La Razón (Cataluña)

Las afganas regresan al infierno

«Estarán sometidas a padres, maridos, hijos, tíos… La interpreta­ción religiosa las convierte en seres sin derechos»

- Francisco Marhuenda

ElEl último rey de Afganistán, Muhamad Zahir Shah, fue depuesto en 1973 por su primo Muhammad Daoud Khan, que estableció una república y se autoprocla­mó presidente. Era el fin de la dinastía Barakzar que en sus dos ramas había gobernado, con contratiem­pos, desde 1823. El fundador de la dinastía, Dost Mohammad Khan, accedió al poder tras deponer a Ayub Shah, séptimo emir del imperio Durrani. La historia de Afganistán desde la Antigüedad hasta nuestros días es tan compleja como fascinante, pero desde el fin de la monarquía la situación no ha parado de empeorar con breves periodos en los que se ha conseguido avanzar. Nunca ha sido un territorio fácil de gobernar. La propia estructura tribal que le da sentido unido al factor religioso así como el tamaño y orografía son el origen de un carácter indomable, orgulloso y dispuesto a luchar contra sus enemigos. Los afganos han combatido contra los británicos, los rusos y los estadounid­enses, pero también contra sus vecinos para mantener su independen­cia y en violentas guerras civiles. El problema es que ahora ha ganado, por culpa de los errores de EEUU y sus aliados, un grupo que retrotrae Afganistán a sus tiempos más oscuros.

Las mujeres es el colectivo que más sufrirá la restauraci­ón del emirato islámico que ya estuvo en el poder entre 1996 y 2001 controland­o la casi totalidad del territorio. La invasión de EEUU y sus aliados acabó con el régimen, pero no con los talibanes que finalmente han ganado la guerra. Ahora llega la hora de la venganza contra los colaboraci­onistas, algo que en su concepto tribal y guerracivi­lista es muy amplio, y la imposición de prohibicio­nes contra las mujeres que pierden la libertad y los derechos alcanzados durante estos veinte años. Es algo que podrán agradecer a la cobardía de las arrogantes democracia­s occidental­es. El fundamenta­lismo es uno de los horrores de nuestro tiempo y en los países donde consigue triunfar las vejaciones y humillacio­nes que sufren las mujeres son impresiona­ntes. Ahora estarán sometidas a padres, maridos, hijos, tíos… La interpreta­ción religiosa las convierte en seres sin derechos. No pueden tener actividade­s laborales, educativas, han de usar el burka, está prohibido fotografia­r o filmar mujeres, se las castiga con lapidacion­es, azotes, golpes e insultos… En total, 29 prohibicio­nes y maltratos. Este es el Afganistán de los talibanes.

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