La Razón (Cataluña)

LaLiga de los hijos de la Liga

Nico González, hijo de Fran, ha sido el último en debutar. El apellido abre puertas, pero crea demasiadas expectativ­as

- POR JOSÉ AGUADO

No hay nada que indique más que tienes ya una edad que haber visto jugar a un futbolista hace años y ver ahora debutar a su hijo en LaLiga. Nico González lo hizo con el Barcelona el pasado fin de semana y a los aficionado­s más jóvenes no les dirá nada, pero a lo que ya tienen años, la cara, las formas y un poco el estilo de juego les recordará a su padre: Fran González, el futbolista con más talento del Súper Dépor, el hombre de la casa, que tantas veces sonó para el Real Madrid, pero que no se movió de Riazor. Era la bandera de aquel equipo con Bebeto y Mauro Silva Ahora, su hijo ya forma parte de la plantilla de Koeman. «Ha tenido un proceso en el Barça, a los cuatro meses de llegar vieron que iba a medir 1’90 así que decidieron potenciarl­e en la posición de 6. Fue educado en ese juego, y al parecer los últimos cuatro meses están encantados con su juego en esa posición. Yo le veía más con potencial ofensivo para jugar más adelante, pero mira», explicaba hace tiempo su padre en Onda Cero. Fran era más ofensivo, pero el gusto por el balón se hereda.

Ahora, después de los partidos, se suele ver a los niños de los futbolista­s saltar al campo y jugar con una pelota sobre el césped mientras esperan a sus padres. Su presencia en el fútbol profesiona­l es casi una rutina. Los hijos de los futbolista­s viven la pasión por este deporte desde muy cerca, conocen los secretos y los consejos que reciben son mejores que los de cualquier otro. «Como padre, hay momentos muy duros porque a veces hay que tomar decisiones complicada­s y luego te pesan. Al final su futuro depende de él y nosotros lo que podemos hacer es ayudarle todo lo posible», decía Fran. Luego, llegar y mantenerse arriba es lo más complicado.

Nico saltó al campo para, en los últimos cinco minutos, hacer de Busquets, otro hijo de futbolista, sólo que el centrocamp­ista ha superado en fama, éxito y partidos al Busquets portero. «Nunca me llamó la atención eso de ser portero, a pesar de que mi padre lo había sido. Es verdad que mi hermano llegó a jugar un año bajo los palos. Pero yo no. Desde el principio quería jugar con el balón y marcar goles. Me aburría eso de ser portero», decía el centrocamp­ista cuando empezaba a jugar y todos destacaban sus raíces barcelonis­tas.

Es evidente que no son los genes, sino las vivencias de cerca lo que transmite la profesión de un padre a un hijo. Uno de los casos más exagerados es el de los hijos de Zidane, que son todos futbolista­s. Con su hijo Luca se da el mismo caso que con los Busquets, pero al revés. Zizou fue centrocamp­ista y éste hijo, el único que juega en LaLiga ahora, es guardameta del Rayo Vallecano y en su primer partido el pasado fin de semana, cometió un grave error por el que fue expulsado. Ya debutó en el Real Madrid, acompañado de mucha polémica, por ser su padre entrenador del equipo. Ser «hijo de» no siempre es fácil. Los Zidane crecieron en Valdebebas con el apellido de la madre.

Simeone se enfrenta a lo más duro: ser entrenador de tu hijo e intentar mantener una actitud profesiona­l

«Sé que muchas veces, ser hijo de Míchel me ha perjudicad­o. Y en algunos momentos, a él también. Pero no son cosas que ahora tenga en cuenta», contaba Adrián González en el Heraldo. También coincidió con su padre. Ahora apura su carrera en el Zaragoza, en Segunda, mientras Míchel está entrenando en Primera al Getafe.

La sombra del padre puede abrir algunas puertas y dar una relevancia mediática que muchísimos otros futbolista­s no tienen ni tendrán jamás, pero es verdad que a los hijos de los futbolista­s se les suele medir desde lo que hizo el padre y, en la mayoría de las ocasiones, lograr eso es imposible. Busquets ha superado a su padre, pero es verdad que éste fue portero y pocas veces se asentó como titular. Enzo Zidane, el hijo mayor de Zizou, que jugaba en su misma posición no pudo competir contra la leyenda. Estuvo en la cantera y ahora, tras muchos equipos juega en la Segunda División francesa.

¿Podrá Guiliano Simeone con el peso de ser hijo del Cholo y estar a sus órdenes? «Está trabajando muy bien, lo hemos visto bastante maduro, tiene muchísimas cosas para mejorar y veremos si se mantiene entrenando con nosotros o baja a entrenar con el B, como normalment­e tendría que suceder», contestó sin inmutarse el entrenador argentino antes de comenzar el campeonato cuando le preguntaro­n por su hijo, que es delantero, y al que ha estado dando muchas oportunida­des durante la pretempora­da del Atlético de Madrid.

Simeone respondió con las mismas palabras que podía haber utilizado para hablar de otro futbolista con el que su relación afectiva no sea tan íntima. Pero la pregunta a la que están contestand­o continuame­nte los entrenador­es con sus hijos a su cargo es la que no se hace nunca: ¿Hay trato de favor? Es la que está en el ambiente y puede que también, al intentar evitarla, se sea más duro con el hijo que con los otros compañeros. Incluso que un hijo del entrenador, pese a tener más méritos, tarde más en llegar al primer equipo.

El apellido llama la atención, luego la calidad individual es la que tiene que confirmar si puede seguir con la saga. El futbolista que más historia tiene en sus apellido de los que juega en España es Marcos Llorente, el hijo de Paco, sobrino de Julio, nieto de Grosso y sobrino nieto de Paco Gento. Destacó en el Real Madrid desde siempre, pero sus apellidos no le sirvieron para quedarse ni tampoco para ganarse el puesto en el Atlético. Sin su fútbol no lo hubiera conseguido.

Los hijos de Zidane crecieron en Valdebebas con el apellido de la madre, para pasar más inadvertid­os

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