Unas fiestas de Gràcia íntimas y familiares
Pese a la pandemia, 21 calles se han apuntado al concurso de adornos, apenas tres menos que en 2019
Con aforos restringidos y muchas limitaciones, la fiesta espera ser cercana a los vecinos tras la pandemia
Los vecinos del popular barrio de Gràcia, como de costumbre, trabajan a contrarreloj para ultimar los adornos de la edición más difícil de la fiesta mayor que se recuerda. No en vano, «cuando antes éramos quince trabajando, este año somos tres», recuerda una vecina de la calle Verdi. Pese a todas las vicisitudes, al ambiente sobrevive y la mayoría de calles ya casi presentan sus mejores galas, más modestas que en otras ediciones, y las temáticas escogidas se empiezan a intuir.
Desde el barrio aseguran que será una celebración «para los vecinos» y «muy diferente» respecto a los años en que se veían concentraciones de gente observando la decoración de las calles. «No será la fiesta mayor ni de 2019 ni la de 2022, pero tendrá sus valores y elementos para que la gente disfrute», dice Josep Maria Contel, patrón de la Fundación Fiesta Mayor de Gracia, quien asegura que ha sido «muy complicado» definir el programa por culpa de los «cambios que se han ido produciendo» en las restricciones por la pandemia.
Bajo el título «Mirando arriba», la calle de Joan Blanques de Baix del Tot ha amanecido con un cielo artificial del que cuelgan diferentes elementos de nuestro mundo, como la luna, el sol, las estrellas o el arco iris. De hecho, el arco iris es el tema escogido por la calle de la Fraternitat de Baix. No es de extrañar que predominen los motivos celestes ya que la organización para evitar aglomeraciones ha pedido a los participantes que, en la medida de lo posible, se inclinen por decoraciones elevadas. Así, Fraternitat ha optado por crear un túnel en su calle del que aparecen diferentes fenómenos meteorológicos.
También con la naturaleza como hilo conductor, la calle de Joan Blanques de Baix ha apostado por representar el fondo marino del Ártico. Peces, focas, pingüinos o algas son algunos de los elementos más vistosos que se pueden observar. «De alguna manera adornamos y ponemos volumen en la parte aérea para hacer fiesta mayor», confiesa Sergi Edo. «Durante esta semana hemos hecho vida en la calle, es la manera de estar todos juntos», añade.
La calle de Ciudad Real, en cambio, los vecinos han usado ropa para representar letras en el techo. Así, la primera parte de la calle contiene varios letreros donde se lee «Fiesta Mayor» en diferentes idiomas adornado, al fondo, por un enorme un crucigrama. Siguiendo con su propia tradición, la calle Llibertat ha optado por un decorado floral, al que también se han sumado Providència o Verdi del Mig.Mucho más en consonancia con la fiesta tradicional tal y como fue concebida. De hecho, Llibertat está de enoorabuena. En esta edición celebra su 150 aniversario desde la primera vez que la calle fue engalanado con motivo de la fiesta mayor. Pese a todo, este año 21 calles se han engalanado para esta edición, apenas tres menos que en 2019.
La presidenta de la Fundación Fiesta Mayor de Gracia, Carla Carbonell, celebra que la fiesta recupere cierto grado de presencialidad. «Con prudencia podremos volver a compartirla», asegura. Pero con una petición a los eventuales visitantes: «No vengáis a ver qué pasa, venid organizados». No en vano, los aforos a cada una de estas calles estarán controlados, tanto para pasear como para participar en las actividades programadas, que se han limitado a tres diarias por espacio. La reserva previa para los actos se puede hacer en la web de la fiesta mayor. En este contexto, la organización ha intentado ofrecer un menú de conciertos lo más variado posible entre los que destacan Pita, Elena Gadel, Sanjosex, Haváname, Milkers, Sabor de Gracia, Wom Blues y Da Souza, entre otros.