La sharia progre
Vaya noche toledana que he pasado, nada que ver con la de Lope de Vega, y eso, que de momento, ningún foso rodea mi casa. Entre el asalto talibán a Afganistan y el totalitarismo de la exconcejal de la CUP Ylénia Morros censurando en directo el espectáculo del humorista Albert Boira, no he descansado nada y para colmo me desperté sobresaltada con una rueda de prensa, sin preguntas por supuesto, de Pedro Sánchez desde una tumbona en Lanzarote.
Estaba en Kabul vestida de acuerdo con la estación del año y de pronto varios talibanes –que iban en grupo–, me amenazaban con metralletas por estar en la calle y sin burka. Angustia era poco para describir lo que sentía, parecía que me iba a dar un infarto agudo de miocardio. No había forma de conseguir un burka ni de huir de ellos.
De pronto, es lo que tiene dormir en un estado de duermevela, me encuentro viendo un espectáculo cómico, en el que actuaba el monologuista Boira y hacía comentarios sobre la diversidad sexual. Me lo estaba pasando bien, me gusta el humor, la gente con sentido del humor, la ironía e, incluso me río de mi misma. ¡Qué susto! Cuando sale una concejal feminista de la CUP que empieza una arenga totalitaria por las bromas machistas que, en su opinión, estaba haciendo el humorista.
La RAE define sharia como la ley religiosa islámica reguladora de todos los aspectos públicos y privados de la vida, cuyo seguimiento se considera que conduce a la salvación. Y yo me pregunto, con estos políticos tan radicales que nos gobiernan, ¿van a ser suspendidos los espectáculos de humor? ¿Se va a instaurar otra Inquisición? ¿Buscaremos catatumbas para expresarnos y reírnos en libertad? ¿Estamos en los inicios de la instauración de una sharia progre en España?