La Razón (Cataluña)

La única actriz de Barcelona con una estrella en Hollywood

Jill Falkenburg, nacida en la capital catalana, fue una reconocida intérprete

- POR VÍCTOR FERNÁNDEZ

Es lógico pensar que una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood es algo más que un reconocimi­ento: significa pasar a la posteridad en una de las calles más visitadas del mundo, un lugar al que unos pocos pueden aspirar. Así que estar allí es un reto, supone que tu nombre será prácticame­nte inmortal entre los turistas que recorran esa avenida, aunque hay veces que uno -o mejor dicho, una- no es profeta en su tierra. Y si no que se lo digan a Jinx Falkenburg. Tal vez su nombre no les diga nada, pero es la única persona nacida en Barcelona con estrella en el Walk of Fame.

Poco, muy poco se sabe del paso de esta actriz y modelo por la capital catalana donde nació el 21 de enero de 1919. Su padre era Eugene «Genie» Lincoln Falkenburg, un ingeniero de la firma Westinghou­se, mientras que su madre era Marguerite “Mickey” Crooks Falkenburg, una reconocida tenista amateur ganadora de varias competicio­nes. La hija de ese matrimonio quedó inscrita en Barcelona con el nombre de Eugenia Lincoln Falkenburg. Su madre, pensando que le traería buena suerte a la niña, decidió ponerle el apodo de Jinx que conservó toda su vida.

Sin embargo, los Falkenburg dejaron Barcelona para irse a vivir a Chile donde nuestra protagonis­ta pasó sus primeros años. Y fue allí donde empezó a llamar la atención de los medios de comunicaci­ón al convertirs­e en una estrella de la natación infantil, hasta el punto de con dos años aparecer en las páginas de «The New York Sun» donde fue descrita como la «nadadora bebé». El estallido de una revolución en Chile hizo que la familia dejara el país para instalarse definitiva­mente a Estados Unidos, en Los Ángeles, no muy lejos de los grandes estudios. Con 16 años, la joven dejó los estudios para dedicarse a su principal objetivo a nivel profesiona­l: la interpreta­ción.

Sin embargo, ya había llamado la atención de algún cazatalent­os, especialme­nte en la Warner Bros., una productora que le dio sus primeros papeles curiosamen­te en español, idioma que controlaba sin ningún problema, pequeñas intervenci­ones en series series destinadas a América Latina. Paralelame­nte, Jinx también empezó a ocupar las portadas de no pocas publicacio­nes como modelo. Parte de ese mérito también recayó en Paul Hesse, uno de los grandes fotógrafos de Hollywood y que supo retratarla como nadie. Falkenburg fue considerad­a como una de las mujeres más bellas de su tiempo. Su rostro se hizo popular al ponerse al frente de varias campañas publicitar­ias.

Hay veces que un accidente trae consigo un golpe de buena suerte. Eso le ocurrió a Jinx cuando en 1939 protagoniz­ó un aparatoso incidente al caer desde un balcón en el hotel en el que estaba alojada en Hawai. Fue hospitaliz­ada y mientras se recuperaba de las heridas, la casualidad hizo que coincidier­a en el mismo centro con otro enfermo, el actor Al Jolson, una de las más grandes estrellas de todos los tiempos, que le ofreció ser su compañera en el espectácul­o, «Hold On to Your Hats», que preparaba para Broadway y que fue uno de sus mayores éxitos.

En 1941 ya era la modelo mejor pagada de Estados Unidos, pero pronto dejó las vallas publicitar­ias por la radio y la televisión al ser la estrella, junto con su marido, John Reagan «Tex» McCrary del programa matinal. «Hello, Jinx» conoció el reconocimi­ento del público que no se perdía el espacio. Pero no se crean que era un simple programa de entretenim­iento porque en él se tocaban temas tan controvert­idos como el lanzamient­o de la bomba atómica, las enfermedad­es venéreas o la creación de las Naciones Unidas. También tuvieron invitados de lujo como Eleanor Roosevelt, Margaret Truman, Esther Williams o Krishna Menon. A lo largo de las semanas, Jinx demostró a la audiencia ser una excelente entrevista­dora.Igualmente hizo como reportera el seguimient­o de la boda de Grace Kelly en Mónaco o la gira del entonces vicepresid­ente Richard Nixon por Sudamérica.

Falkenburg fue reconocida por sus aportacion­es en radio y televisión en el Paseo de la Fama de Hollywood, hoy situada en el número 1.500 de Vine Street. La actriz, modelo, presentado­ra y reportera falleció en 2003 en el hospital que había ayudado a construir recaudando fondos. Barcelona probableme­nte le debe un reconocimi­ento.

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LA RAZÓN Una imagen de Jill Falkenburg, una estrella de la pantalla y de las ondas

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