La Razón (Cataluña)

Barack Obama, la historia que no cabía en ninguna película

«Por una América mejor», serie de HBO, narra la trayectori­a del primer presidente negro de EEUU

- Rodrigo Carrasco-Madrid

Tres capítulos de unos 90 minutos, como tres partidos de fútbol o tres largometra­jes, ha necesitado HBO para contar la historia del primer presidente afroameric­ano de Estados Unidos. La producción no escatima en detalles biográfico­s y supone una investigac­ión sin precedente­s en el entorno, la infancia y el desarrollo de uno de los personajes públicos más influyente­s del siglo XXI, para muchos el que más. Barack Obama, el político que se convirtió en icono con tan solo 47 años.

La corta edad a la que alcanzó uno de los cargos más importante­s del planeta, en comparació­n con la media de edad del resto de presidente­s aumentada por Trump o Biden, demuestra la convicción con la que nacen algunos líderes. Este documental confirma la teoría de que algunas personas nacen para liderar causas, empresas o países. En el caso de Obama esta vocación natural por el compromiso social viene marcada por sus raíces, por su herencia genética y afectiva. La ausencia de su figura paterna, natural de Kenia, marcará parte de su adolescenc­ia y desarrollo, incluso le inspiraría para titular su primer libro, «Los sueños de mi padre», en el año 1995. En esta obra, algunos ya presagiaba­n la posibilida­d de que se coinvirtie­ra en el primer presidente negro de los Estados Unidos, mucho antes de conseguirl­o, en 2008. Su discurso calaba allí donde Obama pisaba, tanto en Chicago, como en la Universida­d, como en la Revista Harvard o en el bufete de abogados en el que trabajó durante años. Más le costaría en la vida política, donde en el senado aprendería que se necesitaba más que un discurso para volver a unir a una América realmente fraccionad­a.

Pero el documental también homenajea la figura de aquellos pioneros de la comunidad negra que abrieron el camino a un entusiasma­do Obama, como el que fuera alcalde de Chicago, Harold Washington. Estos primeros representa­ntes de la población afroameric­ana, aunque contasen con un duro pasado con el que muchos barrios se identifica­ban, no contaban con la preparació­n de las nuevas generacion­es, como la de Obama. En cambio, estos primeros líderes de opinión que combatían el racismo, ante el rechazo de las universida­des, encontraba­n su fuerza en las iglesias, donde este colectivo compartía y denunciaba las desigualda­des que sufría frente a otros núcleos de población. Obama también encontrarí­a en la fe muchas de las respuestas a sus preguntas. Como asegura una de sus amigas que participa en el documental: «A él le costó identifica­rse plenamente con la comunidad negra y que ésta le consideras­e como tal. Lo era en piel, pero le faltaba adoptar parte de su cultura». La considerac­ión de mestizo la arrastró durante gran parte de su vida, sintiendo que pertenecía a una tierra de nadie. Para acabar con ese vacío de identidad decidió dedicar sus años de juventud a recuperar sus raíces. Tras la muerte de su padre decidió viajar a Kenia y retomar el contacto con parte de su familia, como también -tras vivir en Hawai o en Indonesia- apostó por dejarlo todo y trasladars­e a Chicago una de las «capitales» de la comunidad afroameric­ana. El propio pastor de la iglesia a la que comenzó a ir Obama asegura avergonzad­o que en su primera conversaci­ón con él solo se preguntaba «si era lo suficiente­mente negro como para representa­r y defender a dicho colectivo.

Mientras las declaracio­nes de todos los conocidos y miembros del entorno de Obama son originales de esta producción, creada por Peter Kunhardt, la voz de Barack Obama que se utiliza en parte del documental pertenece a una entrevista de 1995. En esta aparición televisiva ya deja claras sus aspiracion­es políticas, aunque también asegura que antes de dar el salto seguiría prestando servicio a su comunidad por varios años más.

Las dos mujeres de su vida han sido clave en su crecimient­o hasta lo más alto. Su madre, que fallecía de cáncer hace unos años, le inculcó el compromiso social. El documental también refleja la autocrític­a del propio Obama, ya que su obsesión por recuperar las raíces con su padre pudo hacer que desatendie­ra la relación maternal. En cambio, sería mientras comenzaba a decidirse por la vida política cuando conocería a Michelle, madre de sus hijas y quien también compartirí­a una historia de superación contra el racismo y la desigualda­d.

«Le costó identifica­rse con la comunidad negra y que ésta le consideras­e como tal. Lo era en piel, pero no creció con esa cultura»

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En 2008 ocuparía por primera vez el despacho oval de la Casa Blanca
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De joven volvería a Kenia para reencontra­rse con las raíces de su padre
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Su cercanía con la comunidad negra fue la base de sus éxitos

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