerto, puesto que la técnica es la misma, y es autólogo, es decir, procede del mismo paciente, de ningún modo en este caso compensa recibir cabello de donantes ajenos, ya que habría que estar sometido a tratamient­o inmunosupr­esor de por vida a fin de evitar el rechazo. Como distingue la doctora Pérez Orta, una unidad folicular constituye la agrupación que puede estar formada hasta por unos cuatro folículos pilosos y el tejido adyacente. Una sesión quirúrgica de injerto capilar suele durar unas seis horas, con anestesia local y el paciente puede ir al baño e incluso comer. Durante el año siguiente es sometido a controles periódicos. Los precios varían en función de la clínica y del tratamient­o, pero pueden oscilar desde los 3.000 a los 7.000 euros. Todos los expertos consultado­s subrayan que cuando una persona empiece a observar una pérdida continua del cabello consulte lo más precozment­e posible y quienes tienen mínimos problemas capilares pasen al menos dos revisiones rutinarias al año.

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GONZALO PÉREZ El uso de robots se ha entendido en las sesiones quirúrgica­s de injertos capilares

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