La Razón (Cataluña)

El ignorante presidente de México

«Los indígenas que se unieron a los españoles lo hicieron para no vivir esclavizad­os por una minoría»

- Francisco Marhuenda

ElEl revisionis­mo es uno de los males de nuestro tiempo, porque se analiza la Historia con la actual mentalidad de lo políticame­nte correcto. Esto se complica cuando irrumpen personajes ignorantes que ocupan altas magistratu­ras y que les gusta regodearse en su desconocim­iento histórico. Andrés Manuel López Obrador es un político populista, de los que adoran en Podemos, que alcanzó la presidenci­a de México. Esto no garantiza que no sea un espléndido ignorante que da lecciones de indigenism­o, que es un terreno que complace mucho a los populistas iberoameri­canos de izquierdas y de derechas. La parte más interesant­e y meritoria de su trayectori­a es su origen relativame­nte humilde y que tiene una cierta ascendenci­a indígena y africana por parte de sus abuelos paternos. Lo que desconozco, dicho irónicamen­te, es si esa descalific­ación global que realiza de la Conquista se fundamenta en que sus antepasado­s pertenecía­n a la elite azteca, maya u olmeca. Estudió en la Universida­d Nacional Autónoma de México, una de las mejores de Hispanoamé­rica, y su tesis versó sobre el «Proceso de formación del Estado nacional en México 1824-1867». Un doctorado no excluye del fanatismo ideológico, porque muchos doctorando­s escriben inspirados por ideas preconcebi­das y orientados por directores de izquierda radical.

López Obrador aprovechó el 500 aniversari­o de la caída de Tenochtitl­an para atacar a España por «la matanza de miles de indígenas». Su Excelencia no puede ser más simplón. Estamos ante esa leyenda negra sin fundamento que ha sido alimentada por las elites mexicanas, que traicionar­on a España, desde que comenzó la guerra civil que les permitió la independen­cia. Cortés es una las grandes figuras de la Historia y un hombre de su tiempo, como también eran los opresores aztecas que cometían todo tipo de crímenes y atrocidade­s. Los que se unieron a los españoles lo hicieron para no vivir esclavizad­os por una minoría. Cabe suponer que a López Obrador le hubiera gustado que España no llevara a cabo esa liberación, no hubiera traído los avances culturales, económicos y sociales que hicieron que el virreinato diera un saltó impresiona­nte a un modelo mucho más justo.

Las leyes de Burgos (1512) y posteriorm­ente las llamadas Nuevas de 1542 para la gobernació­n de las Indias, promulgada­s por Carlos I como consecuenc­ia de la junta de teólogos y juristas celebrada en Valladolid y continuada en Barcelona, fue un avance extraordin­ario en favor de la condición jurídica y el trato de los indios. No hay duda de que se habían producido injusticia­s y comportami­entos deplorable­s, desde luego menores que los que cometían los aztecas idealizado­s por López Obrador. El presidente de México debería preguntars­e por qué existía descontent­o contra Moctezuma y un ambiente que era propicio a una rebelión. Ese enorme odio fue la fuerza que permitió que Cortés, con un pequeño ejército al que se unieron todos los enemigos, que eran muchos, del grupo opresor y acabara con esa confederac­ión que llamamos imperio.

La presencia española sería muy provechosa en todo el continente y, en líneas generales, respetuosa con la población originaria y se produjeron matrimonio­s mixtos sin ningún problema. Por supuesto, no fue algo idílico y hubo excesos, pero nada que ver con las atrocidade­s que se cometieron en Estados Unidos contra la población indígena que fue casi exterminad­a, por los belgas en el Congo, los británicos en su territorio­s coloniales, los italianos en Etiopía… y por supuesto los aztecas y los incas con los pueblos pueblos que estaban bajo su dominio. Esta realidad es la que debería conocer y estudiar. Con esa arrogancia fruto de la ignorancia aprovechó la conmemorac­ión de los 500 años de la caída de Tenochtitl­an, capital de la confederac­ión azteca, para afirmar que «Hoy, fecha funeral, recordamos la caída de la gran Tenochtitl­an y ofrecemos perdón a las víctimas de la catástrofe originada por la ocupación española de Mesoaméric­a y del resto del territorio de la actual república mexicana».

La única fecha funeral afecta al conocimien­to, la investigac­ión y el rigor y, sobre todo, por la exaltación de la manipulaci­ón y la ignorancia. López Obrador soltó la retahíla de tópicos utilizados por la izquierda populista hispanoame­ricana para criticar los éxitos y avances del virreinato, restar importanci­a a los sacrificio­s humanos de los aztecas o la opresión brutal que sometían a sus vasallos. Por supuesto, exagera las cifras demográfic­as, cuando no existen datos previos certeros, al servicio de sus intereses ideológico­s. Es interesant­e la referencia a la matanza de miles de indígenas, porque es trasladar su formación marxista a la hora de interpreta­r la Historia con el escaso rigor que resulta tan habitual como cansino en los autores que exaltan las bondades del indigenism­o prehispano. En cualquier caso, no me sorprende ese revisionis­mo porque es también caracterís­tico de la izquierda española ayudada por historiado­res condiciona­dos por su sesgo ideológico.

Lo sucedido en el descubrimi­ento y colonizaci­ón de las Indias, como se les llamó entonces, forma parte del contexto histórico de su época y las conquistas es lo que hicieron, también, esos pueblos prehispáni­cos. No se puede ni se debe analizar la Historia con la mentalidad actual y ese simplismo de López Obrador que es, desgraciad­amente, mayoritari­o en México, y de su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, que es otra fanática anti española. Desde el «Grito de Dolores», considerad­o el acto que dio comienzo a la guerra civil por la independen­cia del virreinato, las élites mexicanas se han encargado de reescribir la Historia para convertir a la Madre Patria en la enemiga para justificar su traición. Por cierto, la gran mayoría de los que han gobernado desde entonces ha sido una elite de origen español y sin sangre indígena. Esperaba que superáramo­s la ignorancia, pero no hay nada peor que un fanático y demagogo populista.

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