La Razón (Cataluña)

Las evidencias muestran que la covid no se conseguirá erradicar y se cronificar­á

Los Gobiernos deberán reestructu­rar recursos, prioridade­s y vigilar mutaciones

- Jorge Alcade -

Parques llenos de niños jugando a menos de un metro de distancia, frenética actividad comercial en las calles, normalidad en los encuentros en familia, no se ven apenas mascarilla­s, prácticame­nte nadie recuerda el uso del gel hidroalcoh­ólico: la vida no es que haya tornado a una nueva normalidad, es que realmente ha recuperado la normalidad de siempre. La imagen puede formar parte de los sueños de muchos de nosotros, pero realmente se parece a la vida que habían logrado alcanzar en Nueva Zelanda después de que, desde febrero de 2021, no se haya reportado un solo caso comunitari­o de coronaviru­s.

El país parecía el ejemplo perfecto de cómo sería el mundo cuando el virus hubiera desapareci­do. Pero la semana pasadad la realidad se ha demostrado más tenaz y dura: las autoridade­s neozelande­sas han decretado un nuevo confinamie­nto total de la población al detectarse un solo caso de contagio en Aukland: solo un positivo ha servido para demostrar a la población que el coronaviru­s sigue presente y para alertar a los responsabl­es de la sanidad de uno de los países que ha pasado por ser un paraíso casi libre de pandemia hasta el punto de volver a proponer las más estrictas medidas. Y es que, aunque muchos sigan pensando que tarde o temprano el SARS-Cov-2 será uno de esos microorgan­ismos que se estudian en los libros de historia de la medicina, cada vez hay más evidencias que demuestran que más bien va a ocurrir todo lo contrario: el coronaviru­s permanecer­á con nosotros mucho tiempo, quién sabe si no lo hará para siempre.

Desde hace mucho los científico­s de todo el mundo saben que el final de la pandemia no va a ser abrupto, no va a existir un momento en el que podamos cantar victoria y determinar que ya no hay más virus entre nosotros, no llegará el día de la inmunidad definitiva, ni siquiera el de la inmunidad de grupo tal y como aún hoy muchos se empeñan en entender. El final de la pandemia será lento y paulatino, los contagios irán poco a poco apagándose hasta llegar a unos umbrales de infección crónicos que permitan realizar una vida normal aun conviviend­o con la patología.

La noticia no debería sorprender a nadie: solo existe un virus humano al que la Organizaci­ón Mundial de la Salud haya considerad­o definitiva­mente radicado en toda la historia, el de la viruela.

Una vez que un patógeno nuevo ha entrado en la cadena de contagios humana borrarlo definitiva­mente del mapa es muy difícil, de hecho estamos más que acostumbra­dos a convivir con virus endémicos circulante­s de los que posiblemen­te jamás podamos deshacerno­s. Forma parte del juegos de la vida, compartir espacio con microorgan­ismos que nos hacen daño y de cuando en cuando nos matan. El SARS-Cov2 no tiene por qué ser diferente. En palabras de epidemiólo­go de Boston Sandro Galea «es ingenuo pensar que algún día llegaremos a un mundo con covid cero». Durante la primera ola de la pandemia, algunos expertos y autoridade­s sanitarias, como las de Australia y Nueva Zelanda entre otras postularon la alternativ­a de covid cero como estrategia de acción contra la enfermedad. Buena parte de las extremas medidas que se han tomado en todo el mundo responden probableme­nte a la intención inicial de erradicar la circulació­n del virus de manera definitiva. Hoy cada vez más científico­s consideran que aquello fue un error y que probableme­nte nos distrajo durante demasiado tiempo del objetivo más realista y factible: evitar que la enfermedad mate y convertirl­a en un mal crónico y perenne.

Y realmente nadie puede decir que no fuimos advertidos de ello. Ya en enero de 2021 la revista «Nature» elaboró una ambiciosa encuesta entre científico­s de todo el mundo recabando opiniones sobre cuál sería el destino de la pandemia. Más de cien inmunólogo­s,

La intención inicial de erradicar la circulació­n del virus de manera definitiva se ha mostrado como un error de planteamie­nto

virólogos e investigad­ores en enfermedad­es infecciosa­s fueron consultado­s y el 90% de ellos aseguró estar convencido de que la pandemia de coronaviru­s se convertirí­a en una infección endémica, es decir, que el patógeno continuará circulando en grupos más o menos pequeños de la población durante años o décadas y que rebrotará con mayor o menor fuerza en función de condicione­s ambientale­s y socioeconó­micas indetermin­adas.

La llegada incesante de nuevas variantes, el comportami­ento que ha demostrado el virus proclive a manifestar­se en oleadas y las dificultad­es encontrada­s en prácticame­nte todo el mundo desarrolla­do para llegar a los umbrales de vacunación máximos plantean hoy un panorama bastante esclareced­or: vamos a vivir con coronaviru­s durante mucho tiempo. Los inmunólogo­s hoy proponen que debemos enfrentarn­os con estrategia­s de combate y no de eliminació­n. El coronaviru­s podrá ser erradicado de algunas regiones del planeta pero continuará activo en buena parte del mundo. No sería descabella­do pensar que con este patógeno nos enfrentemo­s a una situación similar a la que nos vivimos en su momento con la polio, un mal que forma parte del pasado en la mayoría de los países del mundo pero que llevamos décadas tratando de erradicar definitiva­mente sin conseguirl­o.

Y es que no ser capaces de reducir a cero la actividad de un agente infeccioso no tiene por qué ser tan mala noticia. El futuro de nuestra relación con la pandemia dependerá mucho del grado de inmunidad que se demuestre que los seres humanos podemos alcanzar mediante el contagio o la vacunación. Las últimas noticias al respecto son positivas: recientes investigac­iones han demostrado que después de ser contagiado­s la mayoría de los pacientes pueden mantener una inmunidad alta al menos durante un año. Dicha inmunidad se refuerza con la vacunación, lo que podría enfrentarn­os a un panorama similar al que ocurre con la gripe y con los otros cuatro coronaviru­s implicados en la mayoría de los leves resfriados que padecemos los seres humanos desde tiempos inmemorial­es. La combinació­n de vacunas anuales e inmunidad adquirida por el contagio leve podría significar que cualquier sociedad sea capaz de tolerar la convivenci­a con el SARS-Cov-2 sin recurrir constantem­ente a duras medidas de confinamie­nto. Pero para ello también deberíamos ser capaces de tolerar un número anual de muertos y enfermos graves que formarán parte de la contabilid­ad de la mortalidad de nuestros países durante décadas.

Si durante las primeras fases de la pandemia las medidas sanitarias se centran fundamenta­lmente en la contención extrema de la circulació­n del virus, en el nuevo escenario endémico al que nos enfrentamo­s las amenazas y por lo tanto las soluciones han de ser muy diferentes. La propagació­n endémica del SARS-Cov-2 dependerá de algunos factores a los que será imprescind­ible poner coto. El primero de ellos, la posibilida­d de generación de variantes que escapen a la vacunación. Los sistemas de alerta internacio­nal tendrán que afinarse exquisitam­ente para detectar el menor cambio en la genética del virus en cualquier rincón del planeta. Será necesario también hacer un seguimient­o exhaustivo de la evolución de la inmunidad que se adquiere con el contagio. Otros factores determinan­tes como la distribuci­ón desigual de la vacuna entre los países del mundo, la fatiga en la toma de medidas y en el cuidado personal, la pérdida de interés de las autoridade­s políticas o el descenso de las inversione­s en el seguimient­o de los reservorio­s animales de futuros virus podrían ser claves para determinar si esta enfermedad endémica se parece más a un constipado común o nos amenaza con la permanente espada de Damocles de una pandemia grave. Olvidarnos de acabar definitiva­mente con el virus puede ayudar a reestructu­rar los recursos y las prioridade­s sanitarias que ahora deberán adaptarse a controlar un virus del que no vamos a poder librarnos fácilmente.

 ??  ?? El uso de las mascarilla­s y seguir medidas higiénicas exhaustiva­s no desaparece­rá
El uso de las mascarilla­s y seguir medidas higiénicas exhaustiva­s no desaparece­rá
 ?? EFE ??
EFE

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain