Balada triste de un dibujante de cómic: la ruina que hay detrás de los héroes
LOS CONTRATOS PRIVAN A LOS CREADORES DE HISTORIETAS DE LOS DERECHOS DE SUS PROPIAS CREACIONES: MUCHOS DE ELLOS ACABAN EN LA RUINA
StanStan Lee ha sido durante muchos años la imagen de Marvel Comics. El creador de los principales personajes de la editorial. O, por lo menos, así se vendió. Podemos poner en duda las capacidades creativas del sonriente Stan, pero es innegable su habilidad para venderse él mismo. Es cierto que figura como guionista en las primeras historias de «Los Vengadores», «Spiderman», «Los 4 Fantásticos», «Daredevil», «Hulk», «Doctor Extraño», «Patrulla-X», entre muchos otros títulos. Pero hay que entender su forma de trabajar y el conocido «método Marvel». Este consistía en el que el guionista entregaba una idea al dibujante, este la desarrollaba y dibujaba las páginas, para posteriormente el primero escribir los diálogos en las viñetas. Por eso es más dolorosa la situación en la que quedaron los dibujantes que realizaban dichos cómics. Autores que han generado miles de millones de dólares por sus creaciones y que en escasas ocasiones se han visto recompensados por ello. Muy sangrante es el caso de Jack Kirby que murió litigando con Marvel o el de Steve Ditko (Spiderman), que murió sólo y arruinado en un pequeño apartamento.
Tanto Marvel como DC
Pero DC también tenía su propio Stan Lee. Su nombre, Bob Kane y su creación es conocida mundialmente como Batman. Partiendo de una idea de Kane, el guionista Bill Finger desarrolló al vigilante de Gotham y el resto de personajes. Kane se apropió de la idea y se olvidó del que era su amigo. Finger murió en 1974 a causa de una dolencia cardíaca que no podía atender por falta de recursos. Habría que esperar al 2015 para que se le reconociera su trabajo y que su nombre constara en los créditos junto al de Bob Kane. No muy diferente es la historia de Jerry Siegel y Joe Shuster (escritor y dibujante de Superman). Engañados, vendieron por menos de 200 dólares su trabajo a la editorial. Tras años de litigios, los autores fueron despedidos y eliminados de los créditos. Después de años de ostracismo y penurias, gracias a la presión de compañeros de profesión, la editorial accedió a reconocerlos como creadores y concederles una pequeña pensión vitalicia.
Puede parecer que estas prácticas son cosa del pasado, pero no es así. Uno de los casos más polémicos es el de Alan Moore y Dave Gibbons, por «Watchmen». DC prometió que los derechos de la obra retornarían a sus creadores «en cuanto se agotaran los cómics». Empezaron a desconfiar cuando descubrieron que DC quería vender merchandising de «Watchmen», pero sin darles el porcentaje pertinente de los beneficios a sus creadores ya que los consideraba «promoción autofinanciada». Moore descubrió entonces la trampa: DC «nunca permitiría que ‘‘Watchmen’’ se agotara» y nunca recuperaría los derechos. Entonces comenzó su cruzada. Prohibió que su nombre apareciera en los créditos de la adaptación cinematográfica, así como sus derivados. Salió de DC y empezó a trabajar en WildStorm, pero DC compró la editorial y se hizo con los derechos de su obra. Desde entonces, Moore incluye una cláusula en sus contratos por la cual los derechos de la obra retornan al guionista en caso de la compra de la editorial por DC.