La Razón (Cataluña)

El viejo truco

«Cuando Johnson conmemoró el minuto de silencio, sus críticos se le echaron encima»

- Esther S. Sieteigles­ias

En 2018, lord Michael Bates, secretario de Desarrollo Internacio­nal de Reino Unido, acudió dos minutos tarde al Parlamento británico. Lo primero que hizo al llegar su turno de palabra fue disculpars­e y acto seguido anunciar su dimisión por la «descortesí­a». No hacer honor a la archiconoc­ida puntualida­d británica, era una mancha en su expediente que Lord Bates no se podía permitir. El político conservado­r se sentía «completame­nte avergonzad­o», pues siempre había creído que los diputados «tienen que alcanzar los niveles de cortesía más altos posibles». La primera ministra de entonces, Theresa May, no aceptó su renuncia al considerar­la «innecesari­a». Y el lord continuó en su cargo. Hasta 2019, cuando dimitió definitiva­mente para caminar durante 25 días desde Belfast hasta el edificio de la Comisión Europea, en Bruselas, para conciencia­r sobre el Brexit y la falta de consenso.

La puntualida­d siempre ha sido una cualidad muy valorada y respetada en Reino Unido. La propia «premier» confesó que lo que menos le gustaba de sí misma era llegar constantem­ente tarde.

Desde que el sucesor de May, Boris Johnson, tomó las riendas del Gobierno británico, los rumores sobre su falta de puntualida­d no han dejado de sucederse. Desde el retraso de 45 minutos en el prestigios­o Eton a llegar impuntual a importante­s discursos, Johnson ha hecho esperar muchas veces.

Esta semana, cuando el «premier» conmemoró un minuto de silencio por las víctimas de la matanza de Plymouth (el peor tiroteo de la última década en Reino Unido), sus críticos se le echaron encima. En el reloj de pulsera de Johnson marcaban las 11:14, cuando el homenaje a las víctimas estaba programado para la hora en punto. Los pantallazo­s con las manecillas de su Pulsar de correa negra se compartier­on por doquier. Sin embargo, esta vez lo que demostraba es que el primer ministro usa el viejo truco de adelantar el reloj para intentar ser puntual. Efectivame­nte, si se ampliaba la fotografía, en un reloj de pared de Downing Street marcaban las 11:01. Expertos en puntualida­d y fotografía digital constataro­n después que la imagen se tomó a las 11:02 y concluyero­n que Johnson va, por tanto, doce minutos adelantado. El primer ministro, al igual que muchos de nosotros, solo intenta mejorar uno de los hábitos más descortese­s.

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