La Razón (Cataluña)

«METERÍA EN LAS TERMAS DE BANDE AL GOBIERNO, A VER SI SE PURIFICA»

- POR C. S. MACÍAS FOTOGRAFÍA DE TONY VELOSO

Quiso ser periodista, estudió Derecho, opositó a la Policía Nacional, y terminó en política. Es la diputada más votada de la última legisaltur­a, el azote de Marlaska. Reivindica un trocito de la España vacía donde tiene sus gallinas y su huerto. No cree en las meigas pero dice que «haberlas, ailas» porque «en Galicia todo son sorpresas».

P ¿Es usted la Ayuso gallega?

Admiro mucho a Ayuso igual que a todos los R presidente­s del partido, pero está a un nivel muy alto, lo mío es mucho más discreto. Soy una simple diputada, portavoz de Interior, no tengo ese nivel. P ¿Cuánto tiene de tabernaria?

Bastante, he nacido entre fogones, me crié entre R las mesas de los clientes. A día de hoy voy también a ayudar a la familia cuanto tienen mucha gente o les falta algún camarero. Nunca dejé de coger una bandeja, me siento muy orgullosa. Abrieron el 30 de mayo del 1967 y me dicen que nunca recuerdan, nada peor como lo vivido durante la pandemia. P ¿Qué hacía por el bar?

El bar se llama Orellas, que significa orejas. R Vende kilos y kilos de orejas, las hacen como si fuera pulpo a la gallega, con pimentón. Yo de niña siempre andaba por la cocina, piruleando, y un día, le pasé por debajo a mi madre, y la pobre se echó encima todo el aceite de una sartén hirviendo que llevaba y tiene parte del cuerpo quemado.

P ¿Es Ana de Bande y no Ana Vázquez?

Sí, llega a tal la confusión que cuando Rajoy escribió R un libro y me lo dedicó puso: Ana de Bande. En Bande tenemos la Iglesia más antigua de España, Santa Comba; se dice que el cristianis­mo entró por aquí; porque la iglesia es del s. VII y la catedra de Santiago es del siglo XIII. También está el campamento romano más excavado de la península ibérica. Y ahora, somos famosos por las termas romanas que salen en una serie –El desorden que dejas– La gente viene al pueblo preguntand­o por las termas de Netflix: son mineromedi­cinales.

P ¿A quién pondría en remojo en esas termas? Metería a muchos políticos que hiperactúa­n. R Que vinieran a relajarse y así pensaran en los problemas que están teniendo los españoles y no las tonterías ideológica­s que para nada tiene que ver con la realidad que estamos viviendo.

P Como meta a todos en las termas lo mismo le sale algún Marco Antonio o Cleopatra...

Bueno, tenemos cuatro termas. Metería al R Gobierno, me los traería pa quí, a ver si se purifican. Esa gente necesita un baño de realidad.

P Si entran en su bar los líderes del procés indultados, ¿qué les serviría?

Tenemos el principio de que el negocio es el R negocio. Mi hermana no me deja hablar nunca de política en el bar y, a regañadien­tes, tendría que atenderles, como debe ser. Eso sí, sin que mi hermana se enterase, en vez de pimentón dulce pondría en la oreja el pimentón más picante y una Estrella Galicia, nada de otras marcas.

P ¿Tiene pesadillas con Marlaska?

No, yo creo que las tiene él R conmigo. De hecho, ya dice que me buscó en Google, que lee mi Twitter. Yo encantada... Cuando le nombraron ministro me alegré, porque pensé que era un juez muy respetado que iba a cuidar a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Pues ha sido una decepción...

P Dicen que al ministro del Interior le han puesto un profesor de inglés y francés. ¿Usted de qué le daría clases?

De cuidar a los servidores R públicos que dependen de él: policías, guardias civiles y funcionari­os de prisiones. A los policías que sufrieron gravísimas lesiones en Cataluña ahora los acaba de jubilar como enfermedad común, para no cabrear a los independen­tistas. No cuida a su gente, ni les da el reconocimi­ento de una medalla.

P ¿A quién tocaría la gaita? La última vez que la toqué R fue cuando Fraga tomó posesión en su último mandato. Porque a Don Manuel había que hacerle ruido de vez en cuanto. Nunca más la volví a tocar, solo en casa.

P ¿La llevaría al Congreso? No, porque si ya me ridiculiza­n por mi acento R gallego, imagínese si les aparezco con la gaita.

P ¿Le dio algún consejo Fraga?

No, imponía mucho porque él lo memorizaba R todo. El día que cambié de gafas se había fijado y me dijo: «Usted cambió de gafas». No me dio consejos, pero algo que me motivó para afiliarme al PP fue el galleguism­o que él y esa convivenci­a que impuso. Yo siempre digo que quiero a España con acento gallego.

P ¿Usted y Abascal son el nuevo dúo Pimpinela versión Twitter?

¡Que va! Yo pertenezco al partido que más se R parece a Galicia y Vox aquí es el partido que menos quiere a Galicia, prueba de ello es que no tienen representa­ción. Abascal dedica más tuits a atacar a Casado que a Sánchez. Así que el dúo Pimpinela tiene pinta de ser Abascal-Sánchez que cuando se necesitan, se apoyan.

P ¿Cómo recuerda su infancia?

Me recuerdan siempre con un bote de Nocilla. R Era la pequeña de tres hermanas y tuve que heredar la bici sin frenos. Gastaba las zapatillas porque frenaba con el pie. Un día, bajando una cuesta, me dolía tanto el pie de frenar que crucé toda la carretera y me di de bruces contra la sede del PSOE del pueblo. Desde ese día creo que dije que yo no podía ser de ese partido.

P Si se encuentra su casa ocupada, ¿a quién llamaría?

Desde luego a Marlaska no le llamaría, porque R me metería a más. El Gobierno fomenta la ocupación. Esto es un problema gravísimo.

P ¿Qué le han enseñado sus padres?

Lo que más, la humildad. Mi padre fue una persona R que tuvo que emigrar a Venezuela con el dinero prestado que un vecino le dejó a mi abuela para poder pagar el billete para el barco Serpa Pinto, un viaje que duró más de 20 días. Trabajó allí limpiando cristales y oficinas con horarios brutales para poder juntar el dinero prestado. El que emigró, sufrió, y eso nos lo han trasladado.

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