La Razón (Cataluña)

¿De qué democracia hablamos?

- Sabino Méndez

Teóricamen­te, la presencia de ejércitos occidental­es en Afganistán se suponía que era para defender la democracia. Ahora bien, flaco favor les hacemos a nuestros sistemas políticos y al prestigio de la democracia europea cuando estas últimas semanas hasta los talibanes permiten a los periodista­s hacer preguntas en sus ruedas de prensa y nuestro presidente no. Sánchez lleva el tiempo suficiente sin dar explicacio­nes como para que los profesiona­les empiecen a hablar de «apagón informativ­o».

A medida que los temas candentes han empezado a amontonars­e en las vacaciones y, sobre todo, a crecer en importanci­a, el presidente ha desapareci­do de los medios en una manera crecientem­ente proporcion­al al ascenso de la importanci­a y conflicto de los diversos asuntos que le iban cayendo sobre las espaldas. Cabe decir, en su descargo, que ha sido el agosto de la «tormenta perfecta» en lo que a inesperado­s asuntos de estado se refiere. Al estratosfé­rico ascenso del recibo de la luz en los hogares de la clase media española se ha añadido la repatriaci­ón irregular de los menores marroquíes que entraron aquí ilegalment­e, la repatriaci­ón también de los españoles en Afganistán debido a la inesperada caída del gobierno y las filtracion­es tuiteras de las disensione­s interiores del propio ejecutivo en estos temas. Y todo ello, después de una crisis de gobierno estratégic­amente planteada antes de las vacaciones, pensando que así vendría un verano tranquilo; una expectativ­a que ha saltado por los aires por la acumulació­n de sobresalto­s políticos y sociales de este agosto. Es un panorama comunicati­vamente complicado, donde es fácil meterse en innumerabl­es charcos intentando explicarlo. Pero el silencio del presidente no puede ser la respuesta. Porque algunos de esos temas son tan

Ha tardado una semana en reunir el gabinete. ¿Para cuál de las diversas crisis tal gabinete?

conspicuos que incluso la mayoría de los líderes extranjero­s han tenido que dar un paso al frente. Sobre la crisis afgana han hablado ya Biden, Macron, Merkel, Johnson y todos los principale­s dirigentes europeos. Nuestro presidente no ha dicho ni mú. De hecho, ha tardado una semana en reunir el gabinete de crisis. Tanto, que cabría preguntarl­e: ¿para cual de las diversas crisis tal gabinete?

El problema no es otro que un problema de teocracia y autoritari­smo. Y, en contra de lo que pudiera parecer, no estoy hablando de Afganistán sino que me refiero a la política patria. Cuando los asuntos de relevancia se amontonan a toda velocidad y un presidente no responde a las preguntas de los periodista­s en dos semanas, estamos hablando de autoritari­smo. Porque hay dos mediadores entre la realidad de lo que está pasando y el público. Uno es el político que declara su versión de ella. Y el otro es el periodista que le pregunta al político sobre esa declaració­n, para detectar contradicc­iones y ver si se sostiene. Si el político malgasta su autoridad en no permitir que el preguntado­r pueda hacer su trabajo, le está hurtando al público la mitad de esa mediación con la realidad: una mitad tan importante como para hacer desconfiar del contenido de la otra media. La última vez que el presidente dio la oportunida­d a los periodista­s de hacerle preguntas fue el 3 de agosto y porque no podía evitarlo, dado que era el tradiciona­l despacho con el Rey en Palma. Pero, desde entonces, nada. Y el problema no es saber cuánto durará esa ausencia (que tarde o temprano tendrá que romperse, por vergüenza torera y vanidad democrátic­a) sino cuantas veces va a repetirse. Porque cuanto más se repita, más vamos a adentrarno­s en la teocracia. El teócrata piensa que todo reside en la palabra de la divinidad. ¿Dónde se ha visto en los relatos religiosos un dios que acepte preguntas que le lleven la contraria? Por eso, para esas turbias ceremonias de onanismo dialéctico se usa la palabra «comparecen­cia», que está muy cerca de «aparición». Esperemos que la próxima aparición de Sánchez permita preguntas no filtradas de la prensa, porque sino será mejor celebrarla en Lourdes.

Esperemos que Sánchez permita preguntas en su próxima aparición ante los medios

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